MENSAJE 1
25 de marzo de 1945
(Fiesta de la Anunciación a María, Domingo de Ramos)
Era el 25 de marzo de 1945, fiesta de la Anunciación. Mis hermanas y yo estábamos sentadas alrededor de la estufa de la calefacción, conversando. Era tiempo de guerra y fue un invierno de hambre. El Padre Frehe se encontraba ese día en la ciudad y vino a visitarnos. (El Padre J. Frehe, O.P., fue el director espiritual y confesor de Ida por 50 años, entre 1917 y 1967.)
Estábamos muy entretenidos hablando, cuando de repente me sentí atraída hacia la habitación de al lado y de pronto vi salir una luz. Yo me levanté y fui hacia allí. La pared desapareció ante mis ojos y todo lo que allí estaba había desaparecido. Era todo un mar de luz y un vacío profundo. Y de esa profundidad vi surgir de pronto una figura viviente, una silueta femenina. La vi a mi izquierda, sobre mí, vestida con un traje largo y blanco y con un cinturón; realmente femenina. Estaba con los brazos extendidos hacia abajo y con las palmas de las manos abiertas. Mientras la contemplaba, tuve una sensación extraordinaria. Pensé: "Tiene que ser la Santísima Virgen, no cabe duda".
Entonces, la figura empieza a hablarme y me dice: "Repite lo que digo". Ella habla muy despacio y yo empiezo a repetir palabra por palabra. Ella levanta primero tres dedos, luego cuatro y después cinco, mientras me dice: "Ese 3, es marzo. El 4, es abril. Y el 5, es el 5 de mayo". (5 de mayo de 1945: Anunciación de la liberación de Holanda de la ocupación alemana.)
Entonces Ella muestra el rosario y dice: "Es gracias a esto. ¡Perseverad!" Se detiene un instante y dice: "Hay que difundir la oración". Después veo a mi alrededor muchos soldados, son aliados, y La Señora los señala. Entonces toma la crucecita del rosario y señala el crucifijo. Indica de nuevo a los soldados. Yo comprendo que ese debería ser el apoyo de la vida de los soldados, porque la voz dice: "Ahora éstos se irán pronto a casa". Y señala a las tropas.
Mis hermanas y el Padre Frehe se acercaron a mi lado, de pie. Oyendo él que yo hablaba, dijo a una de mis hermanas: "Escribe lo que dice." Después de haber dicho un par de oraciones, le oí decir: "Oye, pregúntale quién es." Y entonces yo pregunto: "¿Es usted María?" La figura me sonríe y responde: "Me llamarán La Señora, Madre".
Esa imagen desaparece ante mis ojos y después me miro la mano. Entonces colocan una cruz delante de mí, y yo tengo que levantarla. Yo la levanto lentamente y es muy pesada. Después que la figura dijo todo, se fue lentamente. A continuación desapareció también la luz y a mi alrededor en la habitación vi todo como siempre.
21 de abril de 1945
De repente me veo llevada a una iglesia. Entonces me digo: "Estoy frente a un altar especial y veo la imagen de La Señora." Es una imagen de La Señora, como la vi la primera vez. Se encuentra rodeada de flores. Hasta en los peldaños del altar veo una enorme cantidad de flores. Miles de personas están arrodilladas ante el altar.
La imagen me mira y amonesta con el dedo. Tres veces dice: "Vosotros, hombres, conservaréis la paz si creeis en Él. Difunde esto". Diciendo así, La Señora me pone un crucifijo en la mano y señala el crucifijo, que tengo que mostrar a mi alrededor.
Después me lleva como afuera de la iglesia, y allí, frente a mí, veo un vacío infinito. Pero mientras miro el vacío, veo en él cabezas humanas. Entonces es como si tuviera que sacar de acá y de allá alguna que otra, y la imagen me dice: "Son personajes que otra vez están planeando algo".
Entonces veo una escena de gentes que huyen y se alejan, y en mi interior percibo: "Esto es el éxodo de los hebreos de Egipto". Mientras La Señora indica el éxodo, dice: "Pero Israel resurgirá". Sobre la escena del éxodo, veo en las nubes una figura de Dios Padre. Se cubre los ojos con las manos y La Señora me dice: "Y Yahvé se avergüenza de su pueblo".
Después veo muy claramente la escena de Caín y Abel. Y allí hay realmente una gran mandíbula de asno. Veo a Caín huir. A continuación, veo a alguien con una túnica larga, con barba, y en sus manos dos tablas de piedra. Las tablas están escritas en un idioma que no conozco. Entonces las dos tablas se hacen añicos. Veo los pedazos tirados en la arena.
Después, soy puesta de nuevo ante el altar y veo como una procesión que pasa afuera de la iglesia. La Señora me la indica y dice: "Esa es la procesión del Milagro de Amsterdam". Veo pasar la procesión por el centro antiguo de la ciudad. Hay también un sacerdote que camina delante con Nuestro Señor. Entonces veo que la procesión se dirige de repente hacia esta parte (el sur de Amsterdam), hacia una explanada. Después todo desaparece.
Oigo otra vez esa voz y veo de repente un altar para sacrificios antiguo. El humo desciende. Oigo esa voz que dice: "Yahvé advierte a su pueblo." Entonces oigo: "Sed fieles. Han dispersado a mis ovejas". Al oír estas últimas palabras, veo ovejas que se separan y que se van por todo el mundo.
La Señora planta ahora una Cruz sobre el altar de los sacrificios y entonces veo como si el mundo entero estuviera allí alrededor. Sin embargo, todos están cabizbajos y apartados de la Cruz. Entonces oigo: "Venid, fieles". Y veo que se pasa un cáliz entre la multitud. "Pero para una parte es inútil" oigo decir.
Tengo que mirar hacia arriba y de repente veo a La Señora de pie, que sonríe, extiende los brazos y dice: "Ven". Ante mí se encuentra una multitud de toda clase de hombres: señores, hombres fuertes; también sacerdotes y religiosos, vestidos de negro. Hay entre ellos gente buena y menos buena. La Señora los invita a ir con Ella. Ahora veo un camino largo y difícil ante a mí y al final una luz resplandeciente. "Eso es" dice La Señora y con un gran gesto indica a los hombres que tienen que ir por dicho camino. Es difícil y fatigoso; algunos caen por los dos lados. La Señora los mira con materna solicitud y les sonríe siempre. Entonces veo escrito ante a mí: "Volver a la vida con Cristo".
Después de esto La Señora mira triste y dice: "Inglaterra me volverá a encontrar". Hace una pausa y entonces dice bajo y lentamente: "También América". Entonces La Señora se va lentamente y veo una niebla extraña que se extendiende sobre el mundo.
29 de agosto de 1945
Veo a La Señora de pie. Me indica que tengo que mirarme la mano. Veo como si de ella salieran cosas extrañas. Veo una gran tristeza; me la ponen en la mano y tengo que mirarla. Cuando miro mi mano, siento que me sobreviene una gran tristeza. La Señora sonríe y dice: "Pero después vendrá la alegría". En ese momento puedo sentir también la alegría. Veo rayos, rayos luminosos.
Después veo grandes edificios, iglesias. Aparecen toda clase de iglesias, no sólo católicas. La Señora dice: "Tiene que formarse una sola Comunidad". Al oir estas palabras siento unos terribles dolores en mi mano. Estas iglesias serán azotadas por tormentas.
La Señora muestra ahora tres Papas. A la izquierda, en lo alto, está el Papa Pío X. En medio está nuestro Papa, Pío XII, y a la derecha veo un nuevo Papa. (Cuando en 1963 el cardenal Montini fue elegido Papa (Pablo VI) y la vidente lo vió en la televisión, lo reconoció inmediatamente como el tercer Papa de la visión.) La Señora señala los tres Papas y dice: "Estos tres son una época. Este Papa y el nuevo (Pablo VI) son los luchadores".
Entonces La Señora señala una nueva guerra, pero extraña, para mucho más tarde, que ocasionará terribles desastres. (Ida reconoció en 1991 la guerra del Golfo y los misiles, que entonces no se conocían, por ello dice "guerra, pero extraña".)
Ahora veo pasar filas de jóvenes eclesiásticos. La Señora dice: "Sin embargo, hay mucho que cambiar en la Iglesia. La formación de los eclesiásticos tendrá que ser modificada; más moderna, una formación que sirva para este tiempo, pero buena, con el buen espíritu". La Señora dice esto último con fuerza. Veo de repente una paloma que vuela alrededor de mi mano. La agarran, pero ella sigue volando alrededor. La paloma emana nuevos rayos. Entonces La Señora señala al Papa y dice: "Hay que dar mayor espacio, más espacio social. Diversas tendencias se inclinan hacia el socialismo, lo cual está bien, pero eso puede hacerse bajo la dirección de la Iglesia".
La Señora pone un rostro afligido y dice: "Hay muchísimo que cambiar en la formación". Veo enormes corrientes contrarias; muchas oposiciones en contra de eso en la Iglesia. Y entonces La Señora se va de repente.
7 de octubre de 1945
(Fiesta de Nuestra Señora del Rosario)
Veo un sol y una media luna, y percibo en mi interior: Eso es el Extremo Oriente. En China veo una bandera roja. (Cuatro años más tarde, en 1949, después de una terrible guerra civil, se declaró la República Popular de China Comunista y su nueva bandera.) Después veo musulmanes y otros pueblos, veo por un lado rojo y por el otro negro, pero este último mucho menos. Oigo esa voz que dice: "Es como si se encogiera".
Entonces veo un camino largo y hermoso. Tengo que ir por ese camino, pero siento como si no tuviera ganas. Yo represento a la humanidad. Entonces voy por ese camino. Estoy tan cansada, pero de todas formas he de proseguir, aunque sea muy despacio. Estoy al final del camino y me encuentro ante un castillo grande, con torres. La puerta se abre de adentro hacia afuera. Una mano me invita a entrar, pero yo no quiero. Es como si quisiera echarme atrás; pero de todas formas entro. Alguien me toma de la mano y veo a la Dama de blanco, a La Señora. Me sonríe y me dice: "Ven". Siento dolor en mi mano y casi no lo soporto, pero La Señora me la tiene fuerte y proseguimos juntas.
Llego a un jardín hermoso, magnífico, muy diferente de los que se ven aquí en la tierra. La Señora me lleva a un sitio y dice:
"Ésta es la Justicia; ellos tienen que buscarla allá afuera y volver a encontrarla, porque si no el mundo se perderá de nuevo".
Mientras La Señora dice eso, indica hacia afuera. Es como si yo pudiera sentir la Justicia. ¡La mano me duele tanto! no lo soporto, pero La Señora sonríe y seguimos.
Vamos a otra parte del jardín. La Señora dice, mientras mueve el dedo como advirtiendo: "Esta es la Verdad. Escucha bien. También la Verdad está aquí dentro, pero no ahí afuera, en absoluto" dice de nuevo. También la Verdad llega a mí como una sensación. Quiero soltarme de su mano y digo: "¡Es tan pesada!".
Pero entonces La Señora me señala algo y es como si yo, volando como un pájaro, me encontrara sobre algo. Levanto dos dedos y veo de pronto a nuestro Papa y allá abajo el Vaticano. Después veo toda la Iglesia de Roma. Sobre el Vaticano, en el aire, veo escrito con letras grandes y claras: “Encíclicas”. "¡Ése es el buen camino!" me dice La Señora con fuerza. "Pero no son puestas en práctica" añade tristemente. Veo de nuevo el Vaticano y toda la Iglesia Católica a su alrededor. La Señora me mira y se lleva un dedo a los labios, diciéndome: "Esto es como un secreto entre tú y yo" y de nuevo se pone el dedo sobre los labios y dice en voz muy baja: "No siempre ahí tampoco..." Me sonríe de nuevo, me mira como dándome ánimo y luego dice: "Pero puede arreglarse".
Y entonces veo otras iglesias de diferentes confesiones. La Señora levanta el dedo advirtiendo y dice, mientras me muestra otra vez toda la Iglesia Católica: "Sin duda la Iglesia Católica puede crecer, pero…" Entonces se detiene y veo pasar ante mí filas enteras de clérigos, de estudiantes, de monjas, etc. La Señora mueve otra vez la cabeza y dice con énfasis: "Es muy triste, pero todo eso no sirve para nada". Y otra vez dice: "Todo eso no sirve para nada". Ella mira seriamente a su alrededor e indica a los estudiantes, sacerdotes y religiosos, diciendo con tono firme: "Una mejor formación, conforme a los tiempos, más moderna, más social".
Entonces veo volar sobre nuestra Iglesia una paloma negra. Yo digo: "No blanca, sino negra" La Señora señala la paloma y dice:
"Ese es el viejo espíritu, que tiene que desaparecer". Veo de repente que esa paloma se transforma en una paloma blanca. La Señora dice: "Esta es una nueva Paloma, blanca. Ella envía sus rayos por todas partes, porque el mundo se está tambaleando; un par de años más y el mundo se destruiría, pero Él vendrá y restaurará el mundo. Sin embargo…" La Señora se detiene un instante "...tienen que escuchar". La Señora acentúa la palabra “tienen”, como si advirtiera de nuevo. Luego dice: "Los hombres quieren salir de aquí, no quieren estar en este lugar, ya no les interesa".
Entonces me lleva de nuevo y seguimos hasta el fondo del jardín, hasta que llegamos ante una gran Cruz. "Tómala. Él la llevó antes que tú" dice La Señora. Yo rehúso y siento como si todos los hombres de todo el mundo hicieran lo mismo y volvieran la espalda a la Cruz. Me tira de la mano y veo que La Señora está de nuevo delante de mí, con su mano en la mía, y me dice otra vez:
"Ven".
Y ahora veo una Figura resplandeciente, luminosa, con un vestido largo, que va caminando delante de nosotros. Es la figura de un hombre, pero todo espiritualizado. Lleva una cruz grandísima, como arrastrándola por tierra. No veo su rostro; es todo un rayo de luz. Va por el mundo con la Cruz, pero nadie Lo sigue. "Está solo" me dice La Señora. "Va solo por el mundo y todo seguirá de mal en peor hasta que en un cierto momento suceda algo grave y de repente la Cruz quede plantada en medio del mundo. Ahora sí que tienen que mirar, quieran o no".
Entonces veo muchas imágenes extrañas. Veo caer cruces gamadas (cruces nazis) bajo la Cruz, las veo caer. Después veo estrellas; todas caen; hoces y martillos: todo cae bajo la Cruz. Veo rojo; lo rojo no desaparece del todo. La Señora dice: "Todos miran hacia arriba. Ahora, de repente, sí que quieren, pero a costa de… Estaba todo negro sobre el globo, pero ahora todo está iluminado. Ya ves que nada tiene importancia".
La mano se me vuelve más ligera. Después veo de nuevo a La Señora de pie, con el rosario, y dice: "Seguid rezando; ¡todo el mundo!". Ella señala la Cruz y dice: "Todo el mundo tendrá que volver a ella, desde el más grande al más pequeño, tanto el pobre como el rico; pero costará mucho".
Ahora veo el globo terrestre ante mí, y La Señora, poniendo un pie sobre él, dice: "Yo pongo el pie sobre el mundo. Yo los ayudaré y los conduciré hasta la meta, pero tienen que escuchar". Entonces todo desaparece ante mis ojos.
3 de enero de 1946
Miro de pronto hacia arriba, a mi izquierda y veo otra vez a La Señora de pie. Está toda vestida de blanco y está un poco en alto. Me señala algo. Yo miro, y veo Inglaterra otra vez ante mí. La Señora me dice: "Habrá una lucha en toda Europa y afuera también". Un sentimiento pesado y paralizador y un gran cansancio espiritual se apoderan de mí. La Señora dice: "Es una grave lucha espiritual".
Entonces La Señora me dice: "Ven" y señala mi mano. Es como si en ella me pusieran una cruz. Ahora La Señora indica lo que tengo que hacer. Yo paso alrededor de la tierra con la cruz en la mano y tengo que mostrarla. Entonces La Señora me dice: "Sí, mira esa Cruz". Lo hago, y mientras la miro, la cruz desaparece de mi mano y cierro el puño. También esto he de mirarlo. Entonces dice La Señora: "Ahora mira otra vez la Cruz". Y la cruz está de nuevo en mi mano. La Señora amonesta con el dedo y dice: "Quieren transformar esa Cruz en otras cruces".
Ahora veo diferentes cosas dando vueltas ante mis ojos; comunismo y una especie de corriente nueva que vendrá, una combinación de símbolos nazis y de comunismo.
La Señora dice: "Después veo otra vez ese obispo, que tiene que ver con Inglaterra. La Señora me la señala, y entonces veo sobre la cabeza de ese obispo la palabra Los cristianos se cansarán de luchar". Ella acentúa la palabra "cansarán", y yo siento un cansancio espiritual que se apodera de mí. La Señora señala algo delante de mí y veo un arenal, un desierto. Allí colocan un púlpito. Luego desaparece el púlpito y vuelvo a ver rápidamente el desierto ante a mí. Oigo una voz que grita algo en un idioma extraño, antiguo. Esta escena se repite un par de veces rápidamente ante mis ojos.
Después La Señora señala algo y veo el Vaticano. Es como si diera vueltas en medio del mundo. En el Vaticano veo el Papa con la cabeza levantada y dos dedos en alto. El Papa mira seriamente adelante y yo me doy tres golpes de pecho.
Después veo de pronto a alguien a caballo y con armadura. Cuando pregunto quién es, me responden: "Juana de Arco". Detrás de ella veo de repente surgir una gran catedral. Yo pregunto qué iglesia es y oigo dentro de mí: "Esa es la Catedral de Reims". Veo entonces venir un cortejo que va hacia la iglesia. Es un cortejo de tiempos antiguos, con alguien a caballo que lleva un escudo y una espada; a su alrededor hay muchos escuderos. Yo oigo: "Borbón". Siento entonces: Eso es para más tarde.
Después tengo que mirarme las manos y yo represento a la humanidad. "Están vacías", le digo a La Señora. Ella mira y entonces tengo que juntarlas, levantando los ojos hacia Ella. La Señora me sonríe; es como si bajara un peldaño, y dice: "Ven". Luego es como si fuera con Ella por el mundo. Después siento un enorme cansancio y le digo a La Señora: "Estoy tan cansada, tan desesperadamente cansada". Siento el cansancio en todo el cuerpo. Pero La Señora me lleva aún más lejos. Entonces miro hacia delante y veo ante mí con letras grandes la palabra "Verdad". La leo en voz alta y proseguimos. La Señora menea la cabeza. Mira muy seria y triste y me dice: "¿Ves tú la caridad?"
Me miro de nuevo las manos y digo: "Estas manos están vacías". La Señora me toma otra vez de la mano y seguimos adelante.
Mientras veo ante mí un enorme vacío, oigo que La Señora pregunta: "Justicia, igualdad, ¿dónde está todo eso?"
Entonces veo otra vez la Cruz en el centro del mundo, y La Señora la señala. Yo tengo que llevarla, pero vuelvo la cabeza. Parece como si yo representase a la humanidad y rechazara la Cruz. "¡No!" dice La Señora. "Hay que levantarla y ponerla en el centro. Habrá una categoría de hombres que lucharán, que lucharán por ella, y yo los llevaré a ella". Mientras Ella dice esto, siento un horrible dolor en todo el cuerpo, hasta gemir. "Ay, cuanto duele", le digo a La Señora. Después oigo una voz gritar muy fuerte: "¡Jericó!", y La Señora vuelve a estar en pie en su lugar, en lo alto. Ella mira hacia abajo, me mira y dice: "Ha de ser anunciado lo que te he dicho, de lo contrario no habrá paz".
Veo entonces al Papa ante mí, rodeado de un grupo grande de eclesiásticos y otros señores. "Parece que están en una conferencia", digo yo. Hablan con vehemencia, a veces parece como si estuvieran enojados. La Señora dice: "Esa es la lucha espiritual, que se extiende por el mundo. Es más grave que la otra y el mundo es minado".
Entonces voy como por encima de la tierra y es como si excavara el suelo. Parece como si me fuera enterrando cada vez más bajo tierra y que fuera por toda clase de pasadizos. Después todo se detiene de repente y oigo de pronto: "Aquí estoy". Entonces oigo una voz que dice: "Ego sum" (En latín: “Yo Soy”), y digo en voz baja: "Y el mundo es pequeño". Entonces La Señora dice, mientras señala con el dedo: "Ve y difúndelo". Y de repente todo desaparece.
De repente veo a La Señora de pie. Amonesta con el dedo y dice: "Observa Europa y advierte a los pueblos de Europa". La Señora mira muy seria y dice: "Ora et labora" (En latín: "Reza y trabaja") Y de nuevo amonesta con el dedo. Entonces La Señora me enseña un lobo que va y viene ante mí. Este animal desaparece de pronto. Entonces Ella me muestra una cabeza de oveja y alrededor de ella unos cuernos entrelazados entre sí. Entonces dice La Señora otra vez: "Europa tiene que tener cuidado; advierte a los pueblos de Europa".
Después Ella me muestra Roma. Veo muy claro el Vaticano, que da vueltas. Es como si La Señora me hiciera una señal con el dedo y dice: "Ven, obsérvalo bien". Entonces alza tres dedos y a continuación toda la mano, los cinco dedos. Eso lo repite un par de veces delante de mí. "Mira bien y escucha", dice Ella. "Oriente contra occidente". Entonces oigo decir a La Señora otra vez:
"¡Cuidado, Europa!".
Ahora veo de pronto a Inglaterra delante de mí. La Señora da como un paso hacia abajo, como si pusiera el pie sobre Inglaterra. Miro bien, y veo que La Señora cruza los brazos y advierte de nuevo. Le oigo decir: "Ay de ti, Inglaterra". La Señora me hace una seña otra vez para que mire bien. En seguida veo Roma otra vez ante mí y veo al Papa sentado. El Papa tiene en la mano un libro abierto, que me muestra. No logro ver qué libro es. Entonces el Papa lo hojea por todas partes. Oigo decir a La Señora: "Pero ahí hay mucho que cambiar", e indica donde se encuentra el Papa. Mira muy seria y sacude la cabeza. Otra vez La Señora levanta tres dedos y luego cinco. De pronto me siento confunsa y oigo que La Señora dice: "Otra vez vendrán nuevas calamidades sobre el mundo".
Veo una planicie frente a mí; allí es depositado un enorme huevo. Y mientras yo miro, veo un avestruz que huye velozmente.
Después veo muchos niños negros delante de mí. Entonces veo de nuevo una advertencia y veo niños blancos. Se me muestra una representación en que Nuestro Señor está con los niños a su alrededor. Es una Figura luminosa la que veo. Oigo: "Dejad que los pequeños vengan a Mí". Y veo que está escrito: "A los niños hay que educarlos en la doctrina cristiana".
Luego veo delante de mí un fragmento de un mapa. Oigo: "Judá" y veo escrito: "Jerusalén". Entonces veo de repente dos líneas con una flecha en los extremos. En un extremo está escrito: "Rusia" y en el otro: "América".
Entonces es como si yo con La Señora estuviéramos paradas sobre el globo de la tierra. La Señora me señala algo y veo claramente la luna frente a mí. Algo llega allá volando; lo veo llegar a la luna. Yo digo: "Ahí llega algo a la luna". (Ida reconoció esta imagen, cuando en 1969 vio por televisión la llegada del hombre a la luna.) Es como si yo flotara en el espacio. Todo es extraño a mi alrededor y digo: "Una especie de fenómeno natural".
Entonces oigo decir a La Señora: "Pueblos de Europa, reuníos. Esto aquí no anda bien". En medio de Europa veo Alemania y es como si ese país quisiera salir de ahí. Entonces veo otra vez Inglaterra y ahora tengo que sostener con las dos manos fuertemente la corona. Es como si la corona oscilara y yo tuviera que tenerla firme sobre Inglaterra. Oigo: "Inglaterra, sé consciente de tu misión. Inglaterra, tendrás que regresar al Altísimo, The Highest". Y ahora La Señora se va de repente.
25 de febrero de 1946
Veo una luz brillante y en lo alto veo a La Señora. Ella indica hacia abajo y veo Europa ante mí. La Señora mueve la cabeza. A sus pies veo pequeños angelitos que se cubren la cara con las alas. Hay una gran luz que rodea a La Señora. Cuanto más miro la tierra, más oscura se pone; La Señora me la indica.
De nuevo levanto los ojos hacia Ella. Me indica la tierra con rostro severo y ahí, en la oscuridad, veo escrito: "Verdad". Veo otra vez los angelitos a los pies de La Señora, que de nuevo se cubren el rostro con las alas. La Señora me dice: "Tienes que advertirles. La Verdad se ha perdido". Me pregunto: ¿Cómo puedo yo hacerlo? La Señora señala hacia abajo y dice: "Ve y difúndelo" y con el dedo indica el mundo. Allí veo muchos eclesiásticos y muchas iglesias, pero no claramente.
Otra vez La Señora señala el mundo y dice: "Busca a ver si puedes encontrarlo a Él". Yo busco y busco, y le digo a Ella: "Me canso y siento un grande dolor". De repente veo salir de Ella una Cruz grande y larga. Es como si alguien la arrastrara, pero no logro ver Quien es la Persona, sólo la Cruz. La Cruz va bajando por un largo camino a la tierra y de pronto la veo levantada en el centro del mundo. Miro otra vez a La Señora y veo una larga fila de personas que caminan; parecen peregrinos.
La Señora me dice: "¡Mira!", y traza sobre el mundo un semicírculo, un arco. Parece que Ella escribe algo ahí, y leo en voz alta la palabra "Verdad", puesta en el centro. Luego escribe una palabra a la izquierda, y leo "Fe"; después a la derecha y leo "Amor". La Señora señala estoy dice: "Ve y difúndelo". Entonces señala de nuevo el arco y dice: "Eso tiene que volver. Aparentemente hay, pero en realidad no lo hay". Y mira muy afligida.
Después tengo que decir: "Calamidad tras calamidad, calamidades naturales". Entonces veo escrita las palabras "Hambre" y "Caos Político". La Señora dice: "Ésto no es sólo para tu país, sino para todo el mundo". Me da entonces un dolor tremendo y digo: "Ése es otro período de opresión y de dolor que vendrá sobre el mundo". Entonces veo la palabra "Desesperado". Después vuelve la luz a mi alrededor y veo a La Señora que baja y me indica las tres palabras: "Verdad", "Fe" y "Amor". Le Señora sonríe y me dice: "Pero habrá que aprender muchísimo".
Ella me indica de pronto a la derecha, y veo sentado alguien, con una larga barba blanca. Lleva un vestido largo y tiene dos dedos juntos levantados. Tiene un libro voluminoso bajo el codo y delante de él hay una llave grande. Desaparece esa imagen y La Señora dice otra vez: "Mira", y me muestra ahora otra cosa. Es una piedra grande, sobre la cual yace un cordero. Oigo decir: "Ecce Homo". (En latín: “He aquí al Hombre".) De repente La Señora se va y también la luz.
29 de marzo de 1946
Veo a La Señora otra vez de pie. Tiene un Niño en brazos. El Niño tiene una aureola en torno a su cabeza y brilla por todas partes. Es como si La Señora bajara y ahora la veo de pie sobre el globo de la tierra. La esfera terrestre gira debajo de Ella. La Señora me mira y dice: "Ven, sígueme". Voy tras Ella y pareciera que camináramos sobre el globo. La Señora se vuelve hacia mí y me dice: "A Él... –indicando al Niño– ...quiero traerlo de nuevo al mundo".
Pero mientras dice eso, La Señora mueve la cabeza como diciendo que no. Yo miro al Niño y, mientras lo miro, el Niño se convierte en una Cruz. De repente, la Cruz cae delante de mí y se rompe en pedazos. Miro el mundo y veo que está en tinieblas. Entonces oigo exclamar a La Señora: "¡Tráelo de nuevo al mundo!", indicando la Cruz rota.
Ahora veo de repente la Cruz, otra vez entera, plantada en el centro del mundo. A su alrededor hay toda clase de personas, que sin embargo vuelven la cabeza. Yo me siento muy cansada y se lo digo a La Señora, pero Ella me sonríe. Después la veo sentada en una especie de trono; tiene otra vez al Niño en su regazo. El Niño resplandece por todas partes. La Señora dice: "Primero hay que volver a Él; sólo entonces habrá verdadera paz". Ella acentúa la palabra "verdadera". Entonces aparecen unas palabras, formando un arco, alrededor de La Señora. Tengo que leer en voz alta: "Verdad". "¿Otra vez?", digo, y miro a La Señora. Ella asiente con la cabeza, como diciendo que sí. Esa está en el centro. Entonces leo a la izquierda: "Justicia" y a la derecha: "Caridad".
Después de leer esto, veo a sus pies un león de piedra con una aureola de luz en torno a la cabeza. Detrás del trono, veo aparecer torres e iglesias y veo también obispos. "No son de nuestra Iglesia", digo yo. Percibo en mi interior: ésa es la iglesia de Inglaterra. Mientras miro, se atraviesa una cruz en forma de X. Y veo que La Señora sonríe. El Niño sobre su regazo ya ha crecido; está ahora de pie y tiene un cáliz en la mano. Entonces veo una escalera al lado, y es como si yo subiera por ella. Llego arriba de la escalera y veo el siguiente símbolo: una X con una P encima. (Símbolo griego de Cristo.)
La Señora dice: "La religión va a sostener una dura batalla y querrán pisotearla. Eso será de una manera tan refinada, que casi nadie se dará cuenta. Pero yo advierto". Ella mira muy seria e indica el cáliz. Le oigo decir: "Christi Regnum",(En latín: “Reino de Cristo”) y después veo Jerusalén delante de mí; eso se me dice. Allí hay una lucha y veo unos sacerdotes armenios frente a mí. Después levanto dos dedos. Veo de nuevo a La Señora en su trono con todo alrededor, y veo ahora la iglesia inglesa, una iglesia rusa, una iglesia armenia y muchas otras más. Éstas dan vueltas y vueltas entre sí. La Señora mira preocupada y le oigo decir: "¡Roma, ten cuidado!" Ella dice estas palabras con fuerza y cierra el puño. Entonces La Señora desaparece de repente.
Veo a La Señora de pie. Amonesta con el dedo, como si se dirijiera al mundo: "Urbi et Orbi (En latín: “A la Ciudad (Roma) y al mundo”.) En éste momento esto es lo más importante".
La Señora baja y tiene en brazos un Niñito, un Niño glorioso, envuelto en pañales. Me hace un gesto de seguirla y yo voy tras Ella. La Señora pone el Niño en medio del mundo. El Niño se pone a llorar muy fuerte. La Señora indica al Niño y dice: "¡Hombres que estais a su favor, cuidado! No puedo advertiros lo suficiente". Después miro de nuevo ese lugar, pero el Niño ha desaparecido. La Señora mira el mundo muy preocupada y dice: "Entre los hombres ya no hay Justicia, Verdad y Caridad". Después, es como si La Señora mirara fijamente hacia adelante y en lo profundo y dice: "Calamidad tras calamidad. Por segunda vez les digo: mientras no haya eso, no habrá verdadera paz. Rezando y sobre todo trabajando por el bien; no sólo rezando. Trabajando y velando".
Entonces veo de pronto que La Señora se pone a un lado. Se me muestra ahora una visión espantosa. Del otro lado vienen hacia mí demonios, como figuras que revolotean entre sí, con cuernos en la cabeza, patas raras y caras horrorosas. Entonces oigo decir a La Señora: "Les anuncio una nueva y gran calamidad sobre el mundo". La Señora dice esto con mucha tristeza, siguiendo sus avisos. Entonces dice: "Si la gente quisiera tan sólo escuchar". Y otra vez mueve la cabeza, como diciendo que no.
Entonces veo un período corto y oigo: "Aparentemente todo va bien durante un breve período". Después veo el globo de la tierra y La Señora lo señala. Veo luces brillantes y es como si el globo saltara en pedazos por todas partes. Entonces, La Señora indica el cielo. Ella está a mi derecha, o sea, a occidente y Ella señala a oriente. Veo muchas estrellas en el cielo y La Señora dice: "Viene de allá".
Veo de pronto un capelo cardenalicio frente a mí; alrededor cuelgan unas cintas. Sobre él cae una X, como si ese capelo fuese tachado. Oigo a La Señora decir: "En Roma vendrá una lucha contra el Papa". Veo en torno al Papa muchos obispos sentados y después oigo: "Catastrófico". Entonces La Señora se va.
4 de enero de 1947
Veo a La Señora de pie. Ella dice: "Buscad apoyo en lo verdadero". Ella me hace sentir como si yo pasara la mano por el mundo y eso me produce un dolor tremendo. La Señora dice: "Así es el mundo en este momento". Paso otra vez mi mano por el mundo. Veo una imagen del mundo, como lo veo siempre. Entonces esa imagen cambia y, de repente, se convierte en un mundo totalmente diferente. La Señora dice: "Ése es el mundo de más tarde; ése será muy pesado. El mundo se autodestruirá". Ésto último, La Señora lo dice tristemente, como si quisiera advertir a la gente: Si seguís así, el mundo se destruirá a sí mismo.
Entonces parece que La Señora toma el globo de la tierra en su mano y lo hace girar, y dice: "Tiene que mejorar otra vez, pero…"
Miro a donde La Señora indica y veo toda clase de iglesias; me parece que no son iglesias católicas. En medio de ellas veo Roma. La Señora amonesta con el dedo y dice: "Roma, ¡estás avisada!" Después veo la iglesia de Inglaterra, eso se me dice; veo que en ella sucede un cambio.
La Señora da un paso hacia mí y dice: "Mira". Veo entonces un conjunto de torres de iglesias, una junto a otra. Entonces La Señora toma una barra de hierro, la pone alrededor de las torres y las ata. Lo miramos juntas. Entonces Ella suelta la barra y repite tres veces: "Arriba". Mientras dice eso, levanta las manos un poquito cada vez. Entonces empieza a escribir palabras sobre esa iglesia, y yo leo en voz alta: "Caridad"; eso lo pone por encima y en medio de las torres. Después escribe a la derecha, pero más abajo: "Justicia". Entonces va a la izquierda y allí escribe: "Verdad". Mientras tanto, oigo a La Señora decir: "Nada de eso se puede encontrar todavía, ¡cuántas veces ya lo he dicho!" Y mueve la cabeza con compasión. Veo entonces Roma. La Señora indicándola dice: "No puedo advertirles lo suficiente, que tienen que seguir éstos principios de forma auténtica". A continuación veo venir grandes cambios, que me hace ver La Señora.
Veo lo siguiente: grandes olas rojas, que penetran cada vez más en el mundo. Mientras miro, veo que avanzan cada vez más. Oigo decir a La Señora: "Eso está bien, pero… tiene que ser más espiritual; realmente en la verdad, en la justicia y en la caridad". Después de eso, es como si años más tarde viera venir otras tendencias espirituales muy diferentes. La Señora dice: "Vuelvo a advertir a Roma una vez más. Tienen que tener mayor amplitud de miras, pero..." Y mientras La Señora acentúa esas palabras, todo desaparece de repente.
30 de agosto de 1947
Oigo esa voz y miro. Siento un sentimiento de opresión y oigo decir: "Hay una gran opresión". Y veo claramente Italia extendida ante mí. Es como si allí se desatara una enorme tormenta. Tengo que escuchar y oigo: "Destierro". Parece como si yo fuera sobre Italia y tuviera que propinarle golpes. Entonces oigo: "Es como si allí cayera golpe tras golpe".
Entre tanto, veo el norte de Italia y el extremo meridional, extendidos ante mí. En medio de éstos veo el centro de Italia, donde reina un escalofriante silencio. No hay gente, no hay nada, sólo un silencio de muerte. Entonces veo surgir una gran cúpula. De repente empieza a llover sobre la cúpula, cada vez más fuerte y con gotas cada vez más grandes. Entonces veo que no son gotas normales, sino de sangre, que desde el cielo caen sobre la cúpula. A lo lejos veo una cruz iluminada y oigo: "Esto se convertirá en una gran lucha cristiano-política; política eclesiástica".
Entonces veo de repente una gran sala en el Vaticano y allí está sentado el Papa. Parece que algo extraordinario sucede en el Vaticano. La Señora dice: "Se están llevando a cabo encuentros secretos, repetidas veces. Se reúnen secretamente". La Señora indica alguien y percibo en mi interior: ése es un delegado de América (EE.UU.). Delante del Papa hay muchos papeles. La Señora dice: "Al Papa se le tiene informado de todo. Él está perfectamente enterado de lo que va a suceder. Aparentemente hay paz, pero en realidad no la hay; todo es un camuflaje para el mundo". Entonces tengo que pasarme la mano derecha dos veces sobre la izquierda y oigo: "Esto dará dos veces la vuelta". Y veo una especie de periodo.
7 de diciembre de 1947
Veo a La Señora de pie y oigo: "Roma amenazada". Después aparece un gran "4" frente a mí, y alrededor un círculo. Entonces desaparece esa imagen y se presenta una Cruz ante mí, con los cuatro brazos iguales. También a su alrededor se forma un círculo y en medio de la Cruz leo: "IHS". (En latín: Iesus Hominum Salvator: Jesús, Salvador de los hombres.) La levanto y la muestro a mi alrededor. En seguida veo multitudes de hombres en torno a mí. Todos miran la Cruz, pero muchos con antipatía.
Entonces veo venir grandes nubarrones sobre Europa y debajo de ellos pasan grandes olas que amenazan sumergir a Europa.
Entonces veo a La Señora de pie, en medio de una luz clara y brillante. Está vestida de blanco. Tiene los brazos extendidos y de sus manos sale un intenso haz de rayos. Tengo que abrir la mano con la palma hacia arriba, y es como si el haz de rayos penetrara en ella. Siento que me quema y me pincha. La Señora me sonríe y me señala la mano, haciendo un gesto afirmativo. No sé lo que significa.
Entonces el rostro de La Señora se llena de tristeza y aflicción. Señala los nubarrones y las olas y dice: "Primero tendrán que pasar por esa inundación y sólo entonces..."
Y luego veo esas mismas palabras escritas. Después de "sólo entonces" hay puntos suspensivos, como si siguiera algo que tiene que permanecer secreto. Entonces el rostro de La Señora se ilumina y veo el agua que se levanta como vapor. Es como si los rayos del sol la atravasaran por un instante.
De nuevo La Señora me señala la tierra y veo que todo se ha despejado. Y ahora veo gran cantidad de huesos humanos esparcidos por el suelo, cabezas, brazos y piernas a pedazos. Es una escena espantosa. Oigo decir a La Señora: "Eso es la perdición. Así pues, trabajad, trabajad..."
Entonces Ella señala hacia arriba y dice: "Lee". Veo aparecer unas letras y leo: "Justicia". Luego siento un terrible dolor en la mano; la mano la siento pesadísima. Después oigo a La Señora decir: "Vamos, sigue leyendo". Y veo escrito en letras grandes:"Caridad". Sobre eso veo venir estalactitas de hielo que gotean. Entonces oigo esa voz que dice: "¡Continúa leyendo!" Pero al querer leer, no puedo hacerlo, porque las llamas que envuelven las letras. Por un momento se disipan las llamas y leo: "Rectitud".
Después, La Señora me indica algo y veo un cementerio militar, con filas interminables de cruces blancas. Las veo caer una por una; todas caen hacia atrás. La Señora indica de nuevo, y veo aparecer nuevas cruces blancas; las veo salir del suelo, hasta donde la vista me alcanza. Entonces oigo a La Señora decir: "Este es el mensaje que traigo hoy". (Es la primera vez que La Señora habla de “mensaje”.)
Veo de repente una luz brillante y siento que me entra un dolor en la mano; es igual a un haz de rayos. Veo a La Señora y Ella dice: "Vendrán calamidades de norte a sur, del sur al oeste y del oeste al este". Veo ahora una cúpula redonda. Percibo en mi interior: ésa es una cúpula de Jerusalén, y oigo: "En torno a Jerusalén se librarán duras batallas". De pronto veo claramente El Cairo y advierto una extraña sensación. Luego veo toda clase de pueblos orientales: persas, árabes, etc. La Señora dice: "Será como si el mundo se rasgara en dos partes". Veo ahora el mundo entero ante mí, y veo que se forma una enorme grieta; una hendidura que va zigzagueando y atraviesa todo el mundo, por encima del cual veo nubarrones. Oigo decir a La Señora: "Vendrá mucho sufrimiento y miseria". Entonces veo diferentes poblados orientales con techos blancos.
Siento algo pesado en mi mano y, mientras me miro la mano, aparece en ella una Cruz. Tengo que ponerla en el suelo. La Cruz es pesada y oscila por todas partes, de izquierda a derecha, de atrás a adelante. Por un momento parece como si se cayera hacia delante, pero después se endereza otra vez y es como si ahora fuera más ligera y bien plantada en el suelo. Ahora tengo que mirar por tierra y veo huesos y cascos que yacen bajo la Cruz. Después aparece una gran llave en mi mano. Inmediatamente la dejo caer y cae entre los huesos y los cascos. Entonces veo filas de jóvenes que desfilan delante de mí. Son soldados. Oigo esa voz que dice: "¡Ayudar a nuestros jóvenes con asistencia espiritual!" Entonces veo tumbas blancas; todas con pequeñas cruces blancas. Me da un dolor en la mano y veo América y Europa, una al lado de la otra. Después veo escrito: “Guerra económica, boicot, monedas, calamidades”.
A continuación veo diferentes figuras que se entrecruzan rápidamente unas con otras. Lo primero que logro distinguir son antorchas que despiden luz en tres direcciones: hacia el oeste, hacia el norte y hacia el este. Luego veo cruzarse rayas azules y blancas, y luego estrellas. Después veo la hoz y el martillo, pero el martillo se separa de la hoz y ahora todo va dando vueltas por los aires. A continuación veo una media luna y un sol. También estas insignias pasan a través de los símbolos anteriores. Por último llega una especie de cabra montesa, con grandes cuernos inclinados hacia atrás. Parece un antílope africano, que da saltos grandísimos por encima de todo ello. Mientras todo va volando como en un tornado, por la izquierda aparece un círculo, dentro del cual gira el globo de la tierra. Después de esto , veo de repente un gran reloj solar. Oigo a La Señora decir: "El reloj solar ya ha dado la vuelta".
Entonces se me presenta una imagen extraña. Tengo que mirar el cielo; parece que dispararan algo en el aire. Algo pasa volando frente a mí, tan rápido, que casi no puedo verlo. Tiene forma de cigarro o de torpedo, y es de color aluminio. De pronto, veo que algo estalla en la parte posterior. (Misiles, armas bacteriológicas o atómicas, que entonces Ida no conocía.)
Con la mano percibo diferentes sensaciones terribles. Primero, una completa insensibilidad. Estoy viva, pero no vivo. A continuación veo imágenes espantosas de personas frente a mí. Veo caras, caras hinchadas, llenas de úlceras, como una especie de lepra. Luego siento enfermedades terribles y mortales: cólera, lepra; todo lo que esa gente tiene que sufrir.
Entonces eso desaparece y veo cositas negras flotando a mi alrededor. Intento saber qué es, pero no lo logro; parece como polvo muy fino. No puedo distinguir con mis ojos lo que es. Es como si tuviera que mirar a través de algo, (microscopio) y allá abajo veo magníficos campos blancos y sobre ellos veo esas cositas negras, pero ahora agrandadas y como si tuvieran vida. No sé como explicarlo. Pregunto a La Señora: "¿Esos son bacilos?" Ella responde muy seria: "Es algo infernal". Entonces siento que se me hincha la cara y todo el cuerpo. Siento que tengo la cara muy hinchada y toda rígida. No puedo moverme. Oigo decir a La Señora:
"Y eso lo están inventando" y luego en voz muy baja: "ese ruso, pero también los otros". Después dice con fuerza: "Pueblos, ¡estais avisados!". Y La Señora se va.
28 de marzo de 1948
Veo a La Señora y dice: "Se tratará del derecho. Dentro de muy poco tiempo van a suceder cosas graves. Serán precedidas por caos, desorden, dudas y desesperación. Sobre la basílica de San Pedro vendrán densos nubarrones, que podrán disiparse sólo después de mucha lucha y dificultades; si no sucumbe. Todos los cristianos tienen que unirse. Eso irá acompañado de mucho dolor y miseria. Uníos todos, porque la lucha empieza. Las puertas se abren. Los pueblos de oriente se cubren el rostro con las manos en Jerusalén. Se dolerán con lamentos por su ciudad. Hay una fuente, en la que podeis lavaros todos". (Rf.: Zacarías, 13,1)
Entonces veo escrito: "Justicia", "Amor" y "Rectitud". La Señora dice: "Mientras estas palabras no estén escritas en la mente y los corazones de los hombres, no habrá paz a la vista". Luego veo una Cruz plantada en el suelo. Una serpiente se enrolla en ella y todo se pone oscuro y negro a mi alrededor. A continuación veo una espada que pende sobre Europa y el oriente. De occidente llega una luz. Oigo a La Señora decir severamente: "Pueblos cristianos, los paganos os darán una lección".
Después veo al Papa y en torno a él hay una guardia reforzada. Hay también otros a su alrededor; me parece que son todos eclesiásticos: obispos y cardenales. Mientras La Señora los señala, dice: "Cepos y trampas". Después que La Señora ha dicho esto, me mira intensamente. Sobre la basílica de San Pedro se ciernen densos nubarrones. Entonces La Señora dice a todos los que están sentados en torno al Papa: "Sed justos y actuad según vuestra doctrina. Tapaos los ojos con las manos y volved en sí". Entonces es como si de nuevo me pusieran una cruz en la mano y me duele. Es tan pesada que casi no puedo sostenerla. La Señora dice: "Sostenla fuerte". Es como si grandes rayos salieran de la Cruz. Y de pronto, desaparece La Señora y también la luz.
7 de mayo de 1949
Tengo que levantar dos dedos y entonces veo un obispo con ropaje pontifical. Veo después un féretro de piedra, sobre el que yace un alto prelado, también de piedra. A la cabecera del féretro hay un capelo cardenalicio y más arriba una espada y una corona. La espada está colocada un poco inclinada junto al capelo, y estando inclinado el féretro, la espada inclinada señala hacia abajo.
Entonces me colocan ante a una gran puerta. Ésta se abre y yo tengo que entrar. Delante de la puerta hay una persona con un vestido largo. Me da una sensación siniestra tener que dar ese paso más allá del umbral. Ahora veo que es La Señora. Ella dice: "Da ese paso". Llegamos entonces a un gran espacio en forma circular. En ese espacio hay un vacío y una inmensa oscuridad. La Señora dice: "Esa es una mancha oscura. Ahí tienes que descender muy profundamente. Esa es la profundidad y la oscuridad de los tiempos".
Entonces veo a La Señora sentada, vestida de luto y con un velo sobre la cabeza. Tiene facciones de anciana y está toda encorvada. Ella dice: "Estamos aquí en la oscuridad; es la degeneración de la humanidad". Veo entonces una cruz ante mí. El cuerpo se desprende, de manera que la cruz queda desnuda. La Señora dice muy triste: "El martirio comienza de nuevo". Veo arrugas profundas y gruesas lágrimas en el rostro de La Señora.
Después penetro con Ella más profundamente en la oscuridad. "Oh, ¿qué es eso?", pregunto yo. Entramos a una gruta. La Señora me hace palpar la piedra; es una gruta de piedra natural. Entonces ponen un poco de paja, sobre la que colocan a un Niño. Alrededor entran muchas personas, personas muy sencillas. La Señora dice: "Gente común, los más pequeños de los míos. Ya no hay lugar para ellos, multitudes enteras, los más pequeños de los míos" va repitiendo La Señora a cada momento.
Ahora, ante mí, esa gruta se transforma en una iglesia. Veo filas interminables de iglesias y luego otra vez esa iglesia. Como en la gruta, hay también un poco de paja, donde ponen a un Niño. No se trata nuevamente de un niño común, sino de un Niño celestial y luminoso. Un Niño espiritualizado. A continuación La Señora me lleva por todas esas iglesias. Ella señala muchos bancos vacíos y dice: "¿Ves el error? Vacíos". Entonces, sobre los bancos, aparecen etiquetas blancas; como con nombres. Entonces La Señora dice otra vez: "¿Ves el error?" Ahora Ella pasa su mano por todas esas filas de bancos y entonces veo que los bancos están sin etiquetas. "Los más pequeños de los míos... " repite esa voz, y es como si La Señora quisiera llenar esos bancos de gente. Entonces veo a un obispo. La Señora dice: "¡Dilo, dilo!" e indica las iglesias. "El mundo tiene que estar desprendido de todo y especialmente la Iglesia".
Después veo la basílica de San Pedro. Veo al Papa sentado cabizbajo, rodeado por su guardia. Todo eso es colocado también en la gruta. Entonces, La Señora escribe una gran P con una X encima. Ella coloca esto a los pies del Papa, y allí es colocada la cruz, con el brazo largo hacia arriba, o sea, al revés. La Señora dice: "¿Dónde están sus soldados?" El Papa está sentado con los dedos levantados y sobre su cabeza está escrito: "Lucha". Veo cada vez más lucha. Después veo detrás del Papa soldados de pie, con gorros altos, que levantan dos dedos. La Señora dice: "Después sucede en el mundo un gran conflicto". Y veo dos grandes potencias enfrentadas.
A continuación veo un campo de trigo que ondea. Se mece suavemente de lado a lado. Entonces oigo decir dos veces a La Señora: "Corrupción". Luego dice: "Rusia hará todo con engaño. Vendrá una revolución". Ahora veo la tierra, y parece como si fuera azotada. Entonces dice La Señora: "También la naturaleza cambia". Oigo: "Ya no hay Cristo". Voy por ahí buscando y oigo:
"Realismo, un espíritu de realismo". Es como si yo también viera ese espíritu.
Entonces se me presenta una hermosa escena. Entramos otra vez en la gruta y es como si ahí llevaran todos los frutos y las riquezas de la tierra. Ahora La Señora pone cara contenta y me dice: "Vamos a repartir". Pero entonces se pone muy seria y dice: "Ese era el espíritu que no han comprendido". Y mientras, parece como si Ella repartiera. Ahora La Señora me muestra la Cruz desnuda y la pone acostada en el suelo de la gruta.
De repente me encuentro sobre la tierra; el globo de la tierra está debajo de nosotras. Ahora veo algo muy curioso, algo que nosotros no conocemos, es decir, un plano central, todo azul y con una profundidad infinita. Alrededor de esto hay círculos de colores preciosos, que se funden entre sí. Son colores que nosotros no conocemos. Mientras floto en el espacio, soy atraída de repente hacia abajo como por un imán. La Señora dice: "Son fuerzas naturales, oirás hablar de eso". Me parece que todo esto es para más tarde.
Avanzamos y llegamos a pararnos sobre los círculos o anillos, en una luz infinita, una luz muy extraña y peculiar. Después nos paramos sobre otro círculo, que para mí es muy pesado; pierdo la sensibilidad en las manos y en todo mi cuerpo; es como si flotara de arriba a abajo. Entonces me da una especie de dolor, un dolor terrible. ¿Qué tiene que ver con esto? No lo sé. Esa imagen desaparece y ahora veo a La Señora indicando algo. Ella dice: "Ese es el círculo luminoso".
Y ahora veo de pronto otra vez la basílica de San Pedro y junto a ella, la Iglesia de Inglaterra, la iglesia armenia y después la iglesia rusa; esto se me dice. Alrededor de todo esto aparece una línea y el Papa se encuentra sentado a la cabeza y tiene los dos extremos de la línea. Detrás del Papa y de las iglesias, oigo vagamente la palabra "Ateos". Estos trazan un semicírculo en torno a lo anterior. Después aparece una nueva circunferencia alrededor. La Iglesia parece quedar encerrada. Oigo a La Señora decir con tristeza e insistencia: "Así no podemos". Después veo un asno y personas que huyen. Sobre el asno va una Mujer con un Niñito. Ambos son seres luminosos. Es una escena oriental.
A continuación veo ante mí Europa y al lado América. Parece que cojo algo del centro de Norteamérica y luego lo desparramo sobre Europa. No sé lo que es. Luego veo a lo lejos muchos pueblos orientales. "A esos Él los despertará" dice La Señora. Veo esto muy de lejos. Después aparece una calavera, y oigo decir a La Señora: "Se acerca una gran calamidad. Los sorprenderá. Lo mares de oriente están llenos, pero no se ve". Tengo ahora que trazar una línea de norte a oeste, oblicua. No sé lo que significa. Entonces La Señora dice: "Buscan la paz, pero no la encuentran". Y La Señora se va.
1º de octubre de 1949
Veo a La Señora. Ella dice: "Hija mía, yo te ayudo. Ten confianza, también en los momentos difíciles". Me pone una cruz en la mano; es tan pesada. La Señora dice: "Hija, llevarás la Cruz por todas partes". Ahora veo escrito ante mí: "1950" y después: "1951 – 1953". Entonces veo la basílica de San Pedro ante mí. Sobre ésta caen gotas; lágrimas o sangre. Luego La Señora dice: "Advierte, pues, que así no va bien. Mi Hijo es perseguido de nuevo. Tomad la Cruz y plantadla en el centro. Sólo entonces habrá paz".
Después veo de pronto los Balcanes. Hay lucha; están combatiendo de nuevo. La Señora dice: "Hija, vendrá una dura lucha. Esa lucha aún no ha terminado. Vendrán desastres de tipo económico. El "Empire" (Imperio) de Inglaterra se tambalea". Veo ahora la corona de Inglaterra con una cuerda; de todos lados tiran de la corona para mentenerla en equilibrio sobre ese país. Después veo el Papa y un Patriarca.
Entonces, La Señora dice: "Ven conmigo a Rusia". Ahora veo Rusia. La Señora me lleva a edificios de vidrio, también subterráneos, donde hay toda clase de gente trabajando. Me parece que son alemanes, franceses y polacos, pero también otros; les oigo hablar en diferentes idiomas. Me parece que es muy en el interior de Rusia; en algún lugar de las grandes llanuras en Rusia septentrional. La Señora dice: "Están fabricando productos químicos. ¡Cuidado, América! ¡Interven, interven! No se trata sólo de vidas humanas, sino de fuerzas aún más grandes. Trae, pues, la fe de nuevo al mundo. Pero los creyentes..." Y La Señora mueve la cabeza. "Ponedla pues en práctica: Caridad. El Amor es el primer mandamiento. Después viene la Justicia".
Ahora parece que desciendo con La Señora por el Danubio. Ella señala a su alrededor y dice: " Aquí hay que trabajar, allá hay que trabajar". Y señala de izquierda a derecha. "Tiene que volver a Dios. El pueblo está dispuesto. Pero los altos dirigentes no quieren". Y entonces La Señora desaparece de pronto.
19 de noviembre de 1949
Aquí está La Señora otra vez. Me muestra Italia y dice: "Ahí hay que trabajar desde lo alto. Tan sólo palabras no sirven de nada. ¡Obras!" Ahora es como si viera el Vaticano tambalearse. La Señora dice: "En Italia hay que trabajar más contra el comunismo. Advierte, pues, a Alemania y a Italia. La situación aún se puede salvar. Lo digo aquí para que lo transmitas, que trabajen contra la corrupción de Alemania. La gente es buena, pero son mal dirigidos debido a las circunstancias. Tenemos que llevar allí de nuevo la Cruz y plantarla en el centro. Tienen que comenzar despertando y llevando de nuevo la fe a la juventud. Si no se trabaja en serio en Italia, se hundirá. Hay que despertar a los más pequeños entre los míos".
Entonces es como si La Señora condujera una gran multitud de hombres hacia un punto determinado. Mientras miro, veo que La Señora los empuja hacia un altar en donde hay una gran cruz. Entonces dice: "Esa es la tarea de los grandes de la tierra, pero...
–y La Señora mueve el dedo y con la cabeza hace un gesto negativo– "Por eso tienen que colaborar todos. ¡Divúlgalo!" dice La Señora. "Tienen que rezar aún más. Rezar por la corrupción. Si no lo hacen, el mundo entero se autodestruirá. Por eso te lo he mostrado". Y ahora La Señora desaparece.
3 de diciembre de 1949
Veo a La Señora de pie. Ella dice: "Hija, te traigo otra vez un mensaje para Alemania. Hay que salvarla". Entonces La Señora me lleva por Alemania. Mientras veo Alemania en toda su extensión, siento la situación que allí reina: un tremendo deterioro del país, del pueblo, de la juventud y una enorme apostasía. La Señora dice: "Que los obispos trabajen. Tienen que dar órdenes a sus sacerdotes, para que trabajen sobre todo entre la juventud, combatiendo el humanismo, ese paganismo moderno". Veo muchas cruces ante mí. La Señora me enseña como cada una de esas cruces es puesta en un lugar distinto. Ahora veo una gran plaza en Berlín, en la que está el edificio del gobierno. Parece que La Señora coloca allí una gran cruz y me dice: "Es necesario que los hombres sean llevados a ella. Hay que alejar la juventud del paganismo moderno. Que trabajen con ahínco en ello".
Entonces veo otra vez Roma ante mí. La Señora va por Roma y dice, amonestando con el dedo: "Ay, ay, ¿por qué no empezar por aquí? Tendrá que ser completamente reconstruida". Y es como si pasara sus manos por el Vaticano y sacude por debajo todo, poniéndolo todo boca abajo.
Después veo Holanda en toda su extensión. La Señora dice: "También Holanda se acerca al precipicio". Veo a la juventud de Holanda; gente joven y niños, parados junto a un barranco. La Señora dice: "Están al borde de un precipicio".
Entonces es como si La Señora me llevara a algún lugar. Veo frente a mí dos montañas altísimas. Entre ellas hay un precipicio o abismo negro y muy profundo. Parece como si yo estuviera sobre una de esas montañas. La Señora dice: " Mira". Y veo un abismo en medio del mundo. De pronto, es como si La Señora juntara esas dos montañas y dice: "Hay que colmar ese precipicio".
Después, veo la basílica de San Pedro. La Señora dice: " Hija, ahí ves al Papa, de pontifical, con dos dedos en alto. Escucha bien. La doctrina es correcta, pero el Papa tiene facultad para cambiar las leyes. ¡Pues que lo lleve a cabo!". Veo todavía al Papa frente a mí, sentado y con dos dedos en alto. Entonces veo una gran sala de reuniones, donde el Papa está sentado. "Hija, –dice La Señora– esas leyes pueden ser cambiadas. Pueden serlo y tienen que ser cambiadas. Las posiciones deben acercarse más. Que en Roma sigan adelante y así den el ejemplo a todo el mundo. Piénsalo y dilo. Y te repito: el Amor es el primer mandamiento y, junto a éste, como unidos por un arco, la Verdad y la Justicia".
" Hija, –dice La Señora otra vez– ¡mira!" Y entonces veo, entre La Señora y el Papa, el número "50". La Señora dice: "En ese año habrá que trabajar duro y... no sólo con palabras. La doctrina de Cristo es exacta. ¿Por qué no es aplicada exactamente y hasta en los detalles?"
Veo ahora puntitos a mi alrededor y en el centro un gran punto rojo. La Señora aprieta fuerte con la mano ese punto y dice: "Esta es la cosa principal. No es puesta en práctica. En esto tendrá que hacerse toda una revolución. Si no hacen caso de los avisos, perecerán e irán a parar allá". Y entonces veo de nuevo las montañas y el abismo. Después veo otra vez al Papa y La Señora dice:
"Él tiene que dar la orden y se hará". Entonces veo Italia y altos eclesiásticos extranjeros; veo al Papa sentado con cardenales y obispos en torno a él, en una sala de reuniones del Vaticano. La Señora me dice que está promulgando un decreto. Entonces veo un puente entre los puestos superiores y los inferiores. "A eso hay que llegar" dice La Señora. "Pensad en el amor y la justicia. Que todos los creyentes colaboren al bien".
Entonces le pregunto: "Pero, ¿es usted La Señora?" (Por orden de su confesor, el Padre Frehe, Ida tiene que preguntar a la aparición si es María y qué significa “La Señora”.) Ella me mira sonriente y me dice: "Que tu director espiritual crea en ti. Él tiene pruebas suficientes. Dile lo siguiente: que él tiene amor y buenas intenciones, también para su trabajo. Y además..." La Señora hace un gesto amigable con la cabeza y las manos, tal y como una buena madre, y dice: "Y que no se preocupe. Su vida ha sido encaminada así. Se te ha dado la prueba. Más no puedo decir por ahora. Saldrá a la luz con el transcurso de los años. Dile esto". Me asustan estas últimas palabras y pienso: ¿de los años? ¿Cuánto tiempo tardará? Y entonces La Señora se va.
16 de diciembre de 1949
Mientras La Señora mira muy severamente y amonesta con el dedo, le oigo decir: "Pobre, pobre Alemania. Tomad las cruces y plantadlas en el centro. Despertad a los eclesiásticos. Empezad desde abajo. La gente humilde tiene que ser conducida de nuevo a Él. ¡Que sepan que así hay que hacer!" Y La Señora cierra el puño y me lo muestra. Lo hace con mucha fuerza, y hasta agita el brazo y el puño hacia mí.
Después veo la basílica de San Pedro. La Señora le tiene la mano encima y dice: "Esta tiene que ser protegida y así será. Ese otro espíritu penetra demasiado". Entonces veo ante mí muchas nubes, blancas y rojas, que se entrecruzan. Es como si pasaran con rapidez unas a través de otras. Allá abajo veo siluetas de diferentes cúpulas y torres de iglesias, unas junto a otras y a la vez revueltas. La Señora me indica esa escena y entonces es como si Ella separara las nubes con las manos. Veo ahora una superficie de un azul profundo ante mí, y en medio de esa superficie hay una luz brillante, como una estrella refulgente, que brilla ante mis ojos. La Señora golpea esa luz con el dedo índice, delicadamente, pero a la vez tan fuerte que parece como si yo oyera los golpes; como si Ella golpeara con un martillo. Ella dice entonces: "Allá es a donde tienen que llegar". A continuación veo allá abajo densas nubes muy negras y la cúpula de San Pedro. Y oigo decir: "Habrá lucha, será violenta, estallará. Aún estamos lejos".
Después veo al Papa sentado frente a mí. La Señora mira seria, vuelve la cabeza y dice: "Exhortad a los súbditos. No sólo exhortarlos, sino trabajar en el verdadero espíritu cristiano. Tú piensas que todo eso está bien, sin embargo hay que trabajar con hechos. Soy lo suficientemente clara. Hay que insistir aún más en los derechos sociales, en la justicia y la caridad. Pero... hacerlo no con palabras sino con obras. Las obras pueden atraerlos a la luz que te he mostrado".
Después, veo Europa ante mí. La Señora dice: "Europa, ¡ten cuidado! Úníos para el bien. Esta no es sólo una lucha económica, se trata de la corrupción del espíritu. Es una lucha cristiano-política. Tiene que comenzar desde arriba, los que tienen autoridad deben dar el ejemplo. Pero, lamentablemente, también el clero tiene que abajarse hasta los más pequeños de los míos".
Entonces veo escrito, por encima del Papa y de la basílica de San Pedro: "Caridad, Justicia". Está escrito con letras grandes.
La Señora dice: "Este es el gran error de éstos tiempos. Si no se ponen en práctica, todo irá de mal en peor y el mundo se perderá cada vez más. Cada quien en particular debe preocuparse de ponerlo en práctica". Entonces es como si La Señora me pusiera una cruz en la mano y, señalándose a sí misma, dice: "No yo, sino la Cruz".
Ella me hace leer en un tablero, donde está escrito: "50 – 51 – 53" y dice: "En este período vendrán una lucha y calamidades". A continuación Ella pone la mano sobre la cúpula, como protegiéndola, y con la otra mano se cubre los ojos. Siento un tremendo dolor vivo en la mano. "Es insoportable", digo. Entonces, La Señora dice con vehemencia: "Ese espíritu intentará penetrar de todas las maneras; lentamente, con astucia. Penetrará con tanta astucia, que los pueblos no se darán cuenta. Te advierto una vez más que transmitas esto".
Luego veo Italia. Allí veo un hombre sencillo y modesto, un clérigo. Es como si estuviera hablando en medio de un grupo de hombres. La Señora ríe y lo indica. Mientras lo miro, dice: " Ese Padre Lombardi lo hace muy bien. Trabaja en la dirección que Nosotros queremos".
(El padre Ricardo Lombardi, S.J. empezó en 1948 su “Cruzada de la Bondad”. Durante muchos años predicó incansablemente y con palabras sencillas el Evangelio, poniendo al centro el Amor de Dios. No sólo invitaba a la conversión personal, sino a la realización de los ideales cristianos en la sociedad mundial. Por eso supo tocar el corazón de mucha gente.)
Después veo filas de iglesias diferentes frente a mí. Entonces es como si La Señora se acercara a la primera fila y pasara ligeramente la mano sobre ella. Veo desplomarse a la vez todas esas iglesias y desaparecer.
Entonces dice La Señora otra vez: "Hija, -y dibuja como una especie de rombo delante de mí- hija, ese es el centro". Veo ahora una cúpula, rodeada por un muro, en la forma que Ella lo había dibujado. Es la cúpula de la basílica de San Pedro. Alrededor corre un riachuelo, separado por una sutil línea negra. La Señora lo indica y dice: "Ese es el centro", y mueve el dedo de un lado a otro, de un modo muy lento pero muy serio, y dice: "Que esto siga siendo el centro. Los espíritus del mundo están empeñados en destruir este centro. Pero yo te ayudaré".
Ahora veo que La Señora extiende la mano otra vez sobre el Papa y la basílica de San Pedro. Y de pronto veo a la izquierda una enorme garra negra, con uñas largas y afiladas. Es como si esa garra sacudiera todo lo que está dentro de la basílica de San Pedro. ¡Qué dolor siento! Todo se pone rosado y rojo ante mis ojos. Mientras la garra revolotea por todas partes, veo volar un águila negra. Ésta vuela con grandes aletazos y va hacia la izquierda.
A mi derecha veo Alemania. Entonces oigo a La Señora decir: "Alemania, ¡ten cuidado!" Veo ahora sobre Alemania un triángulo dibujado. La Señora dice: "El espíritu del triángulo intenta penetrar bajo otra forma. La gente es buena, pero les tiran de acá y de allá y no saben qué hacer. Pobre Alemania. Se vuelven víctimas y son víctimas de ese otro grande". Veo entonces frente a mí un obispo alemán revestido solemnemente, un hombre de edad, un hombre vigoroso. A mi derecha llega un seglar, también un hombre de aspecto fuerte. Oigo: "El obispo en el terreno de su autoridad, y ahí llega alguien también en otro terreno. Pero eso es para más tarde. Alemania intentará salirse, igual que Italia". Entonces veo otra vez a ese clérigo sencillo con gente a su alrededor. La Señora dice: "Él intenta llevar la verdad a la gente". Entonces Ella me dice: "Tú divulgarás esto; diles esto". Y La Señora desaparece de repente.
14 de febrero de 1950
Veo a La Señora de pie. Ella me dice: "Hija mía, vengo aquí para decirte qué clase de mensaje traigo. Hay que trabajar mucho y fuertemente". Entonces La Señora hace un gesto con las manos, como si hiciera señas a varias personas, y veo muchos jóvenes; chicos y chicas. Desaparece esa imagen y ahora veo como si La Señora les hiciera señas a los jóvenes para que vengan a ponerse de pie ante Ella y dice: "Todavía no veo los ejércitos de chicos y chicas. ¿Por qué no se les forma y siempre son olvidados?" Es como si Ella mirara a su alrededor para ver dónde se meten. Entonces dice: "Por eso vengo aquí a llamar la atención sobre esto. Eso vale también para Alemania".
Entonces La Señora continúa: "En el mundo hay una gran inclinación hacia el bien. Precisamente por eso es que el otro espíritu también trabaja. Ese espíritu ejerce una influencia sobre el mundo para corromperlo. Los hombres de por sí no son malos, sino débiles". Luego La Señora tiene de nuevo una cruz en la mano. Es como si Ella la pusiera sobre una especie de elevación y dice:
"¿Ves esa Cruz? A ella habrá que hacer que vuelva la humanidad. Les pido con insistencia que en el mundo moderno, con toda su técnica, no se olviden de esa simple Cruz".
Después veo al Papa ante mí y a su alrededor todo el Vaticano. Es como si en un instante La Señora se encontrara por encima de todo eso. Luego veo caer gotas sobre el Vaticano; esas gotas vienen de La Señora. Ella advierte: "Esta Iglesia todavía tiene la oportunidad, pero no quiero decir más. He hablado del mundo moderno. ¿Por qué Roma no busca medios más modernos y trabaja con un espíritu más moderno? Que recurran a esos medios para vencer a ese espíritu del mundo. Los otros se ocupan del cuerpo. La Iglesia tiene que ocuparse del espíritu. Ahora tienen una gran oportunidad, porque la humanidad está buscando. La cuestión ya no es contra las naciones, sino contra el espíritu".
Entonces continúa La Señora: "Vendrá una gran lucha: América y Rusia; se está acercando". Siento un dolor tremendo en las manos. La Señora dice: "El Japón se convertirá". No sé qué significa esto. Después siento venir sobre la India un dolor espantoso; La Señora hace que yo lo sienta en mi mano.
Entonces dice La Señora: " Si Roma quiere trabajar mejor, de todas partes vendrá un mayor entusiasmo". Y entonces veo el Vaticano. La Señora está otra vez como por encima de él y hace un gesto con las manos, como si Ella colocara diferentes iglesias alrededor del Vaticano. Entonces La Señora dice tal como si estuviera en discurso: "Aún hay una oportunidad. Este Papa tiene que darse cuenta del gran trabajo que tiene que realizar en este tiempo".
Luego me muestra Alemania y dice: "Pidan, pues, que el Papa de instrucciones, ya que Alemania tiene tanta necesidad del buen Espíritu. Ellas pueden traerle ese Espíritu". Veo un Arzobispo en Alemania, un hombre fuerte. "Él librará una batalla", oigo que dice La Señora. Luego traza con dos dedos, el índice y el mayor separados, una línea en zigzag a través de Alemania y dice: "Hay que trabajar con la juventud alemana; habéis sido encargados de eso. No se lo digo en vano ". Y La Señora se va.
27 de mayo de 1950
Veo a La Señora de pie. Mirándose las manos, me dice: "Hija, aún veo manos vacías. Te pido que transmitas que mi plan es, precisamente en ese núcleo de personas, formar un grupo que quiera el bien y haga el bien. Escucha. Dedican mucho tiempo a lo material; pues que también le dediquen tiempo a lo espiritual. ¡Es tan urgente...! ¡Cómo quisiera yo que ese grupo lo comprendiera! Te repito: los católicos tienen que trabajar en serio. Un gran peligro es inminente. Italia sufrirá una especie de lucha interna". La Señora me muestra ahora la basílica de San Pedro y dice: "Así están trabajando también en otras direcciones para formar algo grande. En Alemania hay que trabajar duro. Afortunadamente, alguno que otro ha empezado ya a trabajar más y mejor entre los creyentes. Sobre todo Alemania tiene que vigilar mucho. Allí se juega un papel falso".
Ahora veo un gran grupo de jóvenes, en pie, alrededor de La Señora. Ella los mira y los señala, y dice: "Hija, que empiecen...
–y de nuevo indica el grupo a su alrededor– a dar a los jóvenes la correcta formación espiritual. Es difícil y fatigoso, aún para quienes se sienten llamados a esto. Sin embargo, no puedo insistir lo suficiente. Urge empezar a hacerlo".
Ahora La Señora traza con la mano una especie de arco y dice: "Esto es para más tarde". No sé lo que esto significa. Entonces dice La Señora: "Vas a ver que sólo depués de muchas miserias y calamidades la Cruz será plantada de nuevo. Que cada uno haga lo suyo; lo que pueda. Y sobre todo insisto de nuevo en el primer y más importante mandamiento: el Amor, la Caridad". Y de repente La Señora desaparece.
15 de agosto de 1950
(La Asunción de María)
Veo ante mí una figura oriental, con un vestido largo y un paño sobre la cabeza. Éste se inclina tres veces con los brazos cruzados y con las palmas hacia abajo. Luego, separa los brazos y hace el mismo movimiento pero con las palmas hacia arriba. Entonces veo que hay muchos símbolos extraños: arquitos, rayitas, puntos, una letra parecida a nuestra J, y después diversos signos sueltos unos de otros. Me parece que es un tipo de idioma. Después veo una muralla; esa muralla va ondeando de arriba a abajo, como si bajara por una montaña. Esto me da un dolor terrible.
De repente veo una bestia delante de mí, una bestia simbólica que no conocemos. Después veo cangrejos y estrellas de mar grandes. Ahora veo una isla extendida; se me dice que es Formosa. Hay una isla más pequeña poco más abajo. Entonces tengo que correrme un poco desde la izquierda y hacer sobre la isla un gesto hacia abajo. Y oigo decir: "América (EE.UU), ten cuidado aquí también". Siento que sobre esa isla ha de venir algo.
Entonces tengo que juntar las manos y miro hacia arriba, a la izquierda. Veo a La Señora y le oigo decir: "Este es el tiempo de la lucha cristiano-política. Esto ya lo he dicho repetidas veces. Grandes acontecimientos ahora se van a agudizar. El caos, del que hablé, está ocurriendo ya. Han dimitido los gobiernos, han llegado las calamidades y vendrán muchas más. Atención, hija, ahora empieza la lucha. Te muestro éstos cuatro dedos y trazo un círculo alrededor. Reinará un rey, por poco tiempo, pero con fuerza. Tú no lo verás en tu pequeño círculo".
Entonces dice La Señora: "Mira". Mientras yo estoy junto a Ella, veo que de repente aparecen unas bestias y se paran frente a Ella. "Mira", dice La Señora otra vez, y ahora veo a su izquierda un lobo o perro con una antorcha en la boca; a su lado llega una leona y a la derecha de esta, un águila grande. "Mira", dice La Señora otra vez. Ahora señala hacia arriba y veo una paloma blanca. La Señora dice: "Este es un espíritu nuevo que vendrá". Entonces veo que de la paloma brotan rayos hacia abajo: dos rayos al centro, dos a la derecha y dos a la izquierda. La Señora dice: "El significado lo entenderás más tarde". Luego veo a La Señora otra vez con esas bestias y la paloma, alrededor de esto aparecen muchas estrellas.
A continuación, es como si La Señora bajara un peldaño y dice: "Ven". Ahora es como si llegáramos a una explanada. Nos detenemos en el centro de ésta. Entonces dice La Señora: "¿Ves esto?" La Señora señala del Este al Oeste. Después abre los brazos del todo y es como si Ella pusiera dos murallas en la explanada; una frente a la otra. Ella prolonga bastante esos muros. De pronto, La Señora está como por encima de ellos y me dice: "Eso no es nada", e indica el Este y el Oeste. Entonces abre las manos y cierra los puños, primero con la mano derecha y después con la mano izquierda. Luego dice: "Escucha bien cuántas veces doy un golpe; dalo tú también". Cierro los puños como Ella y La Señora empieza a contar, mientras golpeamos con fuerza nuestros puños. "Tres veces", dice La Señora. "La mitad de esto es el Este". Entonces veo los Balcanes y Grecia rodeados con una gran cadena, y veo también Alemania Oriental. Es como si La Señora los atara con esa cadena. Veo que una parte queda libre. Al fondo veo una figura sentada con la cabeza apoyada en la mano. La voz me dice: "Los trabajadores y filósofos de la destrucción del mundo".
Después de esto se me presenta una escena oriental. Subimos aquella montaña, y arriba hay otra vez una explanada. Aquí nos detenemos. La Señora señala una cosa tirada en el suelo. " Ven", dice Ella, y me indica el suelo. Veo un madero pesado y tengo que empujarlo, apartándolo de mí. Entonces veo que sobre éste se coloca un travesaño; el conjunto forma ahora una cruz.
Entonces miro de nuevo a La Señora y digo: "¿Cómo tengo que llamarla a Usted?" (He tenido que preguntarle por orden de mi director espiritual). Ella sonríe y hace un gesto, como diciendo: ¿Otra vez me lo preguntan? Y me responde: "Di nada más que La Señora".
Entonces La Señora, señalando el madero que yo había empujado, dice: "La cristiandad". Y hace un gesto con las manos y los dedos, como si todo se dispersara volando y dando vueltas. Esto representa simbólicamente a la cristiandad. La Señora dice: "Tú dirás esto: Cristiandad, tú no conoces tu gran peligro. Hay un espíritu que quiere socavarte. Pero... –y La Señora hace con la mano un signo de bendición– ...el triunfo es Nuestro".
La Señora prosigue: "Te llevo conmigo y te enseño una cosa". Ahora veo a Inglaterra, extendida ante mí. Parece como si La Señora pusiera un pie sobre Inglaterra. Llamando la atención con el dedo, dice: "¿Por qué eres tan apegada a todo? ¿Es que no puedes ocuparte de las cosas comunes?" Entonces es como si hiciera una gran corona sobre Inglaterra y dice: "También de allí van a querer tirarla". Es como si La Señora hiciera agujeros alrededor de la corona, por los que pasan unas cintas, y como si Ella atara todas esas cintas a Inglaterra. Entonces retira el pie de Inglaterra y dice: "No, Inglaterra, esa política tuya no es justa". Ahora veo de pronto al Rey de Inglaterra ante mí y es como si se diera la vuelta muy rápidamente. Después veo también a Churchill, de perfil, por encima de Inglaterra, pero sólo le veo la cabeza.
Entonces La Señora me indica alguien, y veo un obispo de pie, pero no es de nuestra Iglesia. Percibo en mi interior: ese es el obispo de Canterbury. La Señora lo mira e indica con el dedo. A continuación veo aparecer detrás de todo eso torres de campanarios. Mientras La Señora señala eso, dice: "Allí habrá un cambio". Pero me parece que eso será más tarde.
Luego veo al Papa a nuestra izquierda, con dos dedos levantados. Al otro lado, frente a él, está el obispo de Canterbury. Entonces llega otro eclesiástico, que se le pone al lado. Este último tiene una peluca blanca con rizos rígidos, y lleva una sotana larga con alzacuello blanco. (Ida Peerdeman reconoció esta visión de la Capilla Sixtina años más tarde en 1966 por televisión, en el encuentro entre el Papa Pablo VI y el Arzobispo de Canterbury Ramsey, en Roma.) Entonces veo que La Señora está de pie por encima de sus cabezas y dice: "Mira". Desde el lado del clero inglés, La Señora pasa un dedo por la cabeza de los eclesiásticos ingleses y pone el dedo entre los dos dedos abiertos del Papa.
Desaparece esa imagen y a continuación veo escrito: "51 53". La Señora me lo enseña y en seguida recibo algo en la mano; es como si tuviera que agarrarlo en el aire, viene de muy alto. Oigo decir a esa voz: "Poned atención a los meteoros". Entonces dice La Señora: " Ven". Y proseguimos. La Señora dice: "Esa guerra en Corea es aparencia y el principio de una gran miseria". Entonces veo que se hacen demarcaciones y treguas. Después veo a alguien sentado y que apoya la cabeza en la mano; está muy concentrado. Percibo en mi interior que se trata de un dirigente ruso. Me parece que es Stalin o Lenín. "Yo les he avisado de ese peligro", oigo de que alguien dice junto a mí. Entonces veo la mitad del globo de la tierra y tengo que mirarlo. Mientras que, por así decir, lo sostengo con la mano, tengo que decir: "Aquí observo con mucha atención y lo sostengo". A continuación tengo que ir bajando por el globo en diagonal hacia la derecha, y más allá trazar una línea recta. Me siento por eso terriblemente sofocada.
"Sigamos", dice La Señora. Ahora veo la parte superior de Italia y tengo que sujetarla. Después veo el sur de Italia, y en cierto modo sujeto el tacón de Italia con el dedo pulgar, mientras los otros cuatro dedos los pongo sobre el sur de Italia. Entonces oigo a La Señora decir: "No, las cosas ahí no van bien para nada. ¿Dónde están las encíclicas?" Tengo que hacer un gesto y cruzo las manos verticalmente. Sigo viendo manos vacías. Entonces veo la basílica de San Pedro y oigo decir a La Señora: "¿Sabes cuál es tu poder? ¿Pero conoces tu doctrina?" Entonces Ella escribe "Encíclicas" y dice: "Eso está bien, así que ponlo en práctica. Que corra a derecha e izquierda, arriba y abajo. Tú sabes –y Ella aprieta el puño– que ese poder tiene ¡tanta fuerza!". Después me hace ver un "1", un "2" y un "3". A continuación veo un libro; una mano se pone sobre el libro. La Señora dice: "Observa tus leyes". Y es como si Ella sacara una cosa, y cuanto más saca, más larga y más ancha se vuelve. Mientras hace esto La Señora, dice: "Sabe que ha llegado tu tiempo".
Entonces me lleva a una pendiente y me dice: "Urbi et Orbi" (En latín: Para la Ciudad de Roma y para el mundo). La Señora mira conmigo desde esa pendiente hacia la basílica de San Pedro y dice: "¿Por qué tanta rigidez? Hazlo más amplio". Luego me lleva a un espacio y me dice: "Ahí tiene que llegar". Entonces veo como una especie de angustia y oigo decir: "De todo este caos vendrá primero una lucha y sólo después vendrá un florecimiento". Y ahora siento una gran melancolía y La Señora se va, diciendo: "Vendré de nuevo con un mensaje".
En los siguientes mensajes Ella dicta su oración, centra la atención en su imagen y se refiere por primera vez al último y más grande dogma, el de Corredentora, Medianera y Abogada.
Veo a La Señora de pie sobre el globo de la tierra e indicándolo me dice: "Hija, estoy de pie sobre este globo, porque quiero ser llamada La Señora de todos los Pueblos". Las palabras "de todos los Pueblos" aparecen colocándose sobre su cabeza en semicírculo. Sus pies están sobre Inglaterra y Alemania.
La Señora continúa diciendo: "Ya te he dicho: Misión en el propio país. Y ahora quiero mostrarte algo". Entonces La Señora indica de nuevo el globo y está de pie con los pies muy juntos sobre Alemania. Ahora La Señora hace un moviemiento como poniendo un pie sobre Inglaterra y dice: "Desde ahora he puesto un pie ahí". Vuelve a poner el pie sobre Alemania y junta de nuevo firmemente los pies. La Señora está otra vez con las manos abiertas y mira muy triste a Alemania. Entonces La Señora dice: "Hija, he puesto mis pies aquí. Hay que salvar a Alemania. El Hijo te ha traído precisamente aquí, (Ida está ahora recibiendo este mensaje en Alemania) para que lo comprendas mejor. He hecho sanar a muchos enfermos". Ella me muestra un mapa y me indica allí un lugar; veo claremente Lourdes y otros lugares más; no sé qué lugares son. La Señora dice: "¿Comprendes ahora lo que deseo aquí? Aquí hay tantas almas enfermas; hay que salvarlas. ¿Por qué se van de aquí, de Alemania, tantos religiosos a las misiones? Que se queden aquí. Aquí hay tanto trabajo que hacer".
La Señora indica algo y veo el Vaticano, mientras dice: "Que el Papa envíe los medios y llame a los pastores, de lo contrario Alemania se perderá. Hay una enorme apostasía. La gente no quiere contribuir a la construcción de nuevos edificios e iglesias. Hay que exhortar a los eclesiásticos para eso. Es un trabajo difícil. Yo sólo advierto. Los otros se esfuerzan en arrebatarle a Roma el pueblo alemán". A continuación veo frente a mí una calavera en el suelo, con dos huesos cruzados. La Señora los coge y los pone a sus pies, sobre Alemania. Entonces dice: "El Hijo quiere dar su protección especial y me ha enviado a ayudar a Alemania. Pero hay que animarles a que hagan lo que yo les digo".
Entonces veo muchos niños pequeños que vienen a su alrededor y la miran extasiados. La Señora los señala y luego veo a mi izquierda a hombres y mujeres de pie, pero muy lejos de La Señora y los niños. La Señora junta las manos y dice: "Alemania tiene que comenzar a recuperar la unidad, cada uno en su propia casa. Los hijos tienen que estar de nuevo unidos al padre y a la madre. Que se arrodillen y recen juntos el rosario". Luego parece como si La Señora despidiera a los niños y dice: "Tiene que empezar desde la base y luego extenderse por todo el mundo. La caridad tendrá que ser bien practicada de nuevo. Tendrá que surgir una gran acción entre los católicos. Se podrá hacer divulgándola; predicando más sobre esto en las iglesias. Por todas partes emprender la acción". Y mientras parece como si La Señora empujara a la gente. "Es muy importante que esto se haga. Hay otros que están tratando de destruir a Alemania. El pueblo está ahora dispuesto. ¡Así que dilo, dilo!" Entonces La Señora hace con el dedo un gesto de advertencia: "¡Que trabajen fuertemente!"
Después de esto, veo otra vez al Papa delante de mí. La Señora dice: "El Papa lo hará si si se lo piden". Entonces La Señora extiende las manos cruzadas sobre Alemania. Luego se retira de Alemania y veo el globo de la tierra, que da una vuelta bajo sus pies. La veo de nuevo sobre el mundo y me señala Roma. Ahora advierte con el dedo y dice: "Que el Papa continúe siempre así. Ahora es la gran oportunidad para Roma". Veo diversas iglesias ante mí y La Señora, con un solo movimiento de la mano, las derriba a todas. Entonces veo en el fondo la gran cúpula del Vaticano. La Señora dice: "Ahora ha llegado la gran oportunidad, a condición de que el Papa lleve a cabo lo que se ha propuesto hacer ". Y La Señora tiene la mano sobre el Papa, protegiéndolo.
Entonces Ella dice: "Vendrá una gran agitación en el mundo. Los rusos no se van a detener así. Por eso digo: Yo soy La Señora de todos los Pueblos". Al decir esto recalca la palabra "todos".
Veo venir una luz de la izquierda. Tengo que juntar las manos. Entonces veo a La Señora otra vez de pie sobre el mundo. Después parece como si La Señora me llevara con Ella, y ahora veo que me pone delante el globo terrestre, como un mapa. Ahora La Señora pone algo sobre el mapa y siento un dolor horrible en todo el cuerpo. Entonces veo que La Señora ha puesto una Cruz enorme sobre ese mapa. Al mirarla siento un dolor tremendo en las manos y en la cabeza. Es como si todos los músculos se contrajeran. La Señora dice: " Ese es el madero que es colocado sobre el mundo", e indica el palo largo. Después indica el palo horizontal y por último indica de nuevo la Cruz entera y dice: "Te hago sentir los dolores de ese madero".
Siento ahora en la cabeza una sensación de fiebre y es como si me diera una sed enorme, tan espantosa, que casi no la puedo soportar. A continuación La Señora me dice que levante la mano derecha extendiendo el pulgar y dos dedos. Con la mano izquierda tengo que cerrar el puño. La Señora dice: " La mano derecha es la Verdad y la otra es el puño. Esa debes tenerla levantada para que todos la vean". Mientras hago esto, veo que detrás del globo con la Cruz aparece gente de todas las naciones. Entonces tengo que ponerme el puño delante de los ojos. Al hacerlo, siento un dolor tan tremendo que me retuerzo y empiezo a llorar. De nuevo es como si todos los músculos de mi cuerpo se contrajeran. Le digo a La Señora: "El puño me duele muchísimo". Entonces los dolores empiezan a calmarse y junto de nuevo las manos.
La Señora dice: "Ven. Vamos a pararnos en el centro. Yo deseo poner mis pies en medio del mundo, y te lo mostraré: esa es América". Entonces señala otra parte y dice: "Manchuria; allí ocurrirá una insurrección". Luego veo marchar a los chinos, y les veo superar una línea. Después tengo que mover la mano sobre Formosa y Corea. Oigo a La Señora decir: "Hija, te lo he dicho: Esto es apariencia. Quiero decir que vendrán períodos de calma aparente, pero eso no durará mucho. Los pueblos orientales han sido despertados por una clase de gente que no cree en el Hijo".
Proseguimos. Ahora veo la gran China en toda su extensión, y tengo que juntar los brazos de una manera peculiar. Veo un gran hombre (quiero decir, interiormente grande), sentado en un trono. La Señora dice: "Está triste. Su imperio será dividido por un tiempo". Luego La Señora indica América y hace un gesto de desaprobación con el dedo, diciendo muy seria: "No lleves tu política al extremo". Después Ella me hace palpar dos veces la pesada cruz que también yace sobre América.
A continuación veo Asia. Entonces veo que La Señora extiende sus brazos, como protegiendo una parte, que me parece ser Ucrania. Entonces veo arriba, a la izquierda, en Rusia, una luz deslumbrante; es como si estallara desde el suelo. Es un espectáculo horroroso. "Y después ya no ves más nada", dice La Señora, y quedo cegada por esa luz. Luego veo una llanura reseca. Es una imagen desagradable, como si la muerte hubiera pasado por allí. Después veo frente a mí gentes con velos sobre la cabeza y envueltas en mantos, que mantienen cerrados, sujetándolos con las manos cruzadas sobre el pecho. La Señora dice: "También allí vendrá de nuevo una lucha por Tierra Santa y se librará una batalla por Nuestro sitio". Esto último La Señora lo dijo tan bajito, que no pude entender si dijo "lucha" o "dilema". "También el Japón tiene que tener cuidado. Te digo todo esto, ya que tú lo vivirás. Pues soy La Señora de todos los Pueblos y tú lo dirás".
Entonces veo a La Señora en su postura habitual, de pie ante mí y con los brazos abiertos. Yo le pregunto: "¿Me creerán?." Pregunto esto, ya que he tenido muchas dificultades. La Señora responde: " Sí, por eso ya había venido antes a ti cuando tu aún no comprendías. Entonces no era necesario. Era la prueba para ahora". (En octubre de 1917, cuando Ida tenía 12 años, había visto durante tres sábados consecutivos a una hermosa y resplandeciente "Dama vestida de blanco". El primero de esos sábados fue el 13 de octubre de 1917, día en que tuvo lugar el milagro del sol en Fátima.)
Ahora tengo que cerrar el puño de una mano y levantar los dedos de la otra. Entonces dice La Señora: " Esas dos manos se enfrentarán. Pero después de mucha lucha y dolor, la mano con el puño caerá, porque la Verdad siempre triunfará. Pero por desgracia, habrá mucho que cambiar. Di que la Iglesia ahora va por buen camino". La Señora se detiene y dice: "Los diocesanos y los religiosos". (Los sacerdotes regulares pertenecen a órdenes religiosas; los sacerdotes seculares son los que están vinculados a una diócesis bajo la autoridad de un obispo.) Parece como si Ella diera con un puño sobre la mesa. Oigo un golpe fuerte y la veo decir que no con la cabeza. Entonces dice: "Entre los diocesanos ¡aún hay tanta indiferencia que eliminar...! En este tiempo, que piensen bien lo que están haciendo". Al principio no me atrevía a repetirlo, pero La Señora me miró muy enojada y tuve entonces que decirlo.
Después parece como si La Señora agrupara dos filas de personas. Veo hombres de pie a su derecha y mujeres a su izquierda. Indica la fila de mujeres, sintiendo mucha lástima. Mueve la cabeza llena de compasión y dice, como hablándoles a esas mujeres: "¿Conocéis todavía vuestra tarea? Escuchad bien: Como sea la mujer, así será el hombre. Mujeres, dad vosotras el ejemplo. Volved a ser mujeres". Después mira la fila de hombres y dice: "Para vosotros, los hombres, tengo una pregunta: ¿Dónde están los soldados de Cristo? No tengo más que deciros".
Entonces parece como si de esas dos filas La Señora hiciera una sola. Ella las une con un arco. Ahora veo filas interminables de hombres y mujeres, unas junto a otras. Después ese arco se vuelve una gran cúpula y por encima de la cúpula se forma una gran iglesia. En medio de la iglesia aparece la siguiente imagen: una Paloma blanca que va despidiendo rayos de luz. La Señora dice: "Que esos rayos desciendan sobre los hombres. Les ayudaré, pero hay que trabajar enseguida y en serio".
Luego veo que ahí está el Papa, pero sólo el busto. Está como por encima de todo eso. Lleva una corona especial, con piedras preciosas engastadas. Mientras lo miro, oigo decir a La Señora: "Una tiara". Entonces parece como si La Señora se dirigiera al Papa, diciéndole: "Vas en buena dirección. Yo te ayudaré. Emplea aún más tus medios modernos y persevera. A Roma le ha llegado la oportunidad. ¡Aprovéchala! Tendrás que superar huracanes, pero serás asistido".
Entonces La Señora me dice:" Ahora continuemos. La situación de Francia es muy grave". Veo Francia en toda su extensión y que en medio hay una estatua de Napoleón. Y oigo: "Francia, te has hundido militar, política y espiritualmente. ¿Dónde están tu orgullo y tu gloria?" Entonces veo muchas manchas rojas sobre Francia. Oigo la voz que dice: "Y sinembargo, se necesita tan poco para hacerles volver en sí". Después La Señora indica diferentes países y dice: "Pero, ¿por qué no se unen?" Entonces veo Holanda, Francia, Bélgica e Inglaterra.
Después La Señora indica una línea gruesa en Alemania y dice: "Europa está dividida en dos". Agarro esa línea y la quito. Ahora veo una mancha muy negra, excepto en los países de la costa. A esos los veo claramente. Luego pasamos por encima de un río. La Señora dice: "El río Oder". No veo correr agua, sino que es de color rojo. "Está rojo de sangre", dice La Señora. Entonces veo ramas rojas que van hacia el Oeste.
Entonces oigo decir: "Turquía, ¿estás atenta de verdad?" Entonces veo los estrechos del Bósforo y los Dardanelos. Entonces tengo que hacer algo curioso. Tengo que usar mis manos como garras y clavarlas sobre el mapa. Tengo que poner mis brazos como si fueran las patas de una fiera. La Señora dice: " Tú sólo tienes que representarla. Tú eres como una fiera que está sobre Europa con las uñas afiladas, lista para saltar". Veo esa fiera, que quiere saltar sobre Europa. Mira a la izquierda y a la derecha, pero luego retira lentamente las patas.
Entonces oigo decir aquella voz: "Después de angustias y sufrimientos verán lo siguiente". Y veo ante a mí un paisaje apacible, por el que van ovejas y corderos, con un pastor en medio de ellos. La Señora dice: " Comprende bien todo esto y transmítelo". Entonces La Señora desaparece de repente.
En realidad, se me dio este mensaje en un sueño. (En el siguiente mensaje nº 27, La Señora hace referencia a esta visión.) Me había quedado profundamente dormida y soñaba. Pero, sea como sea, estaba semiconsciente en el momento en que se me dio el mensaje. Cuando el sueño hubo terminado, me desperté del todo. Luego me levanté y yo misma escribí el mensaje.
En la noche del 24 al 25 de enero de 1951 soñé que me encontraba en algún lugar remoto, en una especie de sala pequeña o habitación. Allí llegó de pronto La Señora y se me puso delante. Iba vestida con un amplio manto doblado; el velo que Ella llevaba normalmente sobre la cabeza, ahora lo llevaba puesto alrededor del cuello, se le veían los pies y llevaba sandalias. Ella me dijo: "Fíjate bien y escucha".
Entonces vi enfrente de mí una mesa larga y detrás una especie de sofá, en el que vinieron a sentarse algunos hombres; se sentaban medio recostados. En el centro vi una Figura luminosa y delante de Él había pan y un cáliz con vino. La Señora se encontraba al fondo de esa escena y me dijo de nuevo: "Fíjate bien y escucha".
De repente la sala se convirtió en una iglesia grande y llena de gente, en medio a la cual estábamos La Señora y yo, mirando. Entonces escuché la voz de La Señora, que decía: "Se tendrá que promulgar un decreto, y así se hará, estableciendo que ya no sea necesario estar en ayunas para poder comulgar. Hay tantas parsonas que, precisamente cuando están en la iglesia, podrían sentir una gran necesidad de recibir la Comunión y sin embargo se ven impedidas por no estar en ayunas". Entonces La Señora indicó esos hombres y dijo: "Esos hombres también fueron de la calle a la Mesa". Y en seguida vi por un instante aquella sala.
"Mira, –dijo La Señora– primero se acercan pocas personas a recibir la Comunión". Entonces oí de pronto una voz, como si viniera de afuera y que promulgaba el decreto. Y entonces vi como las personas acudían en gran número a la sagrada Mesa. "Así tiene que ser y así será", dijo La Señora. "¿Ves ahora la diferencia?" Y de repente todo desapareció y me desperté.
Veo una luz brillante y entonces veo a La Señora de pie. Ella dice: "Yo soy La Señora, María, Madre de todos los Pueblos. Podéis decir: La Señora de todos los Pueblos, o bien, Madre de todos los Pueblos, que un día era María. Vengo precisamente hoy, para decirte que deseo ser eso. Los hijos de todas las naciones serán uno sólo".
Entonces La Señora se queda un momento sin decir nada, en la postura que ya me es familiar. Entonces dice: "El mundo entero está revolucionado. Pero lo peor de todo es que los hombres de este mundo son llevados a la revolución". Y entonces parece como si La Señora caminara por todo el globo, y veo que todo el mundo se revuelve y entra en una revolución.
"Yo te llevo conmigo" dice ahora La Señora; y de repente estoy con Ella sobre Italia. Veo el Vaticano y entro con La Señora en la basílica de San Pedro. Caminamos por el pasillo del medio y nos detenemos más o menos en medio de la Basílica. A ambos lados veo gradas, bancos que suben de forma escalonada. En esos bancos veo sentados cardenales y obispos con mitras blancas. La Señora dice: "Fíjate bien, esos son los obispos de todos los países". (Años después, entre 1962-1965 se sucedió el Concilio Vaticano II que Ida vió por televisión reconociendo esta imagen de la visión.)
Entonces veo al Papa sentado, con una tiara. Está sentado al final del pasillo del centro. En torno a él, veo un par de eclesiásticos de pie. En una mano tiene un cetro y la otra mano la tiene con dos dedos levantados, en la posición acostumbrada. El Papa tiene un libro grande y grueso delante de él. La Señora dice: "Escucha bien, hija. Ya ha habido cambios y otros están en preparación (Concilio Vaticano II). Sin embargo, quiero traer el mensaje del Hijo. La doctrina es buena; no obstante, las leyes pueden y deben ser modificadas. Quiero decirte esto precisamente hoy, porque el mundo se encuentra en una gran revolución. Nadie sabe en qué dirección hay que ir. Por eso, el Hijo quiere que yo de este mensaje".
Y ahora me encuentro de repente delante de una gran Cruz. La miro y siento dolores espantosos. Me dan calambres de los pies a la cabeza. Es como si todos los músculos de los brazos se contrajeran, obligándome a cerrar los puños. Siento como si se me desgarrara la cabeza y como una sensación de fiebre y que la cabeza se fuera a reventar. Por eso me pongo a llorar. Ya no puedo soportarlo más y le pido a La Señora si todo eso podría pasar. Entonces Ella sonríe. El dolor dura un poco más y luego todo se acaba. Entonces La Señora me dice: "Que todos vuelvan a la Cruz; sólo entonces habrá paz y tranquilidad".
Mientras esto y todavía con La Señora de pie ante la Cruz, Ella dice: "Repite lo que digo". Eso me pareció extraño; pensé: ¡pero si ya repito todo lo que Ella dice! Y de repente veo que La Señora se vuelve aún más hermosa de lo que ya era. La luz que siempre la rodeaba se vuelve más clara y brillante, tanto que ya casi no puedo mirarla. Las manos, que tenía siempre hacia abajo, ahora las levanta, juntándolas. Su rostro se vuelve tan celestial, tan sublime, que no hay palabras para describirlo. Su figura se vuelve aún más traslúcida y tan bella, que me quedo embelesada contemplándola. Entonces dice La Señora:
Señor Jesucristo,
Hijo del Padre,
manda ahora tu Espíritu sobre la tierra.
Haz que el Espíritu Santo habite
en el corazón de todos los pueblos,
para que sean preservados
de la corrupción, de las calamidades y de la guerra.
Que La Señora de todos los Pueblos,
que un día era María,
sea nuestra Abogada.
Amén."
La Señora dice esta oración de una manera tan hermosa e impresionante, que nadie en el mundo la podría decir como Ella. Ella recalca la palabra "ahora", al decir "manda ahora tu Espíritu", y la palabra "todos", cuando dice "haz que el Espíritu Santo habite en el corazón de todos los pueblos". También la palabra "Amén" la pronuncia de manera hermosa y solemne. Estoy todavía ante la Cruz y he rezado y repetido la oración, esas palabras que La Señora dijo. Es como si se hubieran quedado grabadas en mi mente. Ahora las veo escritas con letras muy grandes.
La Señora continúa: "Hija, esta oración es tan breve y sencilla que cada uno puede decirla en su propia lengua, ante su propia cruz. Y los que no tengan una cruz, pueden rezarla a solas. Este es el mensaje que hoy precisamente quiero dar, porque ahora vengo a decir que quiero salvar las almas. Que todos colaboren en esta gran obra para el mundo. Que cada hombre se decida personalmente a colaborar". Entonces La Señora levanta un dedo y dice: "Sobre todo en lo que respecta al primer y más importante mandamiento: el Amor". Ahora veo esta palabra escrita con letras grandes. "Haz que empiecen por esto", dice La Señora.
A continuación veo un determinado grupo de personas; La Señora los mira con compasión y dice: "Y entonces los pequeños de este mundo dirán: ¿Qué podemos hacer nosotros? Pues los grandes son los que hacen esto". Esto lo dice muy dulcemente, como sintiendo muchísimo afecto por esas personas que la rodean. Pero luego cambia el semblante de La Señora y dice con fuerza: "Y ahora digo a los pequeños: Si perseveráis en el amor recíproco, ni siquiera los grandes tendrán mayores posibilidades. Poneos ante vuestra cruz y decid lo que os he dictado y el Hijo os escuchará".
Entonces La Señora me dice: "Otra vez vendrá una gran calamidad natural. Los grandes de este mundo nunca estarán de acuerdo. La gente buscará acá y allá. Cuidado con los falsos profetas. Busca y pide únicamente el verdadero Espíritu Santo, porque en este momento se trata de una guerra de ideas. La lucha ya no es de razas o pueblos, la lucha ahora es de espíritus. ¡Entiéndelo bien!"
Entonces La Señora junta las manos. Veo ahora al Papa con los cardenales y los obispos. La Señora dice, como si se dirigiera al Papa: "Tú puedes salvar el mundo. Ya lo he dicho otras veces: Esta es la oportunidad para Roma. Aprovecha este momento. Ninguna iglesia en el mundo es estable como la tuya. Pero adáptate a tu tiempo e insiste en poner al día a los religiosos, sacerdotes, seminaristas, etc., etc. Insiste, llévalo a cabo hasta en los mínimos detalles. La doctrina permanece, pero las leyes pueden ser cambiadas. Haz que los hijos de este mundo gocen más del Memorial de mi Hijo". Luego La Señora me dice: "Te he mostrado en el sueño como se puede lograr que se comulgue con mayor frecuencia. Esto te lo digo de Holanda y de todos los demás países en que no se hace".
"A Alemania quiero decirle: Que en este país todos se pongan a trabajar fuertemente, para volver a traer a todos los que se han extraviado, a lo que es el centro: la Cruz. Sacerdotes hay muy pocos, pero seglares hay muchos. Llevad a cabo pues, una gran acción entre los seglares para exhortarlos a este propósito. Trabajad aquí sobretodo con gran amor y caridad. Que los grandes de Alemania ayuden y no se alejen de la Iglesia". Entonces La Señora dice lo siguiente en alemán: "Deutschland jedoch liegt mir sehr am Herzen. Die Mutter Gottes weint über die Kinder Deutschlands. (Sin embargo, Alemania me importa muchísimo. La Madre de Dios llora por los hijos de Alemania.) A Francia, Bélgica, Los Balcanes y Austria, les digo esto: No os dejéis llevar por el espíritu de la mentira. A Italia le digo: vosotros, los grandes de Italia, ¿sabéis cuál es vuestra tarea? A Inglaterra le digo: Yo volveré, Inglaterra.
A América le digo: No impongas tanto tu política y busca el Verdadero Espíritu. Estoy contenta que en este momento América encuentre más la Fe".
"A Africa le digo: Dí que allí deseo un seminario. Ayudaré a los dominicos. Di esto a tu director espiritual. (Al Padre Frehe, dominico y director espiritual de Ida, habían acudido sus hermanos dominicos para que pidiera por un Seminario de La Orden de Predicadores de Santo Domingo de Guzmán, en Africa.) Dile, además, que el Hijo está satisfecho de su trabajo y su dirección. De todos modos, dile que en estas cosas se atreva a ir más a fondo. Te quiero utilizar solamente para realizar la voluntad del Hijo en este tiempo. Una cosa sí quiero pedirte: que tú, hija de hombre, ayudes a la gente lo más que puedas. Yo te daré la fuerza necesaria. Tu director espiritual ha sido elegido para ayudarte en esta tarea. Aparte de esto, todo lo demás puede seguir así como está. El me entenderá. Por lo demás, deseo decirles a todos los pueblos asiáticos y orientales, conozcan o no al Hijo: Nosotros cuidamos de ellos".
Entonces La Señora señala nuevamente el globo de la tierra y dice: "Este tiempo es Nuestro tiempo. Tú, hija, eres solamente el instrumento para transmitir estas cosas. Y así lo harás. Sí, hay suficientes pruebas, las he dicho también hoy. Diles que quiero ser La Señora de todos los Pueblos".
La Imagen de La Señora de todos los Pueblos
Veo una luz brillante y después oigo: "Aquí estoy de nuevo". En medio de esa luz veo a La Señora de pie. Ella dice: "Fíjate bien y escucha lo que tengo que decirte". La Señora sacude la cabeza, como si me desaprobara, y dice: "Hija, transmitirás mi mensaje, ¿verdad? Mi única intención es hacer que la voluntad del Hijo se cumpla en este tiempo. Entiéndelo bien, tú eres sólo el instrumento".
Entonces es como si La Señora se pusiera muy claramente ante mí, y me dice: " Mira mi imagen y obsérvala detenidamente". Y hace un gesto como diciendo: "tócala". Entonces me deja tocar realmente con mis manos el contorno de su figura, pero siento ese contorno como algo espiritual. Su pelo es espeso y ondulado, hasta los hombros. Es como si en ese momento fuera humana y a la vez no. Veo que su velo es de lino; blanco, pero no blanco puro. Parece como si se hubiera echado el velo un poco hacia atrás para dejar ver mejor su cara. La Señora dice: "Eso es, grábate bien esto en tu memoria. Estoy sobre el globo de la tierra y estoy pisando firmemente con mis dos pies. Ves también claramente mis manos y mi cara, mi pelo y mi velo. El resto está como en la niebla".
Veo por un momento que alrededor de Ella hay neblina. "Fíjate bien en lo que sobresale a los dos lados a la altura de mis hombros, y sobre mi cabeza". Sorprendida, veo que se trata de una Cruz y digo a La Señora: "Es una Cruz, veo el travesaño y el palo vertical que sobresalen". La Señora sonríe y dice: "Entonces, ¿te has fijado bien? Te he mostrado mi cabeza, mis manos y mis pies, como de un ser humano. Fíjate bien, como los del Hijo del Hombre. El resto es el Espíritu".
"Harás que esta imagen sea hecha y la difundirás junto con la oración que te he dictado. Este es mi deseo por hoy, y quiero que esto se haga en muchos idiomas. Esa es la respuesta para tu director espiritual. Hija, sigo insistiendo en que esto se haga. Es de suma importancia que tú, hija de hombre, no permitas que otros te lo impidan. Y así tú misma serás fuerte y perseverarás". Entonces le pregunto a La Señora: "¡Me siento tan débil para esto! ¿Me creerán?" Y Ella responde: "Sólo te pido que hagas lo que te digo. Más no se te pide. Sólo deseo que esto se haga. Tú, hija de hombre, ¿puedes acaso calcular el gran valor que esto puede tener? Dile esto también a tu director espiritual. Porque en éste tiempo quiero ser La Señora de todos los Pueblos. Y por eso quiero que la oración, junto con la imagen, sea traducida en todos los idiomas más conocidos y se rece todos los días. No temas".
Ahora La Señora se queda inmóvil, de pie ante mí, y puedo verla muy claramente. Entonces dice: "Ahora te explico por qué vengo de esta forma. Estoy como La Señora ante la Cruz. Con la cabeza, manos y pies como de un ser humano. El cuerpo, sinembargo, es como del Espíritu, porque el Hijo vino por la voluntad del Padre. Pero ahora vendrá el Espíritu al mundo, y por eso quiero que se pida para que venga". La Señora hace una pausa y dice: "Estoy de pie sobre el globo porque eso tiene que ver con el mundo entero". Entonces La Señora traza como un semicírculo con la mano y dice: "Fíjate bien". Ahora veo un semicírculo que va de un extremo al otro del palo horizontal de la Cruz. Es como si ese círculo fuera de una luz particular, y dentro veo destacarse letras de imprenta negras: al lado izquierdo "de Vrouwe" (La Señora); arriba en el centro "van alle" (de todos), y a la derecha "Volkeren" (los Pueblos).
Entonces La Señora dice: "¿Por qué te doy esto aquí? Porque en esto tengo una intención especial; será para más adelante. Transmíte bien todo. Este es por hoy mi mensaje. El espíritu de la falsedad penetra de un modo tan tremendo, que es necesario que todo esto se realice cuanto antes. El mundo entero se está degenerando y por eso el Hijo envía a La Señora de todos los Pueblos, que un día era María".
28 de marzo de 1951
Veo una luz brillante y a continuación oigo: "Aquí estoy de nuevo, La Señora de todos los Pueblos". Entonces veo claramente a La Señora de pie ante mí. Ella dice: "Sólo vengo a darte el siguiente mensaje: Dile a tu director espiritual que así todo va bien. El Hijo quiere sólo que le obedezcan. Hay que cumplir su voluntad. Fíjate bien otra vez como soy." Ahora parece que La Señora se me acerca más y ahora me muestra todo muy claramente. Entonces dice: "Así habrá que difundirla. Al texto de la oración dictada no se le puede cambiar nada." De nuevo La Señora dice la oración de la misma manera, tan preciosa y con esa expresión celestial:
"Señor Jesucristo,
Hijo del Padre,
manda ahora tu Espíritu sobre la tierra.
Haz que el Espíritu Santo habite
en el corazón de todos los pueblos,
para que sean preservados
de la corrupción, de las calamidades y de la guerra.
Que La Señora de todos los Pueblos,
que un día era María,
sea nuestra Abogada.
Amén."
Mientras La Señora reza la oración, hace que yo la lea en letras de imprenta. Entonces veo que la palabra "ahora" de "manda ahora tu Espíritu", y la palabra "todos" de "La Señora de todos los Pueblos", están subrayadas. Entonces dice La Señora: "Que un día era María", tiene que permanecer así. Dile además a tu director espiritual que la prudencia es buena. Pero que el Hijo me envía a ti para llevar a cabo esto, lo cual es su Voluntad. No tengas miedo, hija. Estoy como La Señora ante la Cruz y como tal quiero ser traída de nuevo al mundo. Y tú, hija, eres sólo el instrumento, sólo el instrumento. Ya te he mostrado anteriormente (En la visión nº 23): 51 53. ¿Sabes tú, hija mía, qué época es esta? Esta época, de tal apostasía, el mundo nunca la ha vivido; y por eso quiero que esto se lleve a cabo rápidamente y sin miedo. Di esto a tu director espiritual; que en este tiempo moderno, en este mundo moderno que sabe actuar tan rápidamente en lo material, también en lo espiritual hay que actuar de forma moderna y rápida."
En ese momento veo Roma de repente ante mí. Oigo decir a La Señora, moviendo el dedo en señal de desaprobación: "¿Conoces tus leyes?" Entonces La Señora me dice de nuevo: "Dile además a tu director espiritual que no tenga miedo. Él me entenderá, pues he sido yo quien ha elegido a él y a ti para transmitir esto. Este es mi mensaje especial por hoy, para que se haga. Ya he dicho anteriormente: la Cruz hay que traerla de nuevo al mundo, en éstos años, del 51 al 53. Vosotros no sabeis lo que el futuro os depara. Vosotros no os dais cuenta del gran peligro que corre Roma. Roma se cree que aún sea fuerte, pero no sabe cuánto es socavada en sus fundamentos. ¿Sabéis cuánto hay que actuar rápidamente? ¿Sabéis que la teología tiene que ceder ante la causa de mi Hijo?"
A continuación La Señora dice: "Ahora me quito de la Cruz y me pongo junto a ella". Ahora Ella se pone a un lado y es como si yo me viera delante de la gran Cruz. Otra vez me dan esos dolores horribles. Duran un poco. Entonces La Señora viene a ponerse de nuevo ante la Cruz y dice: "Harás lo que te digo, hija. Yo te ayudaré, a ti y a los demás. Quiero que se difunda en muchos idiomas. En esto te ayudaré. Pero no tengas tanto miedo. ¿Por qué tendrías de tener miedo de la causa del Hijo? Hazlo saber, pues de lo contrario el mundo se corromperá. Pues sino el mundo se autodestruirá. Pues sino vendrán siempre guerras y quedará la destrucción. Roma tiene que saber cuál es su tarea en este tiempo. ¿Sabe Roma qué enemigo la acecha, que va arrastrándose por el mundo como una serpiente? Y no me refiero sólo al comunismo; vendrán todavía otros muchos profetas, falsos profetas. Por eso habrá que utilizar esos medios. Estoy como La Señora ante la Cruz, como la Madre ante mi Hijo, que por el Padre vino a mí. Y por eso estoy ante mi Hijo como la Abogada y la Portadora de este mensaje para este mundo moderno."
1º de abril de 1951
Veo una luz brillante y oigo una voz que dice: "Hija, la vez anterior vine sólo para que se supiera que era yo". Y ahora veo que La Señora sale de esa luz. Ella me dice: "Ahora estoy aquí para seguir explicándote. Fíjate bien y escucha con atención lo que he de decirte. Estoy aquí y quiero ser La Señora de todos los Pueblos; no sólo de un pueblo en particular, sino de todos". Diciendo esto, La Señora abre los brazos y veo muchísima gente de todo tipo, incluso gentes que yo ni siquiera sabía que existían.
La Señora continúa: "Ahora te voy a seguir explicando. Fíjate bien. Trata de comprender el contenido de este mensaje. Yo estoy de pie ante la Cruz, con la cabeza, las manos y los pies como de un ser humano. Mi cuerpo es como del Espíritu. ¿Por qué estoy así? Mi cuerpo también fue llevado al Cielo, como el Hijo. Ahora me encuentro ante la Cruz ofreciendo el Sacrificio, pues yo sufrí con mi Hijo espiritualmente y sobre todo corporalmente. Este será un dogma muy discutido".
Yo le digo a La Señora que este mensaje me asusta. Entonces La Señora dice: "Hija, transmite esto y di que los dogmas marianos quedan clausurados con este". Mientras La Señora dice esto, forma una especie de anillo o círculo, que cierra por decir así con una llave. "Tú no tienes que hacer más que transmitir esto. He dicho que la teología tiene que ceder ante la causa de mi Hijo. Con esto quiero decir: Teólogos, el Hijo siempre busca lo pequeño y lo sencillo para su Obra. ¿Creéis vosotros en lo pequeño y sencillo que predicais a los demás? Hay que creer con sencillez. Ya no tenemos mucho más tiempo para esperar. Este tiempo es Nuestro tiempo".
Ahora La Señora se queda largo tiempo delante de mí sin decir nada y sólo me mira sonriendo. Entonces Ella se retira de la Cruz y siento de nuevo esos dolores espantosos. Primero me dan terribles calambres en todos los músculos del cuerpo. Luego desaparecen y me siento mentalmente muy cansada y extraña. Después veo a La Señora otra vez ante la Cruz y cesan mis dolores.
Ahora veo a La Señora como en la niebla. Su cuerpo es tan transparente, que a través de él, veo claramente la Cruz delante de mí. Inmediatamente empiezan de nuevo esos horribles dolores. Esto dura un poco y luego todo vuelve otra vez a la normalidad, y La Señora me dice: "Hija, como ha sufrido Él, así he sufrido también yo, como Madre del Hijo del Hombre. Repítelo bien".
Después La Señora me indica el globo terrestre sobre el cual está de pie, y veo como si alrededor de Ella estuviera nevando. La Señora sonríe y dice: "¿No lo entiendes? Observa bien el globo". Entonces veo el globo terrestre cubierto por una gruesa capa de nieve. Ahora La Señora sonríe de nuevo y dice: "Mira otra vez el globo". Es como si el sol lo iluminara; como si la nieve se derritiera y desapareciera lentamente del suelo. Entonces dice La Señora: "Te preguntas qué significa eso. Ahora te doy la explicación de mi venida de hoy. Como los copos de nieve van cayendo sobre la tierra y van cubriendo el suelo con una espesa capa, así se difundirá la imagen con la oración y caerá en los corazones de todos los pueblos".
Mientras dice esto, veo a todos esos pueblos de pie delante de mí. La Señora indica entonces su propio corazón y luego los corazones de todas esas personas y dice: " Como la nieve se deshace en la tierra, de la misma manera el fruto -el Espíritu- penetrará en los corazones de todos aquellos que digan esta oración cada día, pues piden que el Espíritu Santo venga al mundo. Y ahora me dirijo a los que desean un milagro. Pues bien, les digo: Comenzad esta obra de redención y de paz, llenos de celo y fervor, y vereis el milagro. Este es mi mensaje para hoy, pues el tiempo apremia. Hay que emprender una gran acción en favor del Hijo, de la Cruz y de la Abogada y Portadora de la paz y la tranquilidad, La Señora de todos los Pueblos.
"Tú, hija, tendrás que colaborar sin miedo ni temor. Tú sufrirás física y espiritualmente. Más tarde verán cuál ha sido mi intención. Yo te daré indicaciones para la difusión. Hoy te he traído aquí, en todo silencio y calma, para que puedas transmitir bien mi mensaje. Di que esto es urgente. El mundo está tan corrompido y es tan materialista, que es urgente volver a llevar la fe sencilla entre los hombres. Eso es todo lo que necesitan: la Cruz con el Hijo del Hombre. Vosotros, padres de familia de este mundo, enseñad a vuestros hijos a volver a la Cruz. Yo les ayudaré como La Señora de todos los Pueblos. Y tú, Hija, en tu regazo pongo a todos los hijos de los hombres. ¡Mírame y ten confianza!"
Luego La Señora se queda mirándome largo rato y va desapareciendo lentamente, mientras me dice: "Este tiempo es Nuestro tiempo".
Veo otra vez esa gran luz brillante. Muy despacio, La Señora comienza a emerger de esa luz hasta encontrarse muy claramente delante de mí. La Señora no dice nada todavía, sólo me mira sonriendo. Esto dura un momento, hasta que empieza a hablar. La Señora dice: "Hija, fíjate bien otra vez".
Ahora La Señora indica el lienzo que lleva alrededor de su cintura; tengo que mirarlo bien. La Señora dice: "Has expresado todo correctamente. Estás en el buen camino. Tan sólo, mira bien este paño".
Veo entonces como si La Señora se quitara el paño de la cintura. Es un velo muy largo y Ella me hace ver como se lo pone. Con la mano izquierda sostiene el extremo del paño y con la derecha le da dos vueltas alrededor de la cintura, hasta quedar de nuevo al lado izquierdo. Luego con la mano izquierda dobla el resto del paño, de forma que queda una parte colgando.
"Escucha bien lo que esto significa -dice La Señora-. Es como el lienzo que cubrió la cintura del Hijo en la Cruz, pues estoy como La Señora ante la Cruz del Hijo. Esta imagen precederá... -La Señora espera un momento y luego repite recalcando con fuerza- ...precederá a un dogma, un nuevo dogma. Ahora te lo voy a explicar, escucha bien. El Hijo vino a este mundo como el Redentor de los hombres y la Obra de Redención era la Cruz, con todo su sufrimiento, espiritual y corporal".
Entonces La Señora se retira de la Cruz, y ahora soy yo quien está ante la gran Cruz. Otra vez siento esos terribles dolores, aún más fuertes que antes. Esto se me hace muy largo, y luego La Señora viene como en una niebla a ponerse ante la Cruz. La veo retorcerse y empieza a llorar. Su rostro expresa un dolor indescriptible y las lágrimas corren por sus mejillas. Entonces La Señora dice: "Hija mía", y es como si Ella me comunicara ese dolor. Primero se apodera de mí un cansancio espiritual; lo siento muy intenso. Luego siento los mismos dolores que antes, aunque no tan fuertes como la primera vez. De repente es como si me desplomara y digo a La Señora: "Ya no puedo más." Esto dura un momento y luego todo termina.
La Señora está de nuevo muy claramente ante la Cruz y dice: "Escúchame bien, entiente bien lo que ahora voy a explicar. Te repito: el Hijo vino al mundo como el Redentor de los hombres; la Obra de la Redención era la Cruz. Él fue envíado por el Padre.
Pero ahora el Padre y el Hijo quiere*enviar a La Señora por todo el mundo, pues Ella anteriormente también precedió y siguió al Hijo. Por eso estoy ahora de pie sobre el mundo, sobre el globo de la tierra.
(*Cuando La Señora habla sobre más de una persona de la Santísima Trinidad, utiliza a menudo la conjugación singular del verbo.)
" La Cruz está ahí bien plantada y enraizada. Ahora viene La Señora a ponerse ante ella, como Madre del Hijo, que completó con Él esta obra de Redención. Esta imagen habla claro y desde ahora será llevada por el mundo, porque el mundo nuevamente necesita la Cruz. Pero La Señora está ante la Cruz como la Corredentora y Abogada. Esto provocará mucha oposición, pero la Iglesia, Roma, no tendrá miedo de entablar esta lucha. La cual sólo hará que la Iglesia se vuelva más fuerte y vigorosa. Esto se lo digo a los teólogos. Y además les digo que tomen este asunto en serio. Te repito: el Hijo busca siempre lo pequeño y lo sencillo para su Obra. Hija, espero que hayas comprendido bien esto y que puedas transmitirlo. Ahora te hablo especialmente a ti, hija: haz que la difusión se haga rápida".
Yo le digo a La Señora: "¿Y cómo puedo yo hacer eso? Siento tanto miedo de hacerlo". Y La Señora me dice: "¿Tienes miedo? ¡Yo te ayudo! Ya verás que la difusión se hará por sí sola. Tú vas por buen camino. Esto se ha de hacer y se hará; todos los que acepten esta oración se comprometerán a rezarla todos los días. Tú no puedes calcular lo que eso vale. Tú no sabes lo que el futuro traerá".
Entonces La Señora me hace ver el mundo: Es como si muchas serpientes se arrastraran por todo el globo. Y dice: "Los hombres todavía no se dan cuenta de cuán grave es la situación del mundo. Volviéndose los hombres tan superficiales, no pueden comprender cuánto daño eso causa a la fe".
Después La Señora mira largo rato hacia delante, como si mirara fijamente a lo lejos. Luego dice: "Hija, este tiempo es como el que precedió a la venida del Hijo. Por eso no puedo insistir bastante en que los hombres, que Roma, que todos colaboren en la lucha a favor de la Obra del Hijo. Ya sé que aquí y allá hay un despertar, pero está lejos de lo que tiene que ser para poder salvar al mundo. Y al mundo hay que salvarlo de la corrupción, de las calamidades y de la guerra. Envía esta oración con la imagen a los países en que la fe se ha debilitado. Y ahora me dirijo a tu director espiritual. Dile que él sabe cómo actuar. Yo ayudaré, y haréis sólo lo que yo os diga. Quiero ser La Señora de todos los Pueblos, que quiere ayudar al mundo en este tiempo. Los hombres no saben a dónde ir. Pues bien, que vuelvan a la fe sencilla y el mundo obtendrá nuevamente la paz".
Ahora La Señora se va muy despacio y le oigo decir otra vez: "Este tiempo es Nuestro tiempo".
29 de abril de 1951
Veo una luz brillante. Lentamente La Señora emerge de esa luz. Ahora la veo claramente de pie y Ella dice: "Aquí estoy como La Señora de todos los Pueblos, y vengo ahora para enseñar precisamente que quiero ser La Señora de todos los Pueblos. Escúchame bien. Tú me ves aquí, de pie sobre la tierra, junto a la Cruz del Hijo. No se te ha olvidado transmitir nada. Sólo faltaba el lienzo en torno a la cintura. Es el que llevaba puesto el Hijo; di esto. Aquí estoy como la Corredentora y Abogada. Todo pensamiento ha de dirigirse a esto. Repite lo siguiente: el nuevo dogma será el dogma de la Corredentora. Quiero marcar especialmente “Co”. Ya he dicho que será muy combatido.
"Y te repito nuevamente: la Iglesia, Roma, luchará y lo hará. La Iglesia, Roma, afrontará oposición y resistencia. La Iglesia, Roma, se volverá más fuerte y vigorosa, a medida que resista en la lucha. Mi intención y el encargo que te hago, no son sino de exhortar a la Iglesia y a los teólogos a que emprendan esta lucha, puesto que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo desea* traer al mundo, como Corredentora y Abogada, a La Señora que fue elegida para traer al Redentor. Yo he dicho: Este tiempo es Nuestro tiempo. Con esto quiero decir lo siguiente: El mundo se corrompe y se vuelve indiferente; no sabe qué rumbo tomar. Por eso el Padre me envía para que sea la Abogada, a fin de que venga el Espíritu Santo. Y es que el mundo no puede ser salvado por la fuerza; el mundo será salvado por el Espíritu. Pues sólo las ideas son las que gobiernan el mundo. Adelante, pues, Iglesia de Roma, ya conoces tu tarea. Lleva tus ideas, lleva de nuevo a Cristo".
Ahora La Señora se retira de la Cruz y a mí me dan otra vez esos terribles dolores, pero llegando al extremo. Esto dura un poco y después veo a La Señora, como en una neblina, de pie ante la Cruz. En eso empiezo a sentir de nuevo esos fuertes dolores físicos y espirituales. Me siento agotada; es como si me fuera a desplomar y digo: "Ya no puedo más."
Entre tanto veo que La Señora se desploma bajo la Cruz y se abraza a los pies de su Hijo, llorando amargamente. Después la veo levantarse y del lado derecho veo venir una espada, cuya punta se dirige al corazón de La Señora. Entonces le oigo decir: "Esa era la espada que se me había predicho".
Entonces se me pasan todos los dolores y la depresión espiritual, y de nuevo veo claramente a La Señora ante la Cruz. Ella me mira y dice: "Hija, transmite claramente a los que luchen y trabajen por esta obra deseada por el Hijo, que lo hagan con mucho celo y fervor". Luego La Señora sonríe y dice: "Yo les ayudaré. Ya te he dicho, te he dictado esa sencilla oración al Padre y al Hijo. Cuida que sea difundida por todo el mundo, en todos los pueblos. Todos tienen derecho a ello. Te aseguro que el mundo cambiará. Pero tú, hija mía, comunica simplemente cuanto te digo. Tu director espiritual hará mi voluntad, sencillamente. ¿Me preguntas cómo? Sólamente difundiendo, otra cosa no se te pide. Esto sólamente precederá; repito: precederá. Esta imagen será utilizada como una obra precedente de paz, de redención. Más tarde emplearán esta imagen para la Corredentora".
Luego La Señora hace una pausa. Entonces dice otra vez marcando las palabras: "¡Corredentora! Los dolores, espirituales y físicos, los compartió La Señora. Ella siempre ha precedido. Cuando el Padre la eligió, ya era Ella la Corredentora con el Redentor, que vino al mundo como el Hombre-Dios. Díles eso a vuestros teólogos. Yo bien sé que la lucha será grande y dura... -y La Señora sonríe y parece como si mirase lejos- ...pero ya había sido predestinada".
Entonces La Señora me dice, dando unos pasos más hacia delante: "Tú me ves ahora de pie, muy claramente. Así la imagen irá por el mundo. Por tanto, hija, insiste en que estas cosas se lleven a cabo. No, no vacilarán; actuarán. La hora es demasiado grave. Nadie comprende cuánto lo sea. También quiero llegar a esos pueblos que han sido apartados de mi Hijo. Salva así mismo a los hombres que son obligados a apartarse de Él. Tú tienes la obligación. El mundo está tan corrompido, que ha sido necesario que el Padre y el Hijo me enviaran a todos los pueblos, para venir a salvar como la Corredentora. Di esto a los teólogos".
Entonces veo a La Señora irse y oigo que otra vez dice: "Este tiempo es Nuestro tiempo".
31 de mayo de 1951
(Fiesta de María Medianera de todas las Gracias)Ésta es la primera vez que La Señora se aparece un 31 de mayo. En algunas diócesis se celebraba en esa época la fiesta de María Medianera de todas las Gracias. En la encíclica “Ad Coeli Reginam” del 11 de octubre de 1954, el Papa Pío XII dio a María el título oficial de “Reina del Cielo y de la Tierra”. La celebración litúrgica de este título fue fijada el 31 de mayo, día en que antes se celebraba en muchas provincias eclesiásticas la fiesta de María Medianera de todas la Gracias. La fiesta de María Reina fue trasladada al 22 de agosto, por el decreto del 21 de marzo de 1969. A la vez se trasladó la fiesta de la Visitación de María, del 2 de julio al 31 de mayo. Ir almensaje nº 51.
Ahí está La Señora otra vez y dice: "Aquí estoy y vengo a decirte que quiero ser María, La Señora de todos los Pueblos. Fíjate bien. Estoy ante la Cruz del Redentor. Mi cabeza, mis manos y mis pies son como los de un ser humano, como los del Hijo del Hombre; el cuerpo es como del Espíritu. He puesto mis pies firmemente sobre el globo terrestre, porque en este período el Padre y el Hijo quiere* traerme en este mundo como la Corredentora, Medianera y Abogada. Este será el nuevo y último dogma mariano. Esta imagen lo precederá. Este dogma será muy discutido pero se cumplirá. Te he repetido estas cosas para que se las sepas explicar a tu director espiritual y a los teólogos e indicarles la refutación. Ahora pon mucha atención y di lo que te muestro. Esta es la última indicación que doy sobre la imagen. Fíjate bien. Estoy sobre el globo de la tierra. Tú creías ver nubes alrededor de la tierra. Pero observa bien lo que te muestro".
Entonces veo que las nubes se vuelven ovejas vivas. De la izquierda y de la derecha, en torno al globo, como de lo profundo, va saliendo por ambos lados un rebaño de ovejas. Acá y allá veo también ovejas negras. Los corderitos se echan a los pies de la esfera terrestre. Las ovejas avanzan, algunas de ellas pastando. Pero la mayor parte tienen la cabeza levantada, como si miraran fijamente a La Señora y a la Cruz. Hay también algunas ovejas echadas con la cabeza levantada, que miran a La Señora. Es un panorama hermoso y apacible.
Entonces me dice La Señora: "Hija, grábate bien esta representación en tu memoria y transmítela bien. Esta imagen del rebaño representa a los pueblos del mundo entero, que no hallarán descanso hasta que se humillen y miren pacíficamente la Cruz, el centro de este mundo. Observa ahora mis manos y dime lo que ves".
Ahora veo como si en medio de sus manos hubiese habido una herida y de ahí, de cada mano, salen tres rayos que iluminan las ovejas. La Señora sonríe y dice: "Estos son tres rayos, los rayos de Gracia, Redención y Paz. Por la Gracia de mi Señor y Maestro, el Padre envió a su Hijo, por amor a la humanidad, como Redentor, al mundo. Ellos dos quieren enviar ahora al verdadero Espíritu Santo, que no es otra cosa que Paz. De modo que: Gracia, Redención y Paz. El Padre y el Hijo quieren enviar en este tiempo a María, La Señora de todos los Pueblos, como la Corredentora, Medianera y Abogada. Con ello te he dado una clara y precisa explicación de esta imagen. Con esto la imagen está completa.
(Cuando fueron dadas estas últimas indicaciones para la imagen de La Señora de todos los Pueblos, ya se había empezado a pintar el cuadro. Las nubes, que ya habían sido pintadas, tuvieron que ser transformadas en ovejas. Fue tarea difícil la de plasmar a La Señora en una pintura. En el siguiente mensaje, el nº 34, La Señora hace saber que está satisfecha con el cuadro. Véase "El cuadro de La Señora de todos los Pueblos".)
"Tú, hija, eres el instrumento, solamente el instrumento para transmitir estas cosas. Encárgate de que esta oración breve y potente, en la que se pide que se envíe al Verdadero Espíritu Santo, se difunda cuanto antes posible. Dile a tu director espiritual y a todos lo que colaboren en ello, que yo prometo dar gracias para el alma y para el cuerpo -en la medida que sea la voluntad del Hijo- a todos aquellos que, ante esta imagen recen e invoquen a María, La Señora de todos los Pueblos. No consideréis que esto es sólo para un grupo determinado, pues yo soy La Señora de todos los Pueblos. Esta imagen irá de país en país, de ciudad en ciudad. Esa es la intención del Plan de Redención.
"Ahora me dirijo a tu director espiritual y los demás colaboradores. Ya sabreis cuál es vuestro deber; no vacileis en hacer lo que yo he pedido. De nuevo quiero deciros que prometo ayudar a todos los que tengan necesidades espirituales o corporales, si cumplen mi voluntad, la Voluntad del Padre".
Ahora La Señora espera un momento, mirando adelante y dice: "Teólogos, no tendréis ninguna dificultad si pensais que el Señor y Maestro ya había predestinado La Señora para el Sacrificio. La espada ya estaba dirigida al corazón de la Madre. Con esto quiero decir que siempre he precedido al Hijo en los sufrimientos esprituales y físicos.
"Ahora les hablo a las mujeres de este mundo. Mujeres de este mundo: ¿Sabéis qué significa ser mujer? Ser mujer significa sacrificar. Abandonad todo vuestro egoísmo y vuestra vanidad y preocupaos de llevar a todos los niños y a todos los que vagan extraviados, al punto central: a la Cruz. Sacrificaos también vosotras. Y ahora me dirijo a los hombres de este mundo. Les digo: Hombres, de vosotros tiene que salir la fuerza y la voluntad para traer al mundo a su único Soberano: el Señor Jesucristo.
"Hija, te he explicado lo que este mensaje significará para el mundo. Tú te encargarás, por medio de tu director espiritual y de otros, de que esto se de a conocer. Este es mi deseo por hoy. Pues quiero ser La Señora de todos los Pueblos. Actuad con medios modernos y rápidamente".
Y ahora La Señora se aleja lentamente mientras dice: "Este tiempo es Nuestro tiempo".
2 de julio de 1951
(Fiesta de la Visitación de María)Con un decreto del 21 de marzo de 1969, ésta fiesta ha sido trasladada al 31 de mayo. Véase también la nota del mensaje nº 33.
Veo otra vez a La Señora en medio de una luz brillante. Ella sonríe, y dice mirando a su alrededor: "Estoy contenta. Tú ocúpate de la difusión. He dicho que desde aquí empezará una gran acción para Dios y en ella colaborarán todos. Fíjate bien y escucha. Lo siguiente es una explicación del nuevo dogma. Estoy sobre el globo de la tierra ante la Cruz del Redentor como Corredentora, Medianera y Abogada. El Redentor vino al mundo por la voluntad del Padre. Para eso, el Padre se sirvió de La Señora. El Redentor recibió de La Señora únicamente, y subrayo la palabra “únicamente”, la Carne y la Sangre, o sea, el Cuerpo. De mi Señor y Maestro, el Redentor recibió su Divinidad. De ese modo, La Señora se convirtió en la Corredentora. He dicho que este tiempo es Nuestro tiempo. Esto significa que en este tiempo el Padre y el Hijo quiere enviar a la Corredentora, Medianera y Abogada a todo el mundo".
Luego La Señora se queda de pie ante mí largo rato, sin decir nada. Después, mirándose las manos, me dice: "Ahora mira bien mis manos. De ellas salen los rayos de Gracia, Redención y Paz. Los rayos iluminan a todos los pueblos, a todas las ovejas. Entre éstos hombres hay muchos de buena voluntad. Ser de buena voluntad significa cumplir el primer y más importante mandamiento. El primer y más importante mandamiento es el Amor. El que tiene Amor, adorará a su Señor y Creador en su Creación. El que tiene Amor, no será nunca deshonesto con su prójimo. Eso es lo que en este mundo falta, Amor a Dios, Amor al prójimo. Este tiempo es Nuestro tiempo. Todos los pueblos tienen que adorar al Señor y Maestro en su Creación. Todos los pueblos tienen que pedir que venga el Verdadero Espíritu Santo. Por eso he dado esa oración, breve y potente. Así es que te repito: esta oración tiene que ser difundida cuanto antes. El mundo entero se está degenerando. Que los hombres de buena voluntad pidan todos los días que venga el Verdadero Espíritu. Yo soy La Señora de todos los Pueblos. Este tiempo es Nuestro tiempo.
"Que un día era María, significa que muchos han conocido a María como María, pero ahora, en este nuevo período que llega, quiero ser La Señora de todos los Pueblos. Esto lo entienden todos. Di esto a tu director espiritual. Dile que estoy contenta de todo, y subrayo la palabra todo. Y a ti, hija, te pido que hagas y transmitas lo que te digo. ¡No tengas miedo, sólo transmite!"
Y después La Señora se va lentamente.
15 de agosto de 1951
(Fiesta de la Asunción de María Santísima)
Veo a La Señora. Ella dice: "Hoy vengo como La Señora de todos los Pueblos". Después La Señora indica a su alrededor, me mira y dice: "Yo aplasté a la serpiente con mi pie. Yo estoy reunida con el Hijo, igual que siempre lo había estado. Este dogma ha tenido que preceder en la historia de la Iglesia. Como Corredentora, Medianera y Abogada estoy ahora en este tiempo, en Nuestro tiempo. El dogma de la Asunción tenía que precederlo*. El último y más grande dogma vendrá después de éste. En este tiempo, el Sacrificio está y estará en el centro del mundo".
(*Se refiere al dogma de la Asunción de María Santísima al Cielo, proclamado el 1º de noviembre de 1950 por el Papa Pío XII.)
Ahora La Señora se aparta de la Cruz y de nuevo me dan dolores fortísimos. Después La Señora vuelve a ponerse de pie ante la Cruz y yo siento una gran compasión al ver su sufrimiento. Entonces veo brotar de la Cruz una luz intensa. La Señora dice: "Los hombres han sido encomendados a la Madre, ya que el Hijo ha dicho: Mujer, he ahí a tu hijo; hijo, he ahí a tu Madre; por lo tanto Corredentora, Medianera y Abogada. Di esto a vuestros teólogos. Diles que yo quiero ser y seré la Corredentora, Medianera y Abogada. Esta imagen precederá; esta imagen será difundida. Dile esto a tu director espiritual. Estoy contenta de todo, también de la prudencia. Pero... La Señora de todos los Pueblos se establecerá en el mundo. Esta es la Voluntad del Padre y del Hijo, con quien estoy de nuevo completamente unida. Como el Hijo me conoció, igualmente me ha vuelto a tomar. El último dogma mariano será el más importante: el de estar ante la Cruz como la Corredentora en este tiempo.
"Yo he dicho: vendrán calamidades, calamidades naturales. He dicho: los grandes no estarán de acuerdo. He dicho: el mundo se está degenerando. Por eso ahora el Padre y el Hijo vuelven a enviar a La Señora al mundo como ya había estado. La Señora que por un tiempo fue conocida como María. El mundo se corromperá; se está corrompiendo. Holanda está al borde de la corrupción, por eso he puesto mi pie encima. Desde Holanda quiero enviar mis palabras al mundo. Mi otro pie está sobre Alemania: la Madre de Dios llora por los hijos de Alemania. Ellos siempre han sido mis hijos y por eso quiero también ser llevada desde Alemania por el mundo como La Señora de todos los Pueblos. Yo te ayudaré a ti y a todos los que se ocupen de esto. Quiero además que la difusión penetre en los países que se han aislado de los demás. También a ellos La Señora de todos los Pueblos dará su bendición. Ocúpate de esto, sin perder tiempo, como tampoco yo he perdido nunca el tiempo. Yo he precedido al Hijo hacia la Cruz. Esta imagen precederá. Esta imagen será llevada por el mundo.
"¿Sabes tú, Roma, cómo se está socavando todo? Los años se irán volando, muchos años pasarán. Pero mientras más años pasen, menos fe habrá; cuantos más años, más apostasía. La Señora de todos los Pueblos se encuentra aquí y dice: Yo quiero ayudarles y puedo ayudarles.
"El primer y más importante mandamiento para los hombres es el Amor. El que tiene amor adorará a su Señor y Maestro en su Creación; eso significa que verá la grandeza de su Creación, incluído el Sacrificio. El que tiene amor hará a los demás todo lo que le gustaría que le hiciesen a él. El amor es el primer y más importante mandamiento que Cristo ha dado. Esto deseo hacer presente hoy. Este mensaje ha de ser transmitido. Tú eres el instrumento. La Iglesia encontrará mucha oposición respecto al nuevo dogma. A otros les causará asombro. Pero sólo esto hará que la Iglesia sea más fuerte y vigorosa. ¿Sabes, Roma, cuán grande es el poder que tienes? ¿Te das cuenta realmente de lo que tienes en las manos? Simplemente debes conducir a los hombres hacia el bien, hacia Cristo. Lo demás no tiene importancia.
"Quiero ser La Señora de todos los Pueblos. Yo quiero y puedo conceder Gracia, Redención y Paz a todos los que me lo pidan. Hoy se lo prometo. Tú, hija, espera tranquila. Que tu director espiritual no tenga tanto miedo. Lleva a todos los pueblos a la unión de un sólo pensamiento. Que todos los pueblos sean UNO en Cristo".
Y La Señora se va lentamente.
20 de septiembre de 1951
Aquí está La Señora otra vez. Me mira un largo rato sin decir nada. Luego empieza a hablar y dice: "He sido llamada Miriam, o sea, María. Ahora quiero ser llamada La Señora de todos los Pueblos. Hija, di que el tiempo apremia".
Entonces veo escrito 52. La Señora dice: "Antes sucederán cosas grandes y serias, acontecimientos espirituales, económicos, materiales; sucesos espirituales, corrosión espiritual. Los cristianos de todo el mundo deben unirse. ¿Saben los cristianos lo que otros hacen y sacrifican por sus ideales? La Iglesia tendrá que prepararse para grandes peligros, y así lo hará. Los cristianos tendrán que estar unidos entre ellos. Que consideren cuál es su papel en este mundo. Vuelvo a advertir a Roma y digo al Santo Padre: Tú eres el luchador en este tiempo. Haz que tus súbditos sean generosos y tolerantes en su trabajo y sus juicios. Sólo así se puede ganar este mundo para la fe".
Ahora veo de pronto que empiezan a caer copos de nieve alrededor de La Señora y que van cayendo sobre el globo terrestre. La Señora dice: "Hija, ¿por qué no se está difundiendo la oración? ¿Por qué esperan tanto? Yo te la dicté para que sea llevada entre los hombres, al mundo entero. Que todos recen esta sencilla oración cada día. Esta oración se ha dado así, pequeña y sencilla, para que todos puedan rezarla en este mundo presuroso y moderno. Ha sido dada para pedir que el Verdadero Espíritu venga sobre el mundo".
Ahora La Señora mira a su alrededor y luego la esfera terrestre, y yo veo que acá y allá aparecen manchas negras sobre la tierra. La Señora dice: "Estos son los problemas económicos y materiales que vendrán al mundo. Yo he dicho: vendrán calamidades, vendrán calamidades naturales. Ahora te digo: todas esas manchas negras que ves ahora son las calamidades que tendrán que venir. Y ahora no hablo sólo de calamidades naturales. Una vez más les digo a todos los pueblos cristianos: Es la última hora, reuníos. Y tú, hija, transmitirás esto. Tú dirás al mundo que La Señora de todos los Pueblos es quien te dice esto".
Veo ahora una sala grande, en la que estan reunidos clérigos de todas clases. Están discutiendo vivamente entre ellos. A veces parece que se pelean. La Señora los señala y dice: "Dirás a los teólogos que sigan luchando por el dogma mariano de Corredentora, Medianera y Abogada".
Entonces pone su mano sobre la cabeza de algunos de esos eclesiásticos y dice: "Yo les ayudaré. La Señora de todos los Pueblos llegará a todas partes del mundo y volverá a esas naciones que la han rechazado. Estará como La Señora de todos los Pueblos, de pie sobre el globo de la tierra, ante la Cruz; rodeada por el rabaño de Cristo. Así quiero venir y así vendré. Yo escucharé a todos los que me pidan en esta forma, como La Señora de todos los Pueblos, según sea la Voluntad del Hijo. El Señor y Maestro será servido y adorado en su Creación. Los hombres guardarán entre sí el primer y más importante mandamiento.
En este tiempo deseo ser llamada La Señora de todos los Pueblos. Y ya que el mundo anhela tanto la unidad en todo lo que le concierne, el Señor y Maestro quiere conceder a los pueblos de este mundo la unidad espiritual. Por eso Él envía a Miriam, o sea, María, como La Señora de todos los Pueblos. Los conventos se encargarán de la difusión. El Santo Padre dará su bendición a esta obra. Él es el luchador de este tiempo y será incluído entre los Nuestros".
Ahora veo al Papa (Pío XII) en medio de una luz indescriptible y, junto a él, La Señora de todos los Pueblos. La Señora tiene una corona en la mano y la pone en la cabeza del Papa. Luego le pone una cruz en la mano derecha. Entonces esta imagen desaparece ante mis ojos. La Señora está otra vez sola frente a mí y dice: " Hija, transmitirás bien todo esto y dirás a tu director espiritual: Así sea".
Entonces La Señora desaparece lentamente.
15 de noviembre de 1951
Veo a La Señora de pie y me dice: "Dile al mundo que yo quiero ser La Señora de todos los Pueblos. Que el mundo pida al Señor Jesucristo, Hijo del Padre, que envíe al Espíritu Santo, para que el verdadero Espíritu habite en el corazón de todos los pueblos. Pidan que La Señora de todos los Pueblos, que un día era María, sea la Abogada. La Señora de todos los Pueblos está aquí, ante la Cruz de su Hijo. Sus pies están sobre el mundo y a su alrededor, el rebaño de Jesucristo. Vengo en este tiempo como la Corredentora, Medianera y Abogada. Corredentora era ya desde el momento de la Anunciación".
Entonces le pregunto a La Señora qué quiere decir esto. Ella responde: "Significa que la Madre ha sido hecha Corredentora por la voluntad del Padre. Di esto a vuestros teólogos. Diles además que éste será el último dogma de la historia mariana. Esta imagen precederá; repito: precederá. Lleva esta imagen por el mundo. Y no hablo sólo de tu país, sino del mundo entero. El mundo se está corrompiendo. El mundo sufrirá calamidad tras calamidad. El mundo está destruído y seguirá destruyéndose moral y materialmente. Las guerras continuarán mientras no venga la ayuda del Verdadero Espíritu. Lleva de nuevo a los hombres a la Cruz".
Entonces La Señora indica la esfera terrestre; me entra un miedo tremendo y veo que la tierra se vuelve negra. Pero si me fijo bien, noto que no es tan negra en todas partes, sino sobre todo en oriente. La Señora dice: "Hija, transmite bien lo siguiente: los pueblos de este mundo tienen que tener presente un solo mandamiento, y es el Amor. El que tiene amor, servirá a su Señor y Maestro en la Creación. Debéis tener presente un sólo mandamiento: el Amor. Si de nuevo es llevado a los hombres, el mundo se salvará".
Entonces La Señora amonesta con el dedo, diciendo: "Los paganos del mundo os lo quieren enseñar a vosotros, los cristianos. Cristianos, reconoced vuestro deber. Y ahora hablo a la Iglesia de Roma y digo al Papa: Haz que tus fieles sepan llevar el amor del Hijo de Dios, Jesucristo, al mundo; a este mundo corrompido. La Iglesia de Roma debe cumplir al máximo este mandamiento. Después digo: sé generoso. En este mundo moderno trata de ponerte en el lugar de Jesucristo Crucificado. Trata de comprender y poner en práctica estas palabras. Este mundo podrá ser salvado solamente por la Iglesia, la cual posee esta doctrina".
Ahora veo Inglaterra extendida ante mí. La Señora dice: "Y ahora le digo a Inglaterra: Yo volveré". Esto lo dice La Señora muy enérgicamente, como diciendo: No habrá quien me detenga. Y es como si realmente pisara sobre Inglaterra. "Tú, Inglaterra, serás golpeada en tus posesiones" (La Señora dice esta palabra en inglés: dominions). Veo diferentes países que se extienden ante mí; son de mayoría negra y hay agitación en ellos. "Tú, Inglaterra, no podrás subsistir sin la ayuda de otros. Católicos de Inglaterra, sabed cuál es vuestra tarea y trabajad por la Iglesia de Roma. Llevad a La Señora de todos los Pueblos a Inglaterra". Entonces La Señora indica América y dice enojada: "América, ¿dónde estás? ¿Te atreves a perseverar? Te lo pregunta La Señora de todos los Pueblos".
Después veo a Alemania extendida ante mí. La Señora dice: "Mira donde he puesto los pies, uno en Alemania y el otro en Holanda. Y ahora digo: pobre pueblo alemán, ¿aún no has aprendido bastante? No te dejes engañar con bellas palabras. Cristianos de Alemania, volved a la Cruz y pedid a La Señora de todos los Pueblos que ayude a Alemania". La Señora mira hacia delante, como si mirara a lo lejos en el mundo. Entonces dice: "Esta tendrá que ser una gran acción".
Ahora veo Holanda. La Señora amonesta con el dedo, diciendo: "Y ahora hablo a tu propio país y le digo: ¡Cuidado, Holanda! También tu pueblo, Holanda, va por mal camino". Parece como si viera toda clase de caminos cruzados y tortuosos. Las personas que caminan por ellos, las veo luego caer rodando.
Ahora veo que La Señora indica Francia y dice: "Francia, has sido y serás destruida en tu fe". Entonces veo un destello rojo que pasa sobre Francia. La Señora sigue diciendo: "Francia -y ahora me dirijo a los grandes- tú solamente podrás salvar a tu país, llevando a tu pueblo de nuevo a la Cruz y a Votre Dame (a Vuestra Señora). Tu pueblo tendrá que ser llevado a La Señora de todos los Pueblos".
Luego veo a Italia. Levantando el dedo y advirtiendo, La Señora dice: "Italia, tú has tenido tus cruces. ¡Atenta, Roma, piensa en tu pobre pueblo! Por eso le digo de nuevo al Papa: Tú eres el luchador, tú eres quien puede salvar este mundo. Tú serás incluído entre los Nuestros. Este Papa será venerado por todos los pueblos del mundo. Ahora le hablo al mundo entero cuando digo: Pueblos, no importa quiénes seáis o lo que seáis, recurrid a vuestro Creador en todas vuestras necesidades. Donde quiera que estéis, aprended a buscarlo. Pedid a La Señora de todos los Pueblos que sea vuestra Abogada".
Luego dice La Señora, mientras me mira sonriendo: "Hija, di que estoy contenta con el comienzo de la acción. Di a todos los que colaboran, que todavía falta mucho más, que difundan aún más la oración y la imagen por el mundo. Yo les ayudaré".
Ahora veo el cuadro de La Señora de todos los Pueblos delante de mí. (La pintura de La Señora de todos los pueblos estaba lista. Todavía se encontraba en Alemania, país en el que ésta fue pintada. Ver también el El Cuadro.) La Señora dice: "Y ahora te digo especialmente a ti, hija: Tú vendrás siempre a orar ante esta imagen, y te repito, ante esta imagen, para pedir por todos los que tienen necesidades materiales y espirituales. Esto lo harás siempre, hasta el final. Con esta imagen tengo una intención especial; oirás hablar de ello más adelante. Di a tu dierector: Así sea".
Entonces veo a La Señora alejarse lentamente.
31 de diciembre de 1951
Ahí está La Señora otra vez. Me mira sonriente y se queda así largo rato. Después empieza a hablarme: "Hija, mira bien y escucha lo que te vengo a decir hoy. No traigo una doctrina nueva. La doctrina es buena, pero las leyes pueden ser cambiadas."
La Señora indica el mundo; de pronto veo Roma ante mí y veo un Papa. (En el comentario de 1966, la vidente declara no saber quién era este Papa.) Entonces dice La Señora: "Dile al Papa que va por buen camino. Esto tienes que comunicarlo, porque hay otras opiniones. El Espíritu de Justicia y de Verdad reinará siempre en el mundo. Te repito: el Papa está en el buen camino. Te repito: este tiempo es Nuestro tiempo. Ahora te explico algo sobre mi venida. Te repito: no vengo a traer una nueva doctrina, la doctrina ya existe. Vengo a traer otro mensaje. Transmítelo bien."
Ahora La Señora me muestra muy claramente su imagen. Es como si se acercara y entonces dice: "Transmite bien lo siguiente. El Padre, Señor y Maestro, trajo a la Sierva del Señor al mundo, como Miriam o María. Ella fue elegida entre todas la mujeres para ser la Corredentora, Medianera y Abogada. Di a vuestros teólogos que Ella fue constituida Corredentora ya al principio. Este tiempo es Nuestro tiempo. Ahora, el Padre y el Hijo quiere que se les pida que envíen al Espíritu. Te he dictado esa sencilla oración y te he mostrado cómo quiero que sea difundida por todo el mundo. Así que continúa con la difusión. Esta sencilla oración ha sido dada para todos los pueblos. Haz tu trabajo y encárgate de la difusión."
Entonces le digo a La Señora: "Pero no me dejan hacerlo." La Señora me mira sonriendo y dice: "Tú harás lo que te digo. Ve donde tu obispo y dile que yo quiero ser La Señora de todos los Pueblos, enviada en este tiempo por el Padre. Te repito que la Iglesia de Roma no hará nada que vaya en contra de la Doctrina. Pues bien, esta acción no va en contra de la Doctrina. El tiempo apremia, sépanlo bien. Todos los pueblos gimen bajo el yugo del demonio y nadie sabe cuánto ha penetrado. La hora es grave y el tiempo apremia. Ahora es la buena ocasión para la Iglesia de Roma. Cuanto más dura sea la lucha, más se reforzará la Iglesia. La Señora de todos los Pueblos está de pie en el centro del mundo, ante la Cruz. Ella viene en este tiempo bajo ese nombre, como Corredentora, Medianera y Abogada. En la historia mariana Ella será recordada bajo este título. El nuevo y último dogma de la historia mariana será el de Corredentora y Medianera. En este tiempo de angustia estoy como Abogada. Que todos pidan, no importa quienes sean o lo que sean, que venga el verdadero Espíritu Santo. Esto se lo tienen que pedir al Padre y al Hijo. La Santísima Trinidad reinará de nuevo en el mundo. La Señora está aquí como la Abogada. Esto se trata del Creador, no de La Señora. Di esto a vuestros teólogos. Pregúntales que si quieren difundir esta sencilla oración por todo el mundo, y La Señora les dará la fuerza y la capacidad de hacerlo."
Ahora La Señora indica la esfera terrestre y dice: "Te mostraré lo que va pasar. Por medio de terribles luchas y catástrofes en el mundo, los que se han alejado de la Trinidad volverán a la Iglesia. Por eso insisto: ¡Roma, aprovecha la ocasión! Sé generosa y obra sólo con amor. El amor puede salvar a este mundo tan caótico. Vuelve a llevar a todos los pueblos a su Creador. Enséñales qué sencillo es ver a su Creador. Que los hombres traten a su prójimo como a sí mismos. No existe una doctrina más sencilla. Que cada uno tenga presentes estas dos cosas y la Iglesia de Roma estará contigo. Creer con sencillez, es lo que puede llevar a los hombres a la salvación. En Rusia vendrá un gran cambio..."
La Señora espera un momento y dice despacio y claramente: "... después de mucha lucha. China recurrirá a la Madre Iglesia..." Otra vez La Señora espera un instante y luego dice muy despacio: "... después de mucha lucha. América, acuérdate de tu fe. No lleves un espíritu de error a tu gente y a los de afuera. La Señora de todos los Pueblos amonesta a América que permanezca como era. Europa, busca la paz entre tus pueblos. Ayuda a los necesitados, a los necesitados en el espíritu. Prepárate a la lucha, a la lucha espiritual. La Señora de todos los Pueblos quiere ser llevada a todos, no importa quienes sean o lo que sean. Por eso Ella recibió este título de su Señor y Maestro. Tú, hija, no tengas miedo de dar este mensaje. Yo te ayudaré, ayudaré a todos los que colaboren en esto. Dile a tu director espiritual, en nombre de La Señora de todos los Pueblos, que colabore en la difusión. Y dile que no tema, sino que haga lo que se le pide. Él pedirá permiso para poder hacer esto, simplemente difundir en el mundo la imagen y la oración. La Señora de todos los Pueblos promete, además, que los que pidan con esta oración serán escuchados, si lo quiere el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esta oración ha sido dada para la salvación del mundo. Esta oración ha sido dada para la conversión del mundo. Rezad esta oración en todo lo que hagais. Esta oración será difundida en las iglesias y por los medios modernos. La gente de este mundo aprenderá a pedir a La Señora de todos los Pueblos, que un día era María, como Abogada, que el mundo sea liberado de la corrupción, de las calamidades y de la guerra. Di esto a vuestros teólogos. Este tiempo es Nuestro tiempo. Ven ante esta imagen y pide." Y ahora La Señora se va lentamente.
17 de febrero de 1952
Aquí está de nuevo La Señora. Se me acerca y dice: "Escucha bien y di a los teólogos y a los pueblos de este mundo que interpreten bien mi mensaje e intenten comprenderlo. El Señor Jesucristo vino y trajo la Cruz y la Iglesia como un don del Señor y Creador. La Iglesia es y será. El Señor y Creador desea gratitud de su criatura. La Iglesia es la Comunidad de los pueblos que tienen que adorar y venerar al Señor y Creador; al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Todos los que han sido puestos a la cabeza de la Comunidad tienen que encargarse de que la Iglesia continúe y se extienda. Este tiempo es Nuestro tiempo. El Señor y Creador considera necesario llamar la atención de la Iglesia por medio de La Señora de todos los Pueblos. El tiempo ha llegado. Di esto a los teólogos. Que la Iglesia, Roma, aproveche ahora su oportunidad. Todos los cristianos de este tiempo son responsables de todos los que han de venir. Dile al Papa que está bien. Que La Señora de todos los Pueblos lo asistirá, por la voluntad de su Señor y Maestro. El Papa llevará todo a cabo. El Papa es el luchador y el Santo Padre de los cristianos de hoy y del futuro. Los pueblos venideros lo venerarán. Él será incluído entre los Nuestros. La Iglesia es y quedará. La Doctrina es y quedará. Sin embargo, la forma y las leyes podrán cambiarse con la asistencia del Espíritu Santo. Di eso a vuestros teólogos. Cristo, el Hijo del Padre, trajo la Cruz al mundo. Con la Cruz vino el Sacrificio."
Ahora La Señora sigue de pie largo rato, sin decir nada. Luego prosigue: "El Señor y Maestro eligió de entre todos los pueblos a una Señora, llamada Miriam, o María. Ella tenía que traer al mundo, por la voluntad del Padre, al Hijo del Hombre con su Iglesia y su Cruz. La Señora era la Sierva del Señor. Por la voluntad del Padre, Ella trajo al Hijo del Hombre y por eso tenía que estar unida a la Iglesia y a la Cruz. La Señora está aquí, delante de ti y en este tiempo, como la Corredentora, Medianera y Abogada. Entiende bien estas palabras: La Señora de todos los Pueblos quiere y puede dar Gracia, Redención y Paz a todos los pueblos que se lo pidan. Pero tú has de llevar a La Señora de todos los Pueblos por el mundo entero."
Ahora La Señora indica la tierra. Veo el globo girando bajo sus pies y por todas partes caen intensamente copos de nieve. Entonces dice La Señora: "¿Has visto? Así será llevada por el mundo La Señora de todos los Pueblos, de ciudad en ciudad, de nación en nación. El mundo será una sola comunidad por medio de una sencilla oración. Pídele a tu obispo que la oración sea publicada bien y por entero: “Que La Señora de todos los Pueblos, que un día era María, sea nuestra Abogada”. Dile a tu obispo que La Señora de todos los Pueblos estará a su lado y lo ayudará; que la difusión tendrá que hacerse de verdad. Dile que el momento aún no ha llegado; que primero hay que llevar a La Señora de todos los Pueblos a todo el mundo. El signo de La Señora de todos los Pueblos será visto más tarde en todo el mundo. Haz que comprenda bien esto. Las potencias falsas caerán."
La Señora espera entonces un largo rato y entonces dice: "La Iglesia, Roma, se debe ocupar de los pueblos del mundo. Hay que reunir a las ovejas en un solo rebaño. Que cada uno de vosotros, los cristianos, tome la cruz en la mano".
Al decir esto, es como si La Señora levantara la cruz y la mostrara. "Con la cruz en la mano poseeréis el Reino. Con la cruz en la mano encontraréis al prójimo. Con la cruz en la mano venceréis a vuestro enemigo. Así los cristianos de este mundo se sentirán unidos con la Iglesia y con la Cruz. Habrá que llevar más el Memorial del Señor Jesucristo entre los pueblos. Obispos, podeis encargaros de esto, podeis hacer que el Sacrificio se celebre de una forma más comunitaria. Entended bien estas palabras."
Otra vez La Señora espera un momento y luego dice: "Los cristianos están advertidos. Poneos todos bajo la Cruz y el Sacrificio y los paganos no podrán venceros. A los obispos y sacerdotes les pido que den asistencia a este mundo, a esta humanidad. Yo les ayudaré. El Señor Jesucristo, Hijo del Padre, les traerá al Santo y Verdadero Espíritu, si todos se lo piden. Te repito: La Señora de todos los Pueblos puede dar la Gracia, la Redención y la Paz, y así lo hará. Y ahora te hablo a ti, hija. Ocúpate de la difusión. Trabaja sólo en eso y ayuda física y espiritualemente, rezando la oración de La Señora de todos los Pueblos. Ven ante esta imagen y pide. Llegado el momento, yo daré un mensaje acerca de esta imagen. Di esto. Di que esta imagen está destinada a todos."
Ahora La Señora se va lentamente.
19 de marzo de 1952
Mientras estoy ante la imagen rezando por el Papa, una voz empieza a hablar de repente, y veo a La Señora de todos los Pueblos ante mí. Está muy seria y dice: "Dile al Papa que él recibirá un signo de La Señora de todos los Pueblos. La Iglesia, Roma, tendrá que sostener una gran lucha. Antes que llegue el año 2000, mucho habrá cambiado en la Iglesia, en la Comunidad. Sin embargo, el núcleo permanecerá."
Entonces veo correr confusamente las ovejas alrededor del mundo. Muchas salen huyendo, es como si el rebaño se dispersara. La Señora me lo indica y dice: "¿Ves eso? La Iglesia, las ovejas, están dispersas y otras todavía saldrán huyendo. Sin embargo, La Señora de todos los Pueblos las reunirá de nuevo en un solo rebaño."
Ahora es como si La Señora intentara con sus manos reunir el rabaño y con voz dulce y melancólica dice otra vez: "En un solo rebaño. Dile a tu obispo que le pida a La Señora de todos los Pueblos y yo le daré un signo. Pedid todos a La Señora de todos los Pueblos. Y tú, hija, ven ante esta imagen y pide cuanto más puedas". Y de repente desaparece La Señora.
6 de abril de 1952
(Domingo de Ramos)
Allí está otra vez La Señora. Ella dice: "Tú tienes que escuhar y transmitir bien lo que te hoy digo. Di a los teólogos que no estoy contenta con el cambio de la oración. “Que La Señora de todos los Pueblos, que un día era María, sea nuestra Abogada”, esto debe quedar así.
(Al principio la oración fue publicada sin las palabras “Que un día era María”, porque el obispo tenía objeciones en contra. Aquí La Señora dice explícitamente que es su voluntad que se mantengan esas palabras. Esto fue comunicado al obispo, después de lo cual las palabras fueron reincorporadas a la oración.)
Este tiempo es Nuestro tiempo. Di lo siguiente a los teólogos: La Señora llegó hasta el Sacrificio de la Cruz. El Hijo dijo a su Madre: “Mujer, he ahí a tu hijo”. De modo que el cambio tuvo lugar en el Sacrificio de la Cruz. El Señor y Creador eligió entre todas las mujeres a Miriam, o María, para ser la Madre de su Divino Hijo. A partir del Sacrificio de la Cruz Ella se convirtió en “La Señora”, Corredentora y Abogada. Esto fue anunciado por el Hijo en el momento de su regreso al Padre. Por eso yo traigo estas nuevas palabras en este tiempo y digo: Yo soy La Señora de todos los Pueblos, que un día era María. Di esto a vuestros teólogos. Estas palabras tienen para los teólogos este significado.
Este tiempo es Nuestro tiempo. El nuevo dogma que viene es el último dogma mariano: el de La Señora de todos los Pueblos como Corredentora, Medianera y Abogada. En el Sacrificio de la Cruz el Hijo proclamó este título al mundo entero. No importa quienes seais o lo que seais, yo soy para vosotros La Señora. Yo vengo a decirle a este mundo degenerado y trastornado: Reuníos. Vosotros, los cristianos, os reunireis junto a La Señora de todos los Pueblos, así como os reunís junto a la Cruz del Hijo. Se harán cambios, y es que hay mucho que cambiar en la Comunidad, en la Iglesia. Vosotros, hombres, no importa quienes seais o lo que seais, ayudaos mutuamente. En el primer y más importante mandamiento, encontraréis todo lo que os hace falta. Que La Señora de todos los Pueblos, que un día era María, sea nuestra Abogada. La Señora quiere más que nada ir allí donde Ella estaba y donde todavía no ha ido. Tú tienes una gran misión que cumplir", me dice La Señora.
"Que quienes colaboran en esta gran obra, lo hagan con mucha seriedad y fervor. Hija, tu misión todavía no ha terminado. Dile a tu obispo que divulgue la oración en el mundo entero. Yo lo ayudaré. A tu director espiritual lo apoyaré hasta el final. Dile al Papa que está bien. Él me comprenderá. Dile al Papa que prepare todo para el nuevo dogma. Dile al Papa que haga todos los cambios y que hable de eso con quienes él haya escogido. Dile al Papa que ya llega el tiempo. La Señora de todos los Pueblos estará a la cabeza de la Comunidad. Que todos pidan por medio de esta sencilla oración y La Señora les ayudará, en la medida que sea la voluntad del Padre y del Hijo. Ella era María, la Sierva del Señor. Ella quiere ser ahora La Señora de todos los Pueblos. No importa quien seas o lo que seas, ven a La Señora de todos los Pueblos. Advierto a los cristianos y les digo: Comprended la gravedad de este tiempo. Juntad las manos. Plantad la Cruz en medio del mundo. Todos vosotros sois responsables de la misión que cada uno debe cumplir en este tiempo. No os dejéis llevar por el espíritu equivocado. Pedid todos los días que el Señor Jesucristo, Hijo del Padre, envíe el Espíritu Santo al mundo y La Señora de todos los Pueblos, que un día era María, será vuestra Abogada. Así sea". Y entonces ya no se ve La Señora.
15 de junio de 1952
"Aquí estoy de nuevo, La Señora de todos los Pueblos". Ahora La Señora me mira largo rato sin decir nada. Luego dice: "En el mensaje anterior te expliqué el significado de “La Señora de todos los Pueblos”. Hoy digo que ahora hay que empezar la gran acción de La Señora de todos los Pueblos. Lleva el mensaje al mundo. La Señora de todos los Pueblos te ayudará a tí y a todos los que luchen por esto. La gran acción va a empezar. Esta imagen la precederá. En el futuro no habrá pueblo alguno sin La Señora de todos los Pueblos. Este título empieza ahora. Este tiempo es Nuestro tiempo."
Ahora La Señora se queda largo tiempo mirando al frente. Luego prosigue diciendo: "La Señora, que un día era María... Sólo al irse el Señor Jesucristo empezó la Corredención. Sólo al irse el Señor Jesucristo, Ella se convirtió en la Medianera y Abogada. Al irse el Señor Jesucristo entregó a los pueblos La Señora de todos los Pueblos. Ahora ha llegado el tiempo en que Ella da a conocer este título al mundo. Di esto a vuestros teólogos. Dile a tu obispo que estoy contenta. Que ahora sí que la oración es bien enseñada. (El texto completo de la oración había sido aprobado por el obispo. Ver también la nota del mensaje anterior.) Di a los que colaboran, que todos tienen que rezar la oración. Que los religiosos y los sacerdotes diocesanos trabajen juntos. Tienen que tener más contacto también en otras cosas. En realidad todos sois los apóstoles del Maestro. Buscaos y encontraos unos a otros. Si los apóstoles están divididos, ¿cómo podrán los pueblos estar unidos? A la Iglesia de Roma le ruego y le pido: lucha en este tiempo por la única Verdad, el Señor y Creador de este mundo, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Pedid todos al Espíritu Santo que traiga el Espíritu de Verdad al mundo. El mundo se está degenerando. Los grandes de este mundo buscan el poder. Los grandes de este mundo piensan sólo en lo material. Los hombres son distraídos y llevados por un falso camino."
Luego La Señora indica el globo terrestre. Veo confusión y desasosiego entre los pueblos. La Señora dice: "Mira todos esos países. Por ninguna parte hay unidad, paz, tranquilidad entre los pueblos. Todo es tensiones, todo es miedo. El Señor Jesucristo lo permite. Su tiempo llegará. Pero antes vendrá un tiempo de intranquilidad. Humanismo, hedonismo, ateísmo, serpientes que buscarán dominar el mundo. Hoy yo he venido a decir que la gran acción contra todo eso tiene que empezar. Y ahora les hablo a vuestros teólogos y les digo: Daos cuenta de lo serio de todo esto. Y a quienes he escogido al principio de esta acción les digo: Ayudad con todos los medios y ocupaos de la difusión, cada uno a su manera. Ya viene el tiempo, el tiempo de La Señora de todos los Pueblos. Yo ayudaré."
Tras un largo silencio, La Señora, con mirada penetrante, me dice: "A ti, hija, te repito: tienes una gran misión que cumplir. Ten ánimo y valor. La Señora de todos los Pueblos está aquí frente a ti. Esta imagen se quedará todavía aquí. La Señora dará el signo." Entonces La Señora se va lentamente.
(Ida recibió este mensaje en Alemania. Allí fue pintado el cuadro de La Señora de todos los Pueblos y allí permaneció hasta diciembre de 1953. Ir a "El Cuadro".)
5 de octubre de 1952
"Aquí estoy de nuevo. Vengo a traer un mensaje especial. Transmite bien todo. Miriam, o María, nunca ha sido llamada oficialmente en la Iglesia, en la Comunidad, Corredentora. Nunca ha sido llamada oficialmente Medianera. Nunca ha sido llamada oficialmente Abogada. Estos tres pensamientos están estrechamente vinculados, éstos tres pensamientos forman una sola cosa. Por lo tanto, ésta será la clave de la historia mariana; por eso, éste será el dogma de Corredentora, Medianera y Abogada. Y ahora no quiero hacer un reproche a los teólogos cuando digo: ¿Por qué no podeis poneros de acuerdo sobre este dogma? Una vez más lo voy a explicar, aún más claramente."
"El Padre envió al Señor Jesucristo como el Redentor de todos los pueblos. El Señor Jesucristo ya lo era desde el principio y le dio cumplimiento en el momento del Sacrificio y de su ida al Padre. Miriam, o María, fue elegida por el Padre y el Espíritu Santo como la Sierva del Señor. Desde el principio, debido a esa elección, Ella era la Corredentora, Medianera y Abogada de todos los pueblos. No fue hasta el momento de irse el Hombre-Dios, Señor Jesucristo, que Ella se convirtió en la Corredentora, Medianera y Abogada. En el momento de irse, el Señor Jesucristo entregó a los pueblos en un solo gesto a Miriam, o María, como La Señora de todos los Pueblos, ya que Él dijo estas palabras: “Mujer, he ahí a tu hijo; hijo, he ahí a tu Madre”. Un solo gesto, y Miriam, o María, obtuvo por lo tanto este nuevo título."
"¿Cómo es que hasta ahora no llega La Señora de todos los Pueblos al mundo? Porque el Señor ha esperado este tiempo. Los otros dogmas tenían que tener la precedencia, de igual manera que su vida tuvo que preceder el ser La Señora de todos los Pueblos. Los otros dogmas anteriores contienen la vida y la ida de La Señora. Los teólogos tendrán bastante con esta sencilla explicación. Ha sido necesario darla de nuevo."
"Hija, ahora te pido que sigas escuchándome con atención. Di a todos tus superiores y a los que colaboran que el tiempo va a empezar ahora. No temas, tú irás hasta tu Santo Padre. No temas, La Señora de todos los Pueblos le dará su signo. Dirás al Papa que él es el luchador, el pionero de este nuevo tiempo."
Es como si de nuevo viera una sala en el Vaticano. Hay muchos eclesiásticos reunidos, todos con muchos papeles delante. La Señora dice: "Dile entonces al Papa que el Señor y La Señora lo apoyan en su difícil y fatigosa misión; que preparare y haga todo –él sabe a lo que me refiero– para los tiempos futuros."
La Señora dice esto para sí misma, con una especial entonación, como si hablara en el futuro. "Este tiempo es Nuestro tiempo. Él lleva sobre sus hombros una difícil tarea. Que controle que en la Iglesia, en la Comunidad, se lleve a cabo todo lo que él dice y quiere. Dile eso. Tú, hija, irás allá y no vaciles ni temas decir todo esto, todo lo que La Señora de todos los Pueblos ha venido a decir. Es Ella la que ha traído este mensaje y sólo desea que tú seas el instrumento y la obedezcas."
Entonces le digo en mi interior a La Señora que yo no tengo nada que ofrecer, que no comprendo por qué Ella me ha elegido a mí para esto. Y La Señora me dice: "Tú dices que sólo puedes ofrecerme las manos vacías. La Señora sólo te pide que transmitas éstos mensajes a los que los necesitan. El resto lo hará La Señora. Sé fiel, ayuda a los necesitados; quiero decir, a los necesitados espiritualmente. Tú puedes hacerlo, rezando esta oración. Más no se te pide. Dile a tu director espiritual que esté contento, que todo está bien así. La Señora lo ayudará a él también."
"Ahora les hablo a los sacerdotes y religiosos. Todos vosotros sois apóstoles y siervos del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo."
Mientras La Señora dice esto, veo una multitud de sacerdotes y religiosos de pie ante Ella. De repente cambia su actitud, su voz y su aspecto, antes tan bello y sublime. Ahora es como si La Señora fuera una madre, como cualquier madre que está hablando a sus hijos, y dice: "La Señora no os regaña; Ella sabe que tiene delante a seres humanos. Vosotros vivís en tiempos difíciles, pero actuad con el Espíritu de Jesucristo, vuestro Señor y Maestro. Él os ha precedido como Dios y como Hombre. Sed apóstoles entre vosotros; sed una sola cosa. Cada uno debe ser un apóstol. Estad unidos. ¿Cómo podrá la Iglesia, la Comunidad, ser grande y una, si entre vosotros hay división? Estáis avisados; tratad de ser honestos y buenos unos con otros. No, La Señora no está regañando, sino que viene como una buena Madre a poner en guardia a los apóstoles de la Iglesia contra los falsos profetas y el falso espíritu. Rezad todos la oración que yo he dado. La Señora de todos los Pueblos ha sido enviada especialmente en este tiempo para vencer la decadencia y la corrupción espiritual. Los que estén sufriendo necesidad espiritual, que recurran a La Señora de todos los Pueblos y Ella les ayudará."
"Y ahora digo a los apóstoles de este tiempo: sed generosos, sed comprensivos, sed buenos con los hombres. Juzgad y condenad como lo hizo el Señor, Jesucristo. Comprended este tiempo, comprended la lucha. Sabed que el espíritu está combatiendo. Este es el tiempo del espíritu. La lucha es dura y difícil, pero si todos colaboran, el verdadero Espíritu triunfará. Iglesia de Roma, aprovecha tu oportunidad. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo quiere ahora engrandecer a su Iglesia. Comprended bien vuestra doctrina. Es necesario que La Señora venga a deciros todo esto. Recordad el primer y más importante mandamiento: el Amor. Eso abarca todo."
Y ahora La Señora se aleja lentamente.
8 de diciembre de 1952
(Fiesta de la Inmaculada Concepción)
"El mensaje que hoy traigo está destinado a todos los pueblos. Yo vengo en este tiempo como la Corredentora, Medianera y Abogada. En un solo gesto, el Señor otorgó a María éstos tres títulos, éstos tres conceptos. Este nuevo dogma será muy discutido. Por eso te he dado la explicación correspondiente. Ya llega el tiempo. Di, pues, al sacristán del Papa que lo informe acerca de esto.(El sacristán del Papa es el responsable de la Liturgia Papal en la basílica de San Pedro. Esta función, que actualmente ha sido suprimida, fue desempeñada largo tiempo por el obispo holandés Monseñor. Van Lierde.) Él lo conducirá a La Señora de todos los Pueblos. Que el Papa prepare este dogma y lo proclame. Di que el tiempo ha llegado. Que el Espíritu Santo tiene que venir a este mundo. Que el Santo Padre no vacile en sus decisiones; él es el guerrero. Yo le daré mi signo."
"Yo he dicho: Esta imagen precederá. Esta imagen tiene que ir por todo el mundo. Significa y representa el nuevo dogma. Por eso, yo misma he dado esta imagen a los pueblos. La oración quedará hasta el fin. La oración que María ha dado al mundo como La Señora de todos los Pueblos tiene que ser rezada en todas las iglesias. Emplead los medios modernos para esto. Pedid su aprobación y os será dada. Sabedlo bien, el tiempo se acerca."
La Señora aguarda un momento y luego dice muy despacio y claro: "53." Después mira la esfera terrestre, sobre la cual está de pie, y dice: "Nos encontramos a la víspera de grandes decisiones. Estamos a la víspera de grandes presiones. El enemigo de Nuestro Señor Jesucristo ha trabajado despacio, pero seguro. Los centinelas ya están en sus puestos. Su obra está casi concluída. Pueblos, ¡tened cuidado! El espíritu de la falsedad, de la mentira y del engaño arrastra a muchos consigo. La víspera ya ha comenzado."
Mientras La Señora dice esto, siento venir una gran presión sobre el mundo y veo que se pone muy oscuro. Es como si por todas partes se apostaran centinelas, parecen como una especie de demonios. Los veo llevándose a la gente. Grupos enteros de gente corren tras ellos y van desapareciendo. Siento miedo y amenazas. La Señora se queda quieta mirando adelante y luego dice: "Grandes amenazas pesan sobre el mundo. Las iglesias serán aún más minadas."
De nuevo La Señora mira adelante y continúa: "Comprended por qué vengo como La Señora de todos los Pueblos. Vengo a reunir a todos los pueblos en el Espíritu, en el verdadero Espíritu Santo. Hombres, aprended, pues, a buscar al Espíritu Santo. Aspirad a alcanzar la justicia, la verdad y el amor. No rechacéis a vuestros hermanos. Hacedles conocer el verdadero Espíritu. Los hombres de este tiempo tienen una difícil misión. Gobiernos, padres de familia, pensad en la juventud."
Veo entonces grupos de jóvenes. La Señora me hace sentir que son mal guiados o que no son guiados en absoluto. Es como si estuvieran desatados. La Señora mira muy preocupada a todos esos jóvenes y dice: "Conducidlos a la verdadera Iglesia, a la Comunidad. Ha sido necesario que el Señor enviase en este tiempo a María, su Sierva, como La Señora de todos los Pueblos. Por eso yo advierto al mundo y le traigo este mensaje."
"Ahora les hablo una vez más a los apóstoles y a todos los religiosos." Veo ahora muchos religiosos de pie. La Señora mira muy seria, como una madre preocupada, y dice: "Escuchad bien a una buena Madre. También a vosotros quiero ayudaros en este tiempo. Rezad esta oración e invocad a La Señora de todos los Pueblos, y Ella os ayudará. Sed justos, sinceros y llenos de amor entre vosotros. Trabajad juntos por el gran objetivo: engrandecer la Iglesia. Religiosos y diocesanos, comprendeos mutuamente; colaborad juntos por el único gran objetivo. Vosotros sois todos iguales."
Mientras La Señora dice esto, veo dos grupos divididos entre sí. A un lado están los sacerdotes diocesanos, vestidos de negro, y al otro lado están religiosos de todas las órdenes con diferentes hábitos. La Señora está allí, en medio de ellos, y con sus manos junta los dos grupos hasta formar uno solo. Ahora La Señora mira adelante largo rato sin decir nada. Luego dice muy despacio y claro: "Sabed juzgar y condenar como lo hizo Jesucristo, el Señor. La Señora de todos los Pueblos no se cansa de repetiros esto. Escuchad, pues, las palabras que vengo a deciros en este tiempo espantoso. Y ahora me dirijo a todos cuando digo: No sabéis cuán grave y difícil es este tiempo."
Y otra vez La Señora espera un rato sin decir nada, mientras fija su mirada en la lejanía. Luego dice: "El Papa de Roma tiene una misión más difícil que todos sus predecesores." Veo ahora un Papa, pero no es el Papa Pío XII. No puedo decir quién es ese Papa. Veo también muchísimos Papas de tiempos anteriores, la cabeza con todo tipo de cubiertas: mitras grandes y pequeñas, cofias, etc. La Señora dice: "Hombres, ayudad al Santo Padre. Seguid sus enseñanzas. Poned en práctica las encíclicas. Haced que el mundo se impregne de ellas, de modo que el espíritu de la falsedad, de la mentira y del engaño no tenga más oportunidades."
Ahora veo escrito en letras grandes por encima de la gente la palabra “Encíclicas”.
Ahora veo ovejas alrededor de La Señora. Algunas andan pastando, otras hacen cabriolas entre sí, o tienen la cabeza levantada mirando a La Señora. Ella mira esas ovejas a su alrededor y dice: "Vosotras que habéis levantado la cabeza, enseñad a las que están pastando a que también la levanten." Entonces veo transformarse todas esas ovejas en personas. Veo grupos enteros de blancos y en medio de ellos, grupos enormes de negros. La Señora levanta el dedo, diciendo muy severamente: "Vosotros, los blancos, reconoced el derecho de los negros. Tenéis que apoyaros y ayudaros mutuamente y La Señora de todos los Pueblos estará ahí para ayudaros, pues Ella es la Corredentora, Medianera y Abogada. Éste será el último dogma. Trabajad para ello rápidamente y con ganas. La Señora de todos los Pueblos promete que ayudará al mundo si reconoce este título, si el mundo la invoca bajo este título. Haz conocer este mensaje. Es la hora decisiva. No temas. Yo ayudo.
"Esta imagen irá a Holanda, a Amsterdam, en el año 53. Llegará a la iglesia nueva, la iglesia de La Señora de todos los Pueblos. La imagen será puesta bajo el cuidado de los dominicos, y provisionalmente será llevada a una iglesia o capilla, que podrán decidir los religiosos y la donadora. No obstante, la nueva iglesia tiene que ser construída lo más rápido posible."
Entonces La Señora me muestra el interior de una iglesia. "Esta imagen será puesta en el altar que se construirá en el lado del púlpito. En el otro lado, el de la epístola, se pondrá el altar del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Veo entonces en el lado del púlpito y en el lado de la epístola una representación en forma de escultura, pero borrosa, como si estuviera aún cubierta con un velo. Entonces veo ante mí un prado con árboles. La Señora dice: "Ahí donde todavía hay hierba se instalará La Señora de todos los Pueblos. Dile a tu obispo que el deseo de La Señora de todos los Pueblos es que esta iglesia se construya allí. Los Padres dominicos se encargarán de la difusión y de la imagen." Mientras La Señora lentamente se aleja, dice: "Yo concederé grandes gracias bajo este título."
20 de marzo de 1953
Ahora La Señora espera largo rato y luego dice: "53, ese es el año de La Señora de todos los Pueblos." La Señora mira ahora largo rato adelante y dice: "Antes de que el Señor Jesucristo regresara al Padre, antes que empezara el Sacrificio de la Cruz, el Señor Jesucristo entregó al mundo entero un Milagro cotidiano." La Señora dirige ahora una mirada escrutadora al mundo y pregunta muy lentamente: "¿Cuántos son los que participan… –y hace una pausa– "...a este gran Milagro? De este gran Milagro no hacen caso. La Ofrenda cotidiana tendrá que volver nuevamente al centro de este mundo degenerado."
Luego parece como si La Señora mirara a lo lejos y dice: "Y ahora le hablo al Santo Padre". Veo ahora al Papa Pío XII ante mí, en una habitación y con muchos papeles delante. La Señora dice: "Tú has hecho mucho. Ahora La Señora de todos los Pueblos le pide que siga adelante con todo lo que aún hay que hacer. Él sabe a lo que me refiero. El Santo Padre preparará el dogma mariano de la Corredentora, Medianera y Abogada. Ella lo ayudará en esto."
La Señora espera otra vez largo rato mirando a lo lejos y prosigue: "Para dar la prueba de que soy La Señora de todos los Pueblos, yo he dicho: las grandes potencias caerán; vendrá una lucha político-económica; cuidado con los falsos profetas; poned atención a los meteoros; vendrán calamidades; vendrán calamidades naturales; estamos frente a grandes decisiones; estamos ante grandes presiones."
Ahora, La Señora mira adelante, como escrutando profundamente, y vuelve a decir despacio y claro: "53. Pueblos de Europa, ¡uníos! Es La Señora de todos los Pueblos quien os lo dice. No para querer vencer a vuestro enemigo, sino para ganarlo. Así como tenéis que estar unidos en lo político, así también deberéis estarlo en el verdadero Espíritu Santo. Grandes presiones pesan sobre el mundo. El enemigo acecha. Iglesia de Roma, aprovecha tu oportunidad. El humanismo moderno, el pragmatismo, el socialismo y el comunismo son los que tienen al mundo en sus garras."
Veo entonces el mundo y veo todos esos grupos de gente y como una mano gigantesca que agarra todo. La Señora dice: "Escuchad a La Señora que quiere ser vuestra Madre. Orad, pueblos, para que vuestro sacrificio sea agradable al Señor. Orad, pueblos, para que venga el verdadero Espíritu Santo. Orad, pueblos, para que La Señora de todos los Pueblos sea vuestra Abogada." Entonces La Señora dice muy claro y despacio: "Y ahora, La Señora de todos los Pueblos promete dar la verdadera paz. Pero los pueblos junto con la Iglesia –sea bien claro: con la Iglesia– tienen que rezar mi oración este año. Di esto al sacristán. Dile que el tiempo ya ha llegado. Y que grandes acontecimientos mundiales están por llegar."
Después La Señora espera y parece como si cambiara de lugar. Entonces dice: "Sígueme ahora a donde yo voy." Es como si fuera con La Señora por un camino. Llegamos a un prado, donde hay un par de árboles. Veo a La Señora como en la niebla, de pie sobre la hierba, y dice: "Tú me ves aquí en este campo." Entonces me doy cuenta que es un terreno conocido, que queda en la calle Wandelweg, cerca de donde vivimos. "Aquí se construirá la nueva iglesia." Ahora es como si yo entrara con Ella en esa iglesia. La Señora dice: "En el altar mayor estará el Sacrificio de la Cruz, el Milagro cotidiano." Veo ahora el altar mayor. La Señora indica el Tabernáculo sobre el cual hay una cruz pequeña. Ella dice: "Inmediatamente a la izquierda, en lado del púlpito, estará el altar de La Señora de todos los Pueblos. En el lado de la epístola, el altar del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Fíjate bien, al mismo nivel del Sacrificio." Diciendo esto, La Señora indica el altar mayor y veo que los tres altares tienen la misma altura, y se siguen el uno al otro, como si fuera un único gran altar. Detrás de los altares veo representaciones de algo, aunque de un modo borroso y opaco.
Entonces La Señora dice: "He escogido a los Padres Dominicos para esto. La donadora del cuadro colocará allí la imagen. La imagen ha de ser traída pronto a Amsterdam. He escogido Amsterdam como el lugar de La Señora de todos los Pueblos. Es también el lugar del Sacramento. Entiende bien todo esto." Veo entonces una Procesión del Santísimo Sacramento. Entre la multitud que participa, veo también sacerdotes. Uno de ellos va delante con el Santísimo Sacramento. La procesión viene desde el centro antiguo de la ciudad, desde la plazuela Begijnhof y va hacia el lugar de la calle Wandelweg que me indicó La Señora. (Ir a "El Milagro de Amsterdam")
Después La Señora dice: "La difusión se hará desde los conventos a todos los sacerdotes, a todos los pueblos. Dominicos, daos cuenta de lo que tenéis en mano." La Señora recalca esto último. "Tu director espiritual se encargará de ello. No temas. Es María, La Señora de todos los Pueblos, la que te da este mensaje." La Señora espera un momento; luego dice muy claro y despacio:
"Con este título Ella salvará el mundo." Entonces La Señora se va lentamente.
10 de mayo de 1953
Ahí está La Señora otra vez ante mí. Ella dice: "Hoy traigo un mensaje especial. Píde al Santo Padre que rece la oración que María ha dado al mundo, como Corredentora, Medianera y Abogada, bajo el título de “La Señora de todos los Pueblos”, y que la diga ante los pueblos. (Mientras La Señora dice esto, Ida ve a un Papa, pero no es el Papa Pío XII.) Dile: Apóstol del Señor Jesucristo, enseña a los pueblos esta oración sencilla, pero profunda. Es María, La Señora de todos los Pueblos, quien te lo pide. Tú eres el Pastor de la Iglesia de Jesucristo, el Señor. Proteje a tus ovejas. Bien sabes que grandes peligros se ciernen sobre la Iglesia y sobre el mundo. Ha llegado la hora en que hablarás de María como Corredentora, Medianera y Abogada, bajo el título de “La Señora de todos los Pueblos”. ¿Por qué María te pide esto? Porque Ella ha sido enviada por su Señor y Creador para poder salvar al mundo, con este título y por medio de esta oración, de una gran catástrofe mundial. Tú sabes que María quiere venir como La Señora de todos los Pueblos. Ahora Ella pide que los hombres puedan oir del Santo Padre este título. El sacristán del Papa dará al Santo Padre tanto este mensaje como los otros. Por medio de esta oración La Señora salvará el mundo. Vuelvo a repetir esta promesa."
Ahora La Señora espera largo tiempo, mientras veo el mundo girar bajo sus pies. Es como si grandes nubes negras lo cubrieran y La Señora las observa. Entonces dice: "Ahora les hablo a todos los pueblos de este mundo." Con gran devoción La Señora junta sus manos, como para rezar. "Orad, pueblos, para que vuestro sacrificio sea agradable al Señor. Pueblos, volved atrás y tratad de volver a encontrar vuestra fe sencilla. Reconoced a vuestro Creador y sed agradecidos. Esto es lo que la humanidad ya no conoce. El falso espíritu gobierna el mundo. El paganismo moderno, el humanismo, el ateísmo, el socialismo moderno y el comunismo gobiernan el mundo. Cuidado con los falsos profetas. La Señora de todos los Pueblos no se cansa de repetirlo y de avisaros de esto. ¡Hombres, escuchad! Es el Señor mismo quien me manda a advertiros, el mismo Señor que se sacrificó también por éstos hombres de hoy. Vosotros no sabeis qué grandes poderes son los que amenazan a este mundo. Y no me refiero sólo al humanismo moderno, al ateísmo, al socialismo moderno y al comunismo; aún hay otros poderes que amenazan a este mundo.
Pueblos, busquen la verdad. Pueblos, uníos. Sin que lo supierais, hace ya ocho años que La Señora estaba aquí para protejeros de eso. El año 53 es el año de La Señora de todos los Pueblos. El 53 será el año en que Ella tendrá que ser reconocida bajo este título entre los pueblos. El 53 será el año en que amenazarán y sucederán grandes acontecimientos mundiales y grandes catástrofes. Por eso La Señora os pide que digais esta oración. Difúndidla lo más posible. Ahora le hablo a tu obispo: Haz que la iglesia de La Señora de todos los Pueblos se construya en el lugar que yo he indicado en Amsterdam."
Luego La Señora espera un momento y mirando a lo lejos, dice muy claro y despacio: "Los pensamientos marianos aumentarán más en este tiempo. Amsterdam se convertirá en el Centro de La Señora de todos los Pueblos. Allí, por medio de esta imagen, los pueblos conocerán a La Señora de todos los Pueblos y bajo este título le pedirán que les conceda la unidad, la unión entre los pueblos. Esta imagen precederá el último dogma mariano. Esta imagen irá en primer lugar a Amsterdam. De la difusión se encargará tu director espiritual y todo el que pueda colaborar. Tendrá que llegar a ser una sola gran comunidad, cuya dirección confío a los Padres Dominicos. Que sean conscientes de lo que yo les encomiendo."
Entonces La Señora hace una nueva pausa. Yo le digo que me da miedo transmitir este mensaje, pero Ella sonríe y me dice:
"Hija, no temas transmitir este mensaje. Tú eres el instrumento. La Señora se encarga de todo." Y entonces veo a La Señora alejarse lentamente.
11 de octubre de 1953
Veo a La Señora de pie. Ella dice: "María, La Señora de todos los Pueblos, hoy es enviada para advertir una vez más al mundo y a la Iglesia de Roma, de la corrupción, de las calamidades y de la guerra. El mundo vive en la corrupción. Aún vendrán más calamidades. Los pueblos viven aún en guerra."
Entonces La Señora mira adelante y dice despacio y claramente: "El año 53, ese será el año en que La Señora de todos los Pueblos tendrá que ser llevada al mundo." Por largo tiempo no dice nada y después prosigue: "La Señora de todos los Pueblos podrá traer la Paz al mundo. Pero hay que pedírselo a Ella bajo este título. La Señora de todos los Pueblos sostendrá a la Iglesia de Roma. La Iglesia de Roma, la Comunidad, invocará a María, Madre del Señor Jesucristo, bajo este nuevo título de La Señora de todos los Pueblos. Tienen que rezar mi oración contra la corrupción, las calamidades y la guerra, y la llevarán a todos los pueblos. Yo ayudaré a la Iglesia de Roma, a la Comunidad. Los pueblos me tienen que invocar bajo este título."
Entonces La Señora mira largo rato adelante. Luego dice claramente y con fuerza: "El Señor es el Redentor de todos los pueblos. María, su Madre, fue elegida desde el principio como la Corredentora. Ella llegó a ser Corredentora en el momento de la ida del Señor Jesucristo al Padre. Ella se convirtió así en la Medianera y la Abogada de todos los pueblos." La Señora espera un momento y dice entonces: "Puesto que María estaba destinada a ser la Corredentora, Medianera y Abogada, Ella viene ahora, en este tiempo, como La Señora de todos los Pueblos. Para obtener el título de Señora de todos los Pueblos, Ella ha venido, bajo este título, a diferentes lugares y en distintas naciones."
Luego mira ante sí y dice: "La Señora que ha de traer la Paz, vino y dictó su oración en el país en que reinaba el demonio. (La oración fue dictada a Ida mientras se encontraba en Alemania.) La Señora, que viene a traer la Paz, ha dado sus palabras por medio de su instrumento en el país que siempre deseó la paz (Holanda). La Señora de todos los Pueblos no está destinada a un solo país o a un solo lugar, Ella está destinada al mundo, a los pueblos. Esta imagen tendrá que venir a Amsterdam, ya al final del 53. Provisionalmente será llevada a una capilla o a una iglesia. Más tarde será trasladada a la iglesia de La Señora de todos los Pueblos. Mis indicaciones para ello ya las he dado, y serán seguidas fielmente. La Señora de todos los Pueblos dará todavía algunos mensajes. Su tiempo ya casi se termina."
A continuación La Señora espera un momento y luego dice claramente y despacio: "Entonces empezará la gran obra: la Coronación de María, la proclamación del dogma de Corredentora, Medianera y Abogada. Pero antes la Iglesia y los pueblos tienen que invocar a María bajo su nuevo título y rezar su oración, para que sean alejados de este mundo la corrupción, las calamidades y la guerra. Si los pueblos de Europa hacen esto, darán un suspiro de alivio después del año 54." Y ahora La Señora mira al globo de la tierra, sobre el que se encuentra, y dice: "Entonces vendrá la gran misión mundial."
Después La Señora mira a su alrededor y dice indicando las ovejas: "Mira mis ovejas negras." Veo entonces muchísimas ovejas negras. Separadas de ellas y al otro extremo, veo las ovejas blancas. La Señora dice amonestando con gran severidad: "Ovejas blancas, cuidado. Ha llegado el tiempo en que todos podéis colaborar para alcanzar la unidad." Mientras dice esto, veo que los dos grupos de ovejas se transforman en dos grupos de personas, blancos y negros, divididos entre sí.
Entonces La Señora dice: "Iglesia de Roma, La Señora de todos los Pueblos vendrá sólo pocas veces más. Ella os sigue poniendo en guardia contra los falsos profetas. Leed con atención los mensajes que La Señora os ha dado. Que el sacristán del Papa transmita éstos mensajes." La Señora dice esto con mucha fuerza. Luego levanta el dedo, como advirtiendo, y dice (Ida vio claramente al Papa Pío XII ante ella, mientras La Señora decía estas palabras): "Santo Padre, tú tienes una gran misión que cumplir, antes de ser traído entre los Nuestros. La Señora te repite: lleva adelante los planes que has elaborado. Ocúpate del último dogma, la coronación de la Madre del Señor Jesucristo, la Corredentora, Medianera y Abogada. Tú llevarás este nuevo título entre los pueblos en el 54. Cuida de esos países donde el Señor Jesucristo es perseguido. Esto puede volverse y se volverá una gran acción mundial, a la cabeza de la cual estará María como La Señora de todos los Pueblos. Yo ayudo; por la voluntad de mi Hijo, yo podré ayudar al mundo y a los pueblos."
Entonces La Señora baja el índice y vuelve a la postura habitual. Espera un momento y dice: "Y ahora le hablo a tu obispo: Tú comprenderás por qué me dirijo al Papa y a su sacristán. Esta acción no está destinada a un solo país, está destinada a todos los pueblos." Mientras La Señora dice esto, veo primero nuestro país, Holanda, en toda su extensión. La Señora hace un gesto de negación con la cabeza. Luego veo el mundo entero ante mí y en él a todos esos pueblos. La Señora dice: "No obstante, ayuda a difundir la oración y los mensajes en tu país. María asume la responsabilidad. Tú sabes que Ella ha dicho que pondrá esta imagen al cuidado de los Padres dominicos. Sabes que Ella ha dicho que los donativos no serán sólo para los dominicos, sino para todas las necesidades de la Iglesia. Lleva a María a tu país como La Señora de todos los Pueblos. Desde allí empezará la gran acción mundial. El tiempo ya ha llegado y es muy corto. María está aquí como la Madre que quiere ayudar a sus hijos. Pide y Ella te ayudará bajo este nuevo título."
Ahora La Señora se va lentamente.
3 de diciembre de 1953Ida Peerdeman recibió este mensaje en Alemania, donde el cuadro se encontraba al comienzo de aquel año litúrgico. A finales de diciembre de 1953 el cuadro fue trasladado a Amsterdam, donde fue instalado provisionalmente en la casa parroquial de la iglesia de Santo Tomás, una iglesia de los dominicos situada en la calle Rijnstraat. El año 1954 fue proclamado por el Papa Pío XII Año Santo Mariano, por celebrarse entonces el centenario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción (1854)
Mientras que estoy orando ante la imagen de La Señora, veo que cobra vida de repente. Es como si Ella se saliera del cuadro y la veo como de costumbre, con una luz maravillosa a su alrededor. Le oigo decir claro y con seriedad: "No temas. Era mi intención que la imagen estuviese todavía aquí, al comienzo de este Año Mariano. Después irá a Amsterdam." La Señora espera un instante y mira adelante. Entonces siento venir algo horriblemente desagradable contra La Señora. Ella dice: "Las fuerzas del infierno se desatarán..." Parece como si oyera truenos y un estruendo espantoso a su alrededor. Pero luego La Señora sonríe y dice: "Sin embargo, no podrán vencer a La Señora de todos los Pueblos." Mientras La Señora dice esto, veo resplandecer una enorme luz que la rodea por todas partes, tan intensa, que me duelen los ojos al mirarla.
4 de abril de 1954
Veo a La Señora de pie y con cara muy seria me dice: "Aquí estoy de nuevo. ¡Escucha bien! Desde el principio la Sierva del Señor había sido escogida para ser la Corredentora. Di a vuestros teólogos que pueden encontrar todo en los libros." Veo ahora una antigua biblioteca con muchísimos libros. La Señora me la indica. Después de un instante, sonriendo para sí, como si se divirtiera, y casi susurrando, dice: "No traigo una nueva doctrina. Traigo ahora los antiguos pensamientos."
De nuevo La Señora se detiene y luego dice: "Por ser María Corredentora, Ella es también Medianera, Ella es también Abogada. No sólo por ser la Madre del Señor Jesucristo, sino –fíjate bien– porque Ella es la Inmaculada Concepción. Les pregunto a los teólogos: ¿Todavía tenéis objeciones contra este dogma? Vosotros podréis encontrar estas palabras y éstos pensamientos. Os pido que trabajéis por este dogma. No, no tengáis miedo. Va a provocar una lucha. Ellos, los otros, os atacarán, pero la sencillez de este dogma está en éstos últimos pensamientos que María, La Señora de todos los Pueblos, os ofrece hoy. Luchad y orad por este dogma. ¡Este dogma es la coronación de vuestra Señora!" La Señora dice esto, subrayando casi cada palabra.
Entonces mira largo rato ante Ella, con una expresión particular en su rostro; como si se pareciera a la que era mucho tiempo atrás, cuando aún estaba en la tierra. Entonces dice: "La Señora, la Sierva del Señor, fue elegida y fecundada por el Espíritu Santo." Hace una pausa y veo a su alrededor una niebla, como un velo luminoso. Entonces dice lentamente: "La Señora fue elegida. Ella también estaría presente en la venida del Espíritu Santo. El Espíritu Santo tenía que venir sobre los apóstoles..."
–y con fuerza, levantando el índice, La Señora exclama– "¡los primeros teólogos! Por eso el Señor quiso que su Madre estuviera presente. Su Madre, La Señora de todos los Pueblos, en el momento en que su Hijo se fue al Padre, se convirtió en La Señora de todos los Pueblos, la Corredentora, Medianera y Abogada, según el testimonio de un apóstol, un teólogo, ya que él tenía que cuidar de la Madre y Ella tenía que cuidar de sus apóstoles."
Mientras La Señora dice esto, veo en primer plano, de pie junto a Ella, alguien de tiempos pasados, un hombre joven aún, con una túnica. Después se va y veo a varios clérigos de pie alrededor de Ella. Entonces La Señora me mira y dice con vehemencia: "Es la última vez que La Señora habla de este dogma. Ella volverá, pero para otras cosas. Sin embargo, di a vuestros teólogos que ahora tienen todo en las manos. Ahora tienen que cumplir la voluntad del Señor Jesucristo. Este dogma tendrá que ser el colofón de los pensamientos marianos. Di a los teólogos que La Señora de todos los Pueblos quiere ver esto cumplido."
Ahora La Señora extiende las manos, como en gesto de protección. Veo entonces al Santo Padre, el Papa Pío XII. La Señora dice:
"Yo ayudaré al Santo Padre. Pon atención a mis palabras. Él recibirá la fuerza para preparar todo. Sucederán muchos cambios." Veo ahora claramente a La Señora de pie sobre la basílica de San Pedro y es como si ahí todo diera vueltas. La Señora dice: "Que el Santo Padre realice su grandioso plan, cuanto antes posible. Dile que La Señora de todos los Pueblos lo ha ayudado y que le dará la fuerza que necesite. El Santo Padre ya sabe todo. La Señora le dará la fuerza que le haga falta." La Señora mira ahora muy compasiva al Papa Pío XII. En voz baja y con compasión Ella dice: "Él sabe lo que tiene."
Entonces La Señora pone las manos en la postura habitual y dice con vehemencia: "Dile al sacristán que todo saldrá bien. Que actúe y vaya adelante en este asunto, como La Señora le pide." Ahora La Señora me mira sonriente, advirtiendo con el dedo, y dice: "Ahora viene tu obispo. Tú le pedirás que dé a conocer la oración y los mensajes." Veo ahora un obispo; no sé quien es, y le digo a La Señora: "No va a querer hacerlo; temo decírselo". La Señora me mira compasiva y dice sonriendo: "No tengas miedo, hija, simplemente pídeselo. Dile que el tiempo ya ha llegado. Él puede aprobar esta oración como mía. Él puede aprobar que se construya la iglesia. Los signos están contenidos en mis palabras, dile esto. Dile también que La Señora quiere llevar ahora su imagen al público, junto con palabras que digan que la oración viene de su Madre María, que quiere ser La Señora de todos los Pueblos. Dile que María se asume toda la responsabilidad al respecto. Más adelante daré otros signos, cuando terminen mis palabras. Yo volveré para hablar a los pueblos. Todo esto tiene que preceder."
Entonces La Señora mira muy seriamente ante Ella. Es como si alrededor del globo, sobre el que está de pie, se adensaran nubarrones, mientras éste gira rápidamente sobre su eje. La Señora indica el globo y dice muy triste: "Mira el mundo, pon atención a lo que voy a decir." La Señora levanta la mano derecha, y me la muestra. Veo que tiene en la mano un dado grande. La Señora sacude la mano sobre el mundo. De repente cambia esa imagen. Ahora veo una mano completamente distinta, es una especie de garra, y siento una extraña y desagradable sensación. También esa mano tiene un dado. La Señora dice: "La mano de satanás está sobre el mundo con un dado. ¿Sabes tú, Iglesia, Comunidad, qué significa eso? Que Satanás es todavía el príncipe de este mundo. Él agarra lo más que puede. Por eso tiene que venir ahora La Señora de todos los Pueblos, en este tiempo, ya que Ella es la Inmaculada Concepción y por lo tanto la Corredentora, Medianera y Abogada. Estos tres pensamientos en uno sólo. ¿Teólogos, escucháis bien esto?" Y es como si La Señora uniera algo que está en tres partes y lo convierte en una sola cosa. Entonces dice: "La Señora ha tenido que traer ahora su oración a este mundo satánico, ya que el Espíritu Santo aún tiene que venir sobre los pueblos. Entended bien este mensaje. Decid por lo tanto, oh pueblos, mi oración, para que el Espíritu Santo venga de verdad y realmente." Al decir esta última frase, La Señora une las manos y las levanta, como si enseñara a los hombres cómo deben orar.
Luego La Señora espera un momento, me mira muy seria y no obstante esto me dice sonriendo: "Y tú, hija, ¿tienes miedo de decir todo esto? Entonces La Señora te dice: déja que vengan los hombres con todas sus necesidades espirituales y materiales. La Señora está aquí y Ella los hará regresar y los ayudará. Haz de tu vida una ofrenda y di a tu director espiritual que el Señor siempre escoge lo débil para sus planes grandiosos. Que esté tranquilo." Entonces La Señora mira a lo lejos y dice: "Y a todos los demás: que sigan trabajando y luchando por La Señora de todos los Pueblos, que tiene que venir en este tiempo. Yo les ayudaré. Volveré el 31 de mayo."
Después La Señora se va lentamente.
31 de mayo de 1954
(María, Medianera de todas la Gracias)
"Aquí estoy de nuevo. La Corredentora, Medianera y Abogada está ahora ante tí. Yo he escogido este día; en este día La Señora obtendrá su coronación. Teólogos y apóstoles del Señor Jesucristo, escuchad bