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viernes, 28 de mayo de 2010
Nuestra Señora de los Angeles, Patrona de Costa RIca.
Imagenes para HI5
La Virgen de los Ángeles: Patrona de Costa
Rica
La Virgen de los Ángeles fue declarada Patrona de Costa Rica el
jueves 23 de setiembre de 1824, siendo Jefe de Estado Don Juan
Mora Porras, por la Asamblea Constituyente que se reunía por
esos días. En el decreto III de dicha asamblea, se lee lo
siguiente:
" El Jefe Supremo del Estado de Costa Rica. Por cuanto el
Congreso Constituyente del mismo Estado ha decretado lo
siguiente:
:
"El Congreso Constituyente del Estado de Costa Rica ha tenido a
bien decretar y decreta:
La Virgen de los Ángeles Madre de Dios y Señora nuestra, es, y
será en lo sucesivo la Patrona del Estado de Costa Rica."
Ha sido desde entonces que la Virgen de los Ángeles es la
Patrona de Costa Rica y así lo reconocemos todos los
costarricenses católicos. Sin embargo aún persisten muchas
dudas históricas acerca de la veracidad de las apariciones de la
Virgen Santísima en la Costa Rica de la primera mitad del siglo
XVII.
La Leyenda
La leyenda nos cuenta que en esas fechas había una leñadora
buscando leña seca en las inmediaciones de lo que hoy
conocemos como el Barrio de los Ángeles en Cartago, que antes
fue llamado La Puebla de los Pardos y que en tiempos del
hallazgo se le denominaba La Gotera de los "Egidos". El
historiador Don Eladio Prado ha sintetizado muy bien la leyenda,
por lo que reproducimos lo que él escribió al respecto:
"Dice una piadosa tradición que una leñadora fue una mañana
a recoger leña muerta a la selva, y que encontró con gran
regocijo de su alma, sobre una piedra muy grande, una
imagencita, como de una cuarta de alto, tallada en piedra de
mina, representando a la Santísima Virgen con el Niño en los
brazos. Tiene, tallados en la misma, el hábito, bucles que le bajan
hasta los hombros y el manto. El Niño, que descansa sobre el
brazo izquierdo de la Señora, acaricia a la Madre del Amor
Hermoso, con una de sus manitas.
La mujer, loca de contento, llevó la imagen a su casa
guardándola dentro de una canastilla.
Al día siguiente volvió a recoger leña, y sobre la misma piedra
encontró la imagen de la víspera. Creyendo que era otra, volvía
muy contenta a su casa pensando que ya tenía dos imágenes,
cuando, al abrir la canastilla, con estupefacción de su parte, notó
que no había nada; es decir, que ya no estaba la que había traído
el día anterior. De esta vez aseguró bien la imagen bajo llave,
pensando que alguien se la había llevado al bosque.
Al tercer día, volviendo a la selva y sobre la misma piedra,
tornó a encontrar por tercera vez la imagen de la "Negrita". En
esta ocasión, turbada y temerosa, corrió con la imagencita a su
casa, abrió el cofre y constató que la "otra" ya no estaba. Corrió
a casa del cura... le contó lo que pasaba y le entregó la imagen.
El señor cura, sin darle mucha importancia al asunto, la guardó,
pero al día siguiente quiso examinarla con detención y la imagen
había desaparecido. Se fue al bosque tata-cura y en la piedra la
encontró. Se la trajo y esta vez la guardó en el propio Sagrario
con Jesús Sacramentado.
Pasó un día. Celebraba el Padre Cura o el Coadjutor la Santa
Misa. Cuando fue a dar la comunión notó lo de siempre: la
imagencita había huido! Después de la misa, acompañado de
otro sacerdote, fue a la piedra: allí estaba la Señora porque Ella
quería que allí mismo se levantaran su Iglesia: "Negrita" quería
hacerle ver a los blancos que "blancos" o "negros" todos son
hijos de un mismo Dios... el día de la "aparición" no ha ofrecido
jamás duda alguna: éste fue el Dos de Agosto, como se ve en
algunos documentos de la época, y como lo indica el título que se
le diera a la imagen: "Nuestra Señora de los Ángeles" cuya fiesta
se celebra desde tiempo inmemorial en tal día dos de Agosto".
Realidad y Leyenda
En honor a la verdad, no existen documentos que puedan dar
veracidad histórica a la aparición de la Virgen María en esa
época, ni tampoco hay pruebas científicas que provean seguridad
sobre el origen divino de la Negrita. La leyenda, que ha pasado
de generación en generación a lo largo de los años, no puede ser
demostrada como tal. Incluso el nombre verdadero de la mujer
que encontró la imagen no se conoce. Monseñor Víctor Manuel
Sanabria, sin dudas el mejor historiador eclesiástico de Costa
Rica, bautizó, por así decirlo, a esta mujer con el nombre de
Juana Pereira, basándose en el acta bautismal de una mulata que
vivió durante aquellos años. Monseñor Sanabria se limitó a hacer
esto mientras tanto se llegara a una conclusión definitiva sobre
el nombre de la mujer.
Si bien no existen mayores datos que puedan utilizarse para
corroborar si la leyenda de la Negrita es verdadera, debemos
afirmar que los designios de Dios muchas veces no están hechos
para que los mortales podamos comprenderlos; esto es un
asunto estrictamente de fe. Si existen hechos innegables, en
cuanto a su comprobación, acerca de los cientos de miles de
testimonios que se han dado a lo largo de la historia patria. Estos
testimonios, son fruto de las promesas cumplidas por quienes
visitan a la Virgen de los Ángeles cada 2 de agosto haciendo la
larga caminata de aproximadamente 25 kilómetros, para
agradecer su divina intercesión. Muchas personas pueden
asegurar que la Virgen de los Ángeles les ha sanado sus
dolencias, apoyado en momentos de crisis, ayudado a sus
familiares y otorgado numerosos favores muy especiales; el
autor de estas líneas se incluye entre estos, pues ha sido
beneficiario directo de un enorme favor que le hizo nuestra
querida Negrita. Costa Rica, este oasis de paz en el cual vivimos,
ha recibido, sin lugar a dudas, la bendición de la Virgen de los
Ángeles, que le ha protegido como nación de los desastres que
han sufrido otras repúblicas vecinas.
La fe no puede verificarse con documentos, se tiene o no se
tiene. El pueblo de Costa Rica ha creído firmemente en su
Patrona La Virgen de los Ángeles, y celebramos todos su fiesta
regocijados en que así sea, y en que ella nos protege con su
santo manto.
BAJADA DE LA CHINITA
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Nuestra Señora del Huerto
Virgen del Huerto
A fines del siglo XV una devota mujer de Chavarri, en la provincia de Génova, mandó pintar sobre el muro de un huerto una bella imagen de la Madre y el Niño, en señal de gratitud por haber sido salvada del flagelo de la peste
En 1493 una grave epidemia de cólera azotó a la ciudad de Génova, alcanzando la vecina localidad de Chiavari donde María Turquina Quercio, piadosa mujer del suburbio de Rupinaro, prometió a la Virgen una señal de público reconocimiento si la mantenía inmune a la peste. Señal de agradecimiento
Superado el flagelo, María Turquina encargó al artista Benedicto Borzone pintar sobre un muro del huerto ubicado entre el Palacio de Gobierno y el puerto, una imagen de la Santa Madre y el Niño junto a San Sebastián y San Roque, santos protectores de los enfermos. La imagen debía ser venerada por los transeúntes que, en su diario trajín, no tenían tiempo de entrar al templo para orar.
Poniendo todo su empeño Borzone logró expresar de manera admirable la bondad de la Santísima Virgen y la fuerza de su protección, obteniendo el bello y colorido retrato que conocemos.
Con el paso de los años el huerto fue transformado en depósito y chiquero pero la bella pintura siguió allí, manteniendo su aspecto y tonalidad y llamando poderosamente la atención de quienes pasaban por el lugar.
En 1528 la peste volvió a castigar la Liguria, abatiéndose con especial fuerza en Chavari, hecho que acrecentó la devoción por la imagen. Por esa razón, las autoridades de la ciudad decidieron construirle un altar que permitiese a los fieles inclinarse y orar ante ella.
Apariciones y milagros La noche del 18 de diciembre de 1609, Gerónima Turrio, una lavandera del barrio de Rupinaro, rezaba frente a la Virgen cuando, repentinamente, la pintura comenzó a irradiar una luz intensa. El prodigio se conoció en los alrededores y al cabo de un tiempo, cientos de peregrinos comenzaron a acudir al lugar para implorar gracias.
La fama de Nuestra Señora del Huerto se vio reforzada el 2 de julio de 1610 cuando, en horas de la mañana, se le apareció a Sebastián Descalzo, un humilde poblador de las inmediaciones, quien en esos momentos caminaba desde su casa al suburbio de Carasco, recitando sus oraciones.
Transitaba Sebastián la plaza de la ciudad cuando vio frente a sí a la Virgen bendita luciendo un hermoso manto celeste. Poco después, comenzaron los milagros. Una rajadura que atravezó el muro de un extremo a otro de la pintura, se reparó sola, sin la intervención de ningún albañil. Otro día, frente a su imagen, dos enemigos acérrimos fray Miguel Raggio y Battino Marini, se reconciliaron dándose el abrazo de la paz y al cabo de un tiempo se producían curaciones, se solucionaban diferendos y se concedían peticiones, todo por medio de la Virgen del Huerto.
Santa Patrona de Chiavari El 7 de marzo de 1634 el Consejo de Gobierno de la ciudad declaró a la Virgen del Huerto patrona de la población y del distrito de Chiávari y el 8 de septiembre el sector de la pared donde se hallaba pintada la imagen fue trasladado al Altar Mayor del santuario, inaugurado el año anterior.
En 1769 Nuestra Señora del Huerto fue solemnemente coronada con oro del Capitolio Vaticano y su iglesia entregada a la congregación de los Carmelitas Descalzos quienes la tuvieron en su poder hasta 1797, cuando al proclamar Napoleón la República Ligur, se alejaron. En 1892, instituida la nueva diócesis de Chiavari, S.S. León XIII elevó el santuario a Catedral designando dos años después a su primer obispo, Monseñor Fortunato Vinelli. El 3 de julio de 1907 San Pío X la elevó a Basílica
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Hijas de María Santísima del Huerto
En 1829 San Antonio María Gianelli, obispo de Bobbio, se inspiró frente a la sagrada imagen para fundar la congregación de las Hijas de María Santísima del Huerto, venerable instituto que, desde Italia y España hasta Palestina y la India, pasando por América del Sur y las tierras del Congo, difundió por el mundo su sagrada devoción.
Oración a Nuestra Señora del Huerto
¡Oh, María del Huerto! Madre piadosísima, dignaos aceptar benigna la pobre ofrenda de nuestros obsequios y oraciones que, como hijos amantes, venimos a ofreceros.
Dignaos inclinar vuestros oídos a nuestras humildes súplicas para que no sea vana la confianza que en Vos ponemos, seguros de obtener de vuestro divino Hijo el perdón de nuestros pecados y el favor particular que solicitamos por vuestra poderosa mediación.
Alcanzadnos a todos la gracia de la perseverancia final, viviendo y muriendo como verdaderos hijos vuestros, para poder bendecir y alabar a Dios eternamente y ensalzar para siempre vuestras misericordias en el Huerto dichoso de la Jerusalén celestial. Amén.
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