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jueves, 6 de mayo de 2010
CUERPOS INCORRUPTOS DE SANTOS CATOLICOS, DANDO COMO DEMOSTRACION QUE EL PODER DE DIOS ES GRANDE Y PODEROSO.
Se expone a los fieles el cuerpo incorrupto de Doña María Coronel
SEVILLA. Siguiendo una tradición secular, hoy, 2 de diciembre MMII, se expone a la veneración de los fieles, en el monasterio de Santa Inés, calla Doña María Coronel nº5-Sevilla, el cuerpo incorrupto de Doña María Coronel, protagonista de una de las más bellas leyendas de Sevilla.
El rey don Pedro I el Cruel (1334 †1369) la requirió de amores, y ella para huir de su acoso, se refugió en el monasterio de franciscanas clarisas de Santa Clara, situado junto a la Torre de Don Fadrique. Allí mandó el rey don Pedro a sus esbirros a buscarla. Cuenta la leyenda que doña María Coronel se hizo enterrar a los pies de la Torre de Don Fadrique para que los soldados no la encontraran, pero se notaba que la tierra estaba acabada de remover. Cuando llegaron los soldados, en el lugar en el que se había escondido habían brotado unas matas de perejil y no pudieron encontrarla. En otra ocasión el rey, que estaba muy enamorado de la bella dama, mandó de nuevo a sus tropas para apresarla. En la cocina del monasterio de Santa Clara doña María Coronel se desfiguró el rostro vertiéndose una sartén de aceite hirviendo. Estas quemaduras se aprecian en su cuerpo incorrupto.
Doña María Coronel era hija del noble don Alfonso Fernández Coronel, que cayó en desgracia ante el rey Don Pedro I, apodado por unos el Cruel y por otros el Justiciero. Don Pedro lo mandó matar y se apropió de sus casas. También mató al marido de doña María Coronel, don Juan de la Cerda.
Muerto el rey don Pedro a manos de su hermano don Enrique el de las Mercedes, doña Maria Coronel fundó en el monasterio de Santa Inés en las casas de su padre que le fueron devueltas.
Hoy, la iglesia del monasterio de Santa Inés, en cuyo coro se expone la urna con el cuerpo incorrupto de la dama sevillana, estará abierta a los fieles de 9 de la mañana a una de la tarde y de cuatro de la tarde a ocho de la noche. El público podrá visitar el bello compás del monasterio y la iglesia, que tiene imágenes de Martínez Montañés y unos impresionantes azulejos del siglo XIV. Este bello templo es también famoso porque en él se desarrolló la leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer «Maese Pérez el organista».
En el torno pueden adquirirse los famosos bollitos de Santa Inés, el más antiguo de los dulces que elaboran las clarisas, ya lo hacían en el siglo XIV y una delicia de harina, aceite y azúcar. Asimismo las clarisas elaboran las pastas de Santa Inés y de Santa Clara, tortas de aceite, tortas de polvorón, tortas de chocolate, pastas, almendradas, cortadillos, magdalenas, sultanas, empanadillas, roscos de vino, mantecado y mantecados de almendra.
(En el MMVIII puede verse siempre el cuerpo incorrupto de la santa mujer).
Dios tiene muchas formas de manifestar su Omnipotencia, de forma sensible, frente a todos nosotros. Una de las más admirables es la que se refiere a los Santos Cuerpos Incorruptos.
Recientemente se procedió en el Vaticano a la apertura de la tumba del Papa Juan XXIII, cuya obra más significativa fue la realización del Concilio Vaticano II. Para sorpresa de quienes realizaron la ceremonia, y pese a las décadas que transcurrieron desde su muerte, su cuerpo se encontraba totalmente incorrupto. Sus restos, de tal modo, están ahora expuestos en la Basílica de San Pedro en una urna de cristal, para admiración de quienes lo visitan.
Pero no es la primera vez que esto ocurre, ya que son muchos los casos de Santos que pese a las décadas o siglos de su muerte, tienen sus cuerpos en estado de incorruptibilidad. El caso de Santa Bernardita de Soubirous, la vidente de la aparición de Lourdes, es uno de los más admirables y conocidos. Su rostro muestra aún hoy una paz y alegría que reflejan la felicidad que ella sintió en el momento en que alcanzó las puertas de la Patria Celestial.
