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viernes, 25 de junio de 2010
LA VIRGEN DE los CISNE, BENERADA EN VARIAS PARTE DEL MUNDO.
La Virgen de los Cisnes tenía su propio altar en la Parroquia de San Lorenzo, pero lo ha perdido después de la ultima procesión. Los fieles colocaron la talla de la virgen en una urna de cristal, igual que en su país, y quieren que así se conserve.
El párroco se niega, y ahora la Virgen en su vitrina es venerada en un bar. La patrona de los ecuatorianos, la virgen del cisne, lleva dos días durmiendo en un bar de Lavapiés. Su lugar natural, la parroquia de San Lorenzo, a escasos metros del bar, no ha permitido su vuelta a la iglesia después de salir de procesión. Lo cuenta una ecuatoriana: “a mi me sacó hasta a empujones, el párroco me dijo que no la quería recibir que no la quería en la urna”.
El problema radica en una urna, fabricada en ecuador para acoger a la Virgen. Los ecuatorianos quieren que su patrona vuelva a entrar a la parroquia metida en su urna. La iglesia se niega, ya que su emplazamiento original es demasiado pequeño. La asociación responsable de su cuidado, asegura que es un problema de dinero. “Desde que la virgen ingresó en la Parroquia de San Lorenzo, cientos de ecuatorianos se acercan cada semana para dejarles sus limosnas”, asegura uno de ellos.
Desde la parroquia se asegura que la única pega es el tamaño de la urna. Nos muestran su sitio, demasiado pequeño para acoger a la Virgen y su urna, y aseguran que no se puede mover, ya que se procedió a su entronización en una ceremonia, y las leyes litúrgicas impiden el cambio de lugar. La mudanza ha sido aun más drástica y el modesto bar, sirve ahora de santuario improvisado para una imagen, que de momento, se ha quedado sin hogar
Para redactar esta reseña de la Virgen del Cisne, nos hemos basado en el libro “Crónicas y documentos al margen de la historia de Loja y su provincia” del Dr. Pío Jaramillo Alvarado, gentilmente cedido por las Siervas de María (Martínez, Pcia. de Buenos Aires), instituto religioso fundado en 1851, en Madrid, por Santa María Soledad y el P. Miguel Martínez y Sanz, con la finalidad de dar asistencia a los enfermos en su domicilio
La devoción a la Virgen del Cisne, en Ecuador, se remonta a más de 400 años cuando un grupo de indios de El Cisne, palabra que, según refiere el Dr. Pío Jaramillo Alvarado en su historia de Loja, deriva del vocablo quechua "cuizne" (lugar), viajó hasta Quito para solicitar al célebre artista Diego de Robles una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe similar a la que se veneraba en la iglesia quiteña de Guápulo.
Aparición milagrosa
En 1596 se desató una terrible tempestad que arrasó las tierras de Loja y Zaruma. A causa de la hambruna, Diego de Zorrilla, oidor de la Real Audiencia de Quito, dispuso que los habitantes de El Cisne se retirasen tierra adentro, hacia el cercano pueblo de San Pedro de Chuquiribamba, en busca de protección. Fue entonces que la Virgen Santísima se apareció a los indios para pedirles que permaneciesen en el lugar y levantasen allí una iglesia en su honor.
Viajaron los indios a Quito para encargar la imagen, según se ha dicho, y a su regreso levantaron el templo al que los pobladores pusieron bajo la advocación de Nuestra Señora del Cisne. La talla que se les hizo no fue la pedida sino una réplica igual a la que los españoles veneraban en Cáceres, Extremadura, que mucho agradó a los pobladores. La imagen es morena, con el pelo rizado, pequeñita de estatura, vestida en colores muy vivos y muy milagrera.
A partir de ese momento comenzaron a recibirse gracias y favores marianos, especialmente la tan necesaria lluvia en tiempos de cosecha.
