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jueves, 17 de junio de 2010
NUESTRA SEÑORA DE LA MISERICORDIA.
Milagrosa aparición
El labriego se lavaba las manos a la vera del arroyo cuando de repente escuchó una suave y dulce voz que lo llamaba por su nombre. Al alzar la vista, vio descender del cielo, envuelta en radiante luz, a la mismísima Virgen Santísima.
El buen Antonio cayó de rodillas preguntando a la Santa Madre que era lo que quería y aquella, con suavidad, le respondió que debía encaminarse a la iglesia de San Bernardo para decirle a su párroco y confesor, fray Daniele Porro, que a partir del siguiente sábado debería organizar tres procesiones diarias en honor de Dios y de su Santa Madre. Antonio prometió hacer lo que se le ordenaba, finalizando la Virgen que al cuarto sábado volviese al mismo lugar.
Mensaje de Misericordia
Cumplido el pedido regresó Antonio el día indicado, 8 de abril, para encontrar a la Madre del Cielo de pie en el mismo lugar, vistiendo una túnica blanca y sonriéndole dulcemente. Y una vez más volvió a hablarle empleando aquella voz suave con la que lo había cautivado para decirle la célebre frase “Misericordia quiero y no justicia”, en alusión a las sangrientas guerras entre España y Francia que tenían a Italia por campo de batalla.
Santuario mariano
El suceso no tardó en ser conocido por los habitantes del valle y tanto corrió la voz que, en poco tiempo, acudieron peregrinos de todo el norte de Italia e incluso de la misma Francia, a visitar el lugar de la aparición donde, al poco tiempo, se erigió una pequeña capilla. Por ese motivo, en julio del mismo año, el Gran Consejo de Savona encargó al célebre arquitecto Antonio Sormano la edificación de un santuario dedicado a Nuestra Señora de la Misericordia, recomendándole especialmente que la cripta envolviese el lugar para colocar en ella, sobre la misma piedra desde la que habló Nuestra Señora, una bella imagen de mármol blanco.
Con las obras de edificación comenzaron, en forma paralela, las del contiguo hospicio de los peregrinos, verdadero palacio destinado a dar alojamiento a quienes acudían de tierras lejanas a venerar a la Virgen. Y a partir de entonces, los 18 de marzo los fieles saldrían en peregrinación desde Savona, cumpliendo el pedido que Nuestra Señora hiciera a Antonio Botta, recorriendo el trayecto que desde esa hermosa ciudad conduce al santuario, junto al río Letimbro, pasando muy cerca de la casa del labriego que aún se conserva intacta.
Pío VII visita el santuario
A ese santuario llegaron a orar personalidades de gran importancia, entre ellas, S. S. el Papa Pío VII, deseoso de cumplir su promesa de agradecer a la Santa Madre, a quien se había encomendado, su liberación luego de tres años de duro cautiverio en Savona y dos en Fontanieblau, en poder de Napoleón. El mismo Pontífice coronó solemnemente a la Virgen el 10 de mayo de 1815, en una emotiva y multitudinaria ceremonia.
Nuestra Señora de la Misericordia es patrona de las ciudades de Savona (Liguria), Ajaccio (Córcega), y desde el 8 de septiembre de 2002, del barrio de Caballito, en Buenos Aires.
Finalmente, conviene advertir que no debe confundirse a esta advocación con la homónima española, patrona de Burriana, que data del siglo XIV, cuyo manto protector extiende sobre los fieles.
Oración
Santísima Virgen de la Misericordia,
Admítenos en tu presencia amorosa,
Acógenos bajo tu manto maternal;
No nos deseches,
Pues venimos con corazón arrepentido,
Anhelando conversión y perdón,
Bondadosísima Señora,
Perdón y compasión,
El pecado ha ofuscado
Muchas veces en tus hijos
La luz de la razón
Y han sido ingratos ofendiendo a tu Jesús,
Pero Tú eres madre y serás también intercesora,
Danos gracia, misericordiosísima Señora,
Para ofrecerte siempre, en adelante,
Mucho amor y mucha gracia.
Así sea.