También el cuerpo del Santo Cura de Ars, Juan María Bautista Vianney, está incorrupto. El vivió una vida de proezas místicas, de lucha contra el demonio, de incansable trabajo en el confesionario, de hechos místicos resaltables como la bilocación de su cuerpo y de perfume de santidad, entre muchos otros.
Jacinta Marto, la niña que junto a su hermano Francisco y su prima Lucía Dos Santos recibieron la visita de la Mujer vestida del sol en Fátima, mostró su rostro de niña angelical totalmente incorrupto cuando varios años después de su muerte se mudaron sus restos en Portugal.
El corazón de San Vicente de Paul, fundador de la orden de los Vicentinos, se encuentra también incorrupto, así como varias partes del cuerpo de San Francisco Javier, el sacerdote que evangelizó varios países de Asia hace algunos siglos.
Y así se puede nombrar a Santa Clara de Asís, Santa Imelda, Santa Margarita, Santa Rita de Cascia, San Juan Bosco, Santa Catalina de Labouré, el argentino Fray Mamerto Esquiú, San Peregrino Laziosi y tantos otros Santos que dan testimonio de la Presencia viva de Jesús obrando hoy entre nosotros.
Mucha gente vive con la convicción de que los milagros obrados por Dios son cosa del pasado, o que las manifestaciones celestiales culminaron con la Ascensión de Jesús o a lo sumo durante los primeros siglos de la Iglesia. Sin embargo Dios nos sigue mostrando que Su mano sigue obrando a nuestro alrededor para llamar nuestra atención hacia la necesidad de reconocer la existencia del mundo sobrenatural entre nosotros.
Pero, ¿cuál es el sentido y el mensaje del Cielo al mantener los cuerpos de estas almas en un estado que desafía las leyes naturales?. Sin dudas que el principal significado es el de indicarnos a las claras Su predilección por aquellos que se santificaron, que vivieron una existencia de búsqueda de la entrega total a la Voluntad de Dios. Jesús nos marca con Su Presencia Mística a aquellos que debemos mirar como ejemplos del camino a seguir.
Mientras tanto el mundo nos llama con sus inconsistentes mensajes orientados al materialismo, a la negación de la Presencia de Dios en cada pequeña cosa que vivimos, a la vida vacía de contenido espiritual. Dios, con sus mensajes de Presencia y desafiando las leyes de Su Creación, nos enseña que El todo lo puede, sobremanera cuando se está en la presencia de almas santificadas.
Levantemos nuestros ojos a lo alto, veamos la magnífica manifestación de Dios actuando frente a todos nosotros en el testimonio de los milagros más sorprendentes. No dejemos que las cosas del mundo obstaculicen nuestra visión y nuestro entendimiento. Si Dios nos llama de tan diversas maneras, ¿qué sentido tiene seguir viviendo apegados al frenesí de luchar por cosas que no tienen sentido alguno para la trascendente misión de nuestra propia salvación
Historias de cuerpos de santos incorruptos.
Relatamos algunas historias referidas a Santos cuyos cuerpos presentan signos de incorruptibilidad. Algunas veces es el cuerpo completo que perdura durante muchos años, en otros casos son algunos órganos que se mantienen incorruptos. Dios realiza Su Voluntad de las maneras más diversas. No tiene sentido tratar de entender desde la lógica humana el porqué de las manifestaciones celestiales entre nosotros. Sólo se puede concluir que el Señor busca llamar a nuestra dormida fe mediante distintos prodigios, de tal modo de prender fuego a nuestros corazones impregnados de ceguera, iluminando nuestro camino de allí en adelante.
Juan XXIII: prodigio de nuestros tiempos.
Un hecho reciente sacude nuestros corazones: los milagros están a nuestro alrededor, solo hay que saber verlos. Noticias periodísticas del 27 de marzo de 2001 informaron que un cardenal presente durante la apertura del ataúd del Papa Juan XXIII manifestó que sus restos estaban como si hubiera muerto ayer, después de 38 años de su fallecimiento. “Ninguna parte de su cuerpo estaba descompuesta”, declaró el Cardenal Virgilio Noe, Párroco Mayor de la Basílica de San Pedro. El fue el supervisor de la apertura del ataúd, como parte del proceso de traslado del Papa Bueno a un lugar más accesible por los peregrinos que visitan el Vaticano. “Es como si hubiera muerto ayer”, manifestó el purpurado. Su rostro luce tranquilo, la serenidad que tuvo en vida aún se muestra presente en su expresión. Es importante resaltar que el hecho de que su cuerpo se presente incorrupto pese a las décadas transcurridas, sin haber mediado tratamiento o embalsamamiento alguno, constituye un indicio importante de Santidad. La iglesia sabe muy bien que muchos cuerpos de santos han presentado signos de incorruptibilidad, por lo que otorga un gran valor a este hecho en todo proceso de canonización.
Ante este prodigio de Dios se ha decidido exponer el cuerpo incorrupto del Papa Juan XXIII en el Vaticano, para que la Potencia de Dios quede a la luz de los hombres. Las almas deben despertarse ante esta manifestación, tan como ocurría en Galilea dos mil años atrás, ante los milagros obrados por el propio Cristo. Jesús sigue actuando entre nosotros, ya que la obra de Evangelización no ha terminado, sino que está ingresando en épocas de mayor necesidad, ante la corrupción que ha invadido al mundo.
Juan XXII reinó desde 1958 a 1963 y fue conocido como el Papa Bueno debido a su naturaleza jovial y bondadosa. Marcó un cambio importante en la historia de la Iglesia al realizarce durante su papado el Concilio Vaticano II, el cual trajo una era de renovación que él mismo anunció: “hay que abrir las ventanas de la iglesia para que entre el soplo del Espíritu Santo”. También tuvo participación en la resolución pacífica de la crisis desatada entre la ex URSS y los EUA en 1962, conocida como la crisis de los misiles de Cuba. El mundo estuvo a un palmo de caer en la tercera guerra mundial en ese momento, quizás con mas de mil millones de muertos, como el Propio John Kennedy anunció. Dios nos concedió la gracia de evitar que caigamos en esta gigantesca tragedia, utilizando como instrumento al representante de Su Hijo en la tierra, el Papa Bueno. ¡Nada es casual!.
A partir del 3 de junio de 2001 el cuerpo incorrupto del Papa Bueno se expone en una urna de cristal en el Vaticano, como testimonio vivo de Dios actuando entre nosotros. Multitudes se presentan a admirar al Papa amado, sonriente como si hubiera muerto ayer. Las almas se conmueven ante el milagro inocultable, ante la Presencia de Dios manifiesta en la carne de quien supo conducir a la iglesia, milagrosamente conservada de la corrupción que el tiempo inevitablemente produce.
¡Jesús está vivo!. ¿Qué otra prueba necesitamos?
Santa Bernardita de Soubirous/Lourdes.
Bernardita nació en Lourdes, Francia, en 1844. El 11 de febrero de 1858 ella fue enviada por sus padres, con su hermana menor y una amiga, a buscar leña. En una gruta llamada Massabielle, ella vio entonces a La Inmaculada Concepción, la Virgen María. La Madre de Dios sonrió a Bernardita y le hizo la señal de la Cruz con un Rosario de marfil y oro, haciéndola caer de rodillas. María, vestida de azul y blanco, se le apareció y le habló en diecisiete oportunidades más.
Siendo aún muy joven Bernardita se ordenó como religiosa en la orden de las Hermanas de la Caridad de Nevers, viviendo una vida de humildad y oración por largos años. Transcurrió mucho tiempo enferma en la enfermería del convento, de tal modo que una cohermana un día la acusó de ser una haragana. Bernardita simplemente le respondió que su trabajo era el de estar enferma. Sin dudas su dolor y sufrimiento eran recibidos por Dios como reparación de los pecados de muchas otras almas. María le había prometido durante las apariciones que su felicidad no iba a darse en este mundo, sino en el próximo. Así, ella entró en el Reino de Dios el 16 de abril de 1879.