La leyenda
Cuenta la leyenda que salía todos los días a conducir sus rebaños una doncella indígena, inocente y humilde, a quien con frecuencia se le aparecía una hermosa pastorcilla coronada de rosas y aspecto resplandeciente. La pastorcilla, siempre luciendo sencilla indumentaria, no era otra que la Virgen Santísima, que acompañaba a la niña por los campos mientras cuidaba el ganado que pacía y la ayudaba a hilar cuando en horas del medio día la indiecita, fatigada, se tendía a dormir confiadamente bajo la sombra de un árbol.
Otros milagros
En momentos en que los habitantes de El Cisne se trasladaban a San Pedro de Chiuquiribamba se desató otra terrible tempestad. Tanto asustó a los naturales que le pidieron a aquellos que regresaran a su tierra y se llevaran la santa imagen. Así lo hicieron y casi al instante la tormenta se aplacó, por lo que muchos habitantes de la región se declararon esclavos de María Santísima bajo esa advocación.
En otra oportunidad, un peruano, curado milagrosamente de una grave dolencia por la Virgen del Cisne, prometió trasladarse a su santuario para dar gracias. Al llegar a El Cisne y mientras subía la pronunciada cuesta de la Alhaja, comenzó a fatigarse y a sentir una profunda sed. Le faltaron las fuerzas y cayó desmayado y en tan angustiante situación pronunció, con un hilo de voz, la siguiente oración: "Madre mía del Cisne ¿cómo consientes que muera antes de llegar a tu santuario a donde voy a darte gracias por los grandes beneficios que me has otorgado? Dadme agua para salvar mi vida". Acto seguido alzó la cabeza y vio cerca, en el suelo, una ligera mancha de humedad de la que brotó un hilo de agua que empezó a correr hacia él. Con ella aplacó la sed y recuperó las fuerzas siguiendo su peregrinar hasta el santuario, donde cayó de rodillas a los pies de la sagrada imagen, emocionado y agradecido.
El santuario de la Virgen
A 70 kms. de Loja, se levanta la basílica gótica de la Virgen del Cisne, concurrido centro de peregrinaciones en la cumbre de una montaña. La edificación, iniciada por el P. Ricardo Fernández, fue continuada por los padres oblatos, quienes la tienen a su cargo hasta el día de hoy. El altar mayor, labrado totalmente en oro, es una pieza de inestimable valor artístico y en su parte superior posee el camarín donde la Virgen reposa la mayor parte del año.
La devoción por Nuestra Señora del Cisne -cuyo principal día de veneración es históricamente el 15 de agosto -se extendió por todo el continente, alcanzando incluso puntos tan distantes como Madrid y numerosas ciudades de Norteamérica.
BAJADA DE LA CHINITA
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IMAGENES MILAGROSAS.
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Nuestra Señora del Huerto
Virgen del Huerto
A fines del siglo XV una devota mujer de Chavarri, en la provincia de Génova, mandó pintar sobre el muro de un huerto una bella imagen de la Madre y el Niño, en señal de gratitud por haber sido salvada del flagelo de la peste
En 1493 una grave epidemia de cólera azotó a la ciudad de Génova, alcanzando la vecina localidad de Chiavari donde María Turquina Quercio, piadosa mujer del suburbio de Rupinaro, prometió a la Virgen una señal de público reconocimiento si la mantenía inmune a la peste. Señal de agradecimiento
Superado el flagelo, María Turquina encargó al artista Benedicto Borzone pintar sobre un muro del huerto ubicado entre el Palacio de Gobierno y el puerto, una imagen de la Santa Madre y el Niño junto a San Sebastián y San Roque, santos protectores de los enfermos. La imagen debía ser venerada por los transeúntes que, en su diario trajín, no tenían tiempo de entrar al templo para orar.
Poniendo todo su empeño Borzone logró expresar de manera admirable la bondad de la Santísima Virgen y la fuerza de su protección, obteniendo el bello y colorido retrato que conocemos.