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Nuestra Señora del Huerto
Virgen del Huerto
A fines del siglo XV una devota mujer de Chavarri, en la provincia de Génova, mandó pintar sobre el muro de un huerto una bella imagen de la Madre y el Niño, en señal de gratitud por haber sido salvada del flagelo de la peste
En 1493 una grave epidemia de cólera azotó a la ciudad de Génova, alcanzando la vecina localidad de Chiavari donde María Turquina Quercio, piadosa mujer del suburbio de Rupinaro, prometió a la Virgen una señal de público reconocimiento si la mantenía inmune a la peste. Señal de agradecimiento
Superado el flagelo, María Turquina encargó al artista Benedicto Borzone pintar sobre un muro del huerto ubicado entre el Palacio de Gobierno y el puerto, una imagen de la Santa Madre y el Niño junto a San Sebastián y San Roque, santos protectores de los enfermos. La imagen debía ser venerada por los transeúntes que, en su diario trajín, no tenían tiempo de entrar al templo para orar.
Poniendo todo su empeño Borzone logró expresar de manera admirable la bondad de la Santísima Virgen y la fuerza de su protección, obteniendo el bello y colorido retrato que conocemos.
Con el paso de los años el huerto fue transformado en depósito y chiquero pero la bella pintura siguió allí, manteniendo su aspecto y tonalidad y llamando poderosamente la atención de quienes pasaban por el lugar.
En 1528 la peste volvió a castigar la Liguria, abatiéndose con especial fuerza en Chavari, hecho que acrecentó la devoción por la imagen. Por esa razón, las autoridades de la ciudad decidieron construirle un altar que permitiese a los fieles inclinarse y orar ante ella.
Apariciones y milagros La noche del 18 de diciembre de 1609, Gerónima Turrio, una lavandera del barrio de Rupinaro, rezaba frente a la Virgen cuando, repentinamente, la pintura comenzó a irradiar una luz intensa. El prodigio se conoció en los alrededores y al cabo de un tiempo, cientos de peregrinos comenzaron a acudir al lugar para implorar gracias.
La fama de Nuestra Señora del Huerto se vio reforzada el 2 de julio de 1610 cuando, en horas de la mañana, se le apareció a Sebastián Descalzo, un humilde poblador de las inmediaciones, quien en esos momentos caminaba desde su casa al suburbio de Carasco, recitando sus oraciones.
Transitaba Sebastián la plaza de la ciudad cuando vio frente a sí a la Virgen bendita luciendo un hermoso manto celeste. Poco después, comenzaron los milagros. Una rajadura que atravezó el muro de un extremo a otro de la pintura, se reparó sola, sin la intervención de ningún albañil. Otro día, frente a su imagen, dos enemigos acérrimos fray Miguel Raggio y Battino Marini, se reconciliaron dándose el abrazo de la paz y al cabo de un tiempo se producían curaciones, se solucionaban diferendos y se concedían peticiones, todo por medio de la Virgen del Huerto.
Santa Patrona de Chiavari El 7 de marzo de 1634 el Consejo de Gobierno de la ciudad declaró a la Virgen del Huerto patrona de la población y del distrito de Chiávari y el 8 de septiembre el sector de la pared donde se hallaba pintada la imagen fue trasladado al Altar Mayor del santuario, inaugurado el año anterior.
En 1769 Nuestra Señora del Huerto fue solemnemente coronada con oro del Capitolio Vaticano y su iglesia entregada a la congregación de los Carmelitas Descalzos quienes la tuvieron en su poder hasta 1797, cuando al proclamar Napoleón la República Ligur, se alejaron. En 1892, instituida la nueva diócesis de Chiavari, S.S. León XIII elevó el santuario a Catedral designando dos años después a su primer obispo, Monseñor Fortunato Vinelli. El 3 de julio de 1907 San Pío X la elevó a Basílica
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Hijas de María Santísima del Huerto
En 1829 San Antonio María Gianelli, obispo de Bobbio, se inspiró frente a la sagrada imagen para fundar la congregación de las Hijas de María Santísima del Huerto, venerable instituto que, desde Italia y España hasta Palestina y la India, pasando por América del Sur y las tierras del Congo, difundió por el mundo su sagrada devoción.
Oración a Nuestra Señora del Huerto
¡Oh, María del Huerto! Madre piadosísima, dignaos aceptar benigna la pobre ofrenda de nuestros obsequios y oraciones que, como hijos amantes, venimos a ofreceros.
Dignaos inclinar vuestros oídos a nuestras humildes súplicas para que no sea vana la confianza que en Vos ponemos, seguros de obtener de vuestro divino Hijo el perdón de nuestros pecados y el favor particular que solicitamos por vuestra poderosa mediación.
Alcanzadnos a todos la gracia de la perseverancia final, viviendo y muriendo como verdaderos hijos vuestros, para poder bendecir y alabar a Dios eternamente y ensalzar para siempre vuestras misericordias en el Huerto dichoso de la Jerusalén celestial. Amén.
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