Su cuerpo, aún incorrupto en la actualidad, está expuesto en una urna de cristal en el convento de San Gildard, en Nevers, Francia. Miremos el rostro resplandeciente, pleno de felicidad, de Santa Bernardita. Ella nos muestra con qué alegría se llega al final de la vida, cuanto se tiene la seguridad plena de estar entrando en la Patria Celestial.
Santa Catalina de Labouré/La Medalla Milagrosa.
Nacida en Burgundy, Francia, el 2 de mayo de 1806. Hija de una humilde y numerosa familia rural, la pronta muerte de su madre la dejó en las manos de la Madre Celestial, a la que se entregó desde temprana edad. Un sacerdote que ella desconoce se le aparece en un sueño y le pide que se consagre a la vida religiosa, mas esto no cuenta con el apoyo de su padre. Finalmente descubre en una estampa al sacerdote de su sueño: es San Vicente de Paul, con lo que confirma su vocacion de alma consagrada. Luego de vencer la resistencia paterna ingresa como religiosa en el convento de la Rue de Bac, en París, donde el 18 de julio de 1830 se le aparece por primera vez la Madre Celestial. Entre otros mensajes, María le entrega la imagen de una medalla que Ella desea se difunda por el mundo entero. En base a los múltiples milagros ocurridos, la medalla y la imagen de María como se apareció en la Rue de Bac a Santa Catalina, se difunden alrededor del mundo bajo la advocación de la Medalla Milagrosa. Miles de millones de medallas inundan el mundo, enamorando a los fieles de todas las naciones.
Catalina fallece el 31 de diciembre de 1876 en estado de santidad, siendo canonizada el 27 de julio de 1947.
El cuerpo incorrupto de Catalina es admirado por miles de extasiados peregrinos aún hoy en el convento de la Rue de Bac, en Paris. Allí es posible ver en una urna de cristal el rostro fresco de Santa Catalina de Labouré, como si hubiera muerto ayer. Un milagro de Dios a la vista de todos los hombres que necesitan ver para creer.
El Padre Pío de Pietrelcina fue un hombre elegido por Cristo para llevar los padecimientos de la crucifixión en su cuerpo, durante 50 años de su vida. Las llagas en sus manos, en sus pies, y en el costado de su pecho eran permanentes, sangraban y no cicatrizaban, no supuraban, ni coagulaban. Durante su vida recibió el don de la bilocación, que es la posibilidad milagrosa de estar en dos sitios a la vez; el don de lenguas, por el cual podía darse a entender en diferentes idiomas, aunque nunca los hubiera aprendido; podía ver el corazón de los fieles, sus pecados y su arrepentimientos; curar enfermos. Amó incansablemente hasta las últimas consecuencias a Cristo y a sus "hijos espirituales".
Enardecido por el amor a Dios y al prójimo, Padre Pío vivió en plenitud la vocación de colaborar en la redención del hombre mediante la dirección espiritual de los fieles, la confesión y la celebración de la Eucaristía. El momento cumbre de su actividad apostólica era aquél en el que celebraba la Santa Misa. Los fieles que participaban en la misma percibían la altura y profundidad de su espiritualidad.
En el orden de la caridad social se comprometió en aliviar los dolores y las miserias de tantas familias, especialmente con la fundación de la «Casa del Alivio del Sufrimiento», inaugurada el 5 de mayo de 1956. Estuvo dedicado asiduamente a la oración. Pasaba el día y gran parte de la noche en coloquio con Dios. Decía: «En los libros buscamos a Dios, en la oración lo encontramos. La oración es la llave que abre el corazón de Dios». La fe lo llevó siempre a la aceptación de la voluntad misteriosa de Dios.
Estuvo siempre inmerso en las realidades sobrenaturales. No era solamente el hombre de la esperanza y de la confianza total en Dios, sino que infundía, con las palabras y el ejemplo, estas virtudes en todos aquellos que se le acercaban.
El amor de Dios le llenaba totalmente, colmando todas sus esperanzas: amar a Dios y hacerlo amar. Su preocupación particular: crecer y hacer crecer en la caridad.
Expresó su caridad acogiendo, a muchísimas personas que acudían a su confesionario, recibiendo su consejo y su consuelo. Era como un asedio: lo buscaban en la iglesia, en la sacristía y en el convento. Y él se daba a todos, haciendo renacer la fe, distribuyendo la gracia y llevando luz. Pero especialmente en los pobres, en quienes sufrían y en los enfermos, él veía la imagen de Cristo y se entregaba especialmente a ellos. Su preocupación era la gloria de Dios y el bien de las almas.
Comprendió bien pronto que su camino era el de la Cruz y lo aceptó inmediatamente con valor y por amor. Durante años soportó los dolores de sus llagas con admirable serenidad. Aceptó en silencio las numerosas intervenciones de las Autoridades y calló siempre ante las calumnias. Recurrió habitualmente a la mortificación para conseguir la virtud de la templanza, de acuerdo con el estilo franciscano. Era templado en la mentalidad y en el modo de vivir.
Consciente de los compromisos adquiridos con la vida consagrada, observó con generosidad los votos profesados. Obedeció en todo las órdenes de sus superiores, incluso cuando eran difíciles. Vivió el espíritu de pobreza con total desprendimiento de sí mismo, de los bienes terrenos, de las comodidades y de los honores. Tuvo siempre una gran predilección por la virtud de la castidad. Su comportamiento fue modesto en todas partes y con todos.
Se consideraba sinceramente inútil, indigno de los dones de Dios, lleno de miserias y a la vez de favores divinos. En medio de tanta admiración del mundo, repetía: «Quiero ser sólo un pobre fraile que reza».
Su salud, desde la juventud, no fue muy robusta y, especialmente, en los últimos años de su vida, empeoró rápidamente.
La muerte lo sorprendió preparado y sereno el 23 de septiembre de 1968, a los 81 años de edad. La concurrencia a su funeral fue extraordinaria.
Laura Evangelista Alvarado Cardozo, conocida como la Madre María de San José, o simplemente como Madre María, (Choroní, Aragua, 25 de abril de 1875 — Maracay, Venezuela, 2 de abril de 1967) es una Beata de la O.S.A de la Iglesia Católica originaria del entonces Estado Guzmán Blanco, en Venezuela. Existe cierta discusión con su segundo nombre, ya que algunos afirman que se llamaba Laura Elena Alvarado Cardozo pero por una tradición religiosa de aquella fecha se les asignaba a los muchachos al nacer o poco tiempo después, el nombre del Santo en el día en el que nacieron y por lo tanto ella recibió el nombre de Evangelista.
Fue una religiosa contemporánea del Venerable Doctor José Gregorio Hernández, que desde muy temprana edad mostro su devoción por Dios. Luego de una larga y activa vida llena de grandes labores y deseo de ayudar con su prójimo, el 2 de abril de 1967 sufre una trombosis que termina quitando su vida. Estuvo consciente que faltaba poco para su muerte y pidió que se le concediera la posibilidad de que su cuerpo se enterrara en la capilla del Asilo Inmaculada Concepción. Es la primera Beata de Venezuela, privilegio que comparte con la Madre Candelaria de San José.
BAJADA DE LA CHINITA
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Nuestra Señora del Huerto
Virgen del Huerto
A fines del siglo XV una devota mujer de Chavarri, en la provincia de Génova, mandó pintar sobre el muro de un huerto una bella imagen de la Madre y el Niño, en señal de gratitud por haber sido salvada del flagelo de la peste
En 1493 una grave epidemia de cólera azotó a la ciudad de Génova, alcanzando la vecina localidad de Chiavari donde María Turquina Quercio, piadosa mujer del suburbio de Rupinaro, prometió a la Virgen una señal de público reconocimiento si la mantenía inmune a la peste. Señal de agradecimiento
Superado el flagelo, María Turquina encargó al artista Benedicto Borzone pintar sobre un muro del huerto ubicado entre el Palacio de Gobierno y el puerto, una imagen de la Santa Madre y el Niño junto a San Sebastián y San Roque, santos protectores de los enfermos. La imagen debía ser venerada por los transeúntes que, en su diario trajín, no tenían tiempo de entrar al templo para orar.
Poniendo todo su empeño Borzone logró expresar de manera admirable la bondad de la Santísima Virgen y la fuerza de su protección, obteniendo el bello y colorido retrato que conocemos.
Con el paso de los años el huerto fue transformado en depósito y chiquero pero la bella pintura siguió allí, manteniendo su aspecto y tonalidad y llamando poderosamente la atención de quienes pasaban por el lugar.
En 1528 la peste volvió a castigar la Liguria, abatiéndose con especial fuerza en Chavari, hecho que acrecentó la devoción por la imagen. Por esa razón, las autoridades de la ciudad decidieron construirle un altar que permitiese a los fieles inclinarse y orar ante ella.
Apariciones y milagros La noche del 18 de diciembre de 1609, Gerónima Turrio, una lavandera del barrio de Rupinaro, rezaba frente a la Virgen cuando, repentinamente, la pintura comenzó a irradiar una luz intensa. El prodigio se conoció en los alrededores y al cabo de un tiempo, cientos de peregrinos comenzaron a acudir al lugar para implorar gracias.
La fama de Nuestra Señora del Huerto se vio reforzada el 2 de julio de 1610 cuando, en horas de la mañana, se le apareció a Sebastián Descalzo, un humilde poblador de las inmediaciones, quien en esos momentos caminaba desde su casa al suburbio de Carasco, recitando sus oraciones.
Transitaba Sebastián la plaza de la ciudad cuando vio frente a sí a la Virgen bendita luciendo un hermoso manto celeste. Poco después, comenzaron los milagros. Una rajadura que atravezó el muro de un extremo a otro de la pintura, se reparó sola, sin la intervención de ningún albañil. Otro día, frente a su imagen, dos enemigos acérrimos fray Miguel Raggio y Battino Marini, se reconciliaron dándose el abrazo de la paz y al cabo de un tiempo se producían curaciones, se solucionaban diferendos y se concedían peticiones, todo por medio de la Virgen del Huerto.
Santa Patrona de Chiavari El 7 de marzo de 1634 el Consejo de Gobierno de la ciudad declaró a la Virgen del Huerto patrona de la población y del distrito de Chiávari y el 8 de septiembre el sector de la pared donde se hallaba pintada la imagen fue trasladado al Altar Mayor del santuario, inaugurado el año anterior.
En 1769 Nuestra Señora del Huerto fue solemnemente coronada con oro del Capitolio Vaticano y su iglesia entregada a la congregación de los Carmelitas Descalzos quienes la tuvieron en su poder hasta 1797, cuando al proclamar Napoleón la República Ligur, se alejaron. En 1892, instituida la nueva diócesis de Chiavari, S.S. León XIII elevó el santuario a Catedral designando dos años después a su primer obispo, Monseñor Fortunato Vinelli. El 3 de julio de 1907 San Pío X la elevó a Basílica
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Hijas de María Santísima del Huerto
En 1829 San Antonio María Gianelli, obispo de Bobbio, se inspiró frente a la sagrada imagen para fundar la congregación de las Hijas de María Santísima del Huerto, venerable instituto que, desde Italia y España hasta Palestina y la India, pasando por América del Sur y las tierras del Congo, difundió por el mundo su sagrada devoción.
Oración a Nuestra Señora del Huerto
¡Oh, María del Huerto! Madre piadosísima, dignaos aceptar benigna la pobre ofrenda de nuestros obsequios y oraciones que, como hijos amantes, venimos a ofreceros.
Dignaos inclinar vuestros oídos a nuestras humildes súplicas para que no sea vana la confianza que en Vos ponemos, seguros de obtener de vuestro divino Hijo el perdón de nuestros pecados y el favor particular que solicitamos por vuestra poderosa mediación.
Alcanzadnos a todos la gracia de la perseverancia final, viviendo y muriendo como verdaderos hijos vuestros, para poder bendecir y alabar a Dios eternamente y ensalzar para siempre vuestras misericordias en el Huerto dichoso de la Jerusalén celestial. Amén.
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