Con el paso de los años el huerto fue transformado en depósito y chiquero pero la bella pintura siguió allí, manteniendo su aspecto y tonalidad y llamando poderosamente la atención de quienes pasaban por el lugar.
En 1528 la peste volvió a castigar la Liguria, abatiéndose con especial fuerza en Chavari, hecho que acrecentó la devoción por la imagen. Por esa razón, las autoridades de la ciudad decidieron construirle un altar que permitiese a los fieles inclinarse y orar ante ella.
Apariciones y milagros La noche del 18 de diciembre de 1609, Gerónima Turrio, una lavandera del barrio de Rupinaro, rezaba frente a la Virgen cuando, repentinamente, la pintura comenzó a irradiar una luz intensa. El prodigio se conoció en los alrededores y al cabo de un tiempo, cientos de peregrinos comenzaron a acudir al lugar para implorar gracias.
La fama de Nuestra Señora del Huerto se vio reforzada el 2 de julio de 1610 cuando, en horas de la mañana, se le apareció a Sebastián Descalzo, un humilde poblador de las inmediaciones, quien en esos momentos caminaba desde su casa al suburbio de Carasco, recitando sus oraciones.
Transitaba Sebastián la plaza de la ciudad cuando vio frente a sí a la Virgen bendita luciendo un hermoso manto celeste. Poco después, comenzaron los milagros. Una rajadura que atravezó el muro de un extremo a otro de la pintura, se reparó sola, sin la intervención de ningún albañil. Otro día, frente a su imagen, dos enemigos acérrimos fray Miguel Raggio y Battino Marini, se reconciliaron dándose el abrazo de la paz y al cabo de un tiempo se producían curaciones, se solucionaban diferendos y se concedían peticiones, todo por medio de la Virgen del Huerto.
Santa Patrona de Chiavari El 7 de marzo de 1634 el Consejo de Gobierno de la ciudad declaró a la Virgen del Huerto patrona de la población y del distrito de Chiávari y el 8 de septiembre el sector de la pared donde se hallaba pintada la imagen fue trasladado al Altar Mayor del santuario, inaugurado el año anterior.
En 1769 Nuestra Señora del Huerto fue solemnemente coronada con oro del Capitolio Vaticano y su iglesia entregada a la congregación de los Carmelitas Descalzos quienes la tuvieron en su poder hasta 1797, cuando al proclamar Napoleón la República Ligur, se alejaron. En 1892, instituida la nueva diócesis de Chiavari, S.S. León XIII elevó el santuario a Catedral designando dos años después a su primer obispo, Monseñor Fortunato Vinelli. El 3 de julio de 1907 San Pío X la elevó a Basílica
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Hijas de María Santísima del Huerto
En 1829 San Antonio María Gianelli, obispo de Bobbio, se inspiró frente a la sagrada imagen para fundar la congregación de las Hijas de María Santísima del Huerto, venerable instituto que, desde Italia y España hasta Palestina y la India, pasando por América del Sur y las tierras del Congo, difundió por el mundo su sagrada devoción.
Oración a Nuestra Señora del Huerto
¡Oh, María del Huerto! Madre piadosísima, dignaos aceptar benigna la pobre ofrenda de nuestros obsequios y oraciones que, como hijos amantes, venimos a ofreceros.
Dignaos inclinar vuestros oídos a nuestras humildes súplicas para que no sea vana la confianza que en Vos ponemos, seguros de obtener de vuestro divino Hijo el perdón de nuestros pecados y el favor particular que solicitamos por vuestra poderosa mediación.
Alcanzadnos a todos la gracia de la perseverancia final, viviendo y muriendo como verdaderos hijos vuestros, para poder bendecir y alabar a Dios eternamente y ensalzar para siempre vuestras misericordias en el Huerto dichoso de la Jerusalén celestial. Amén.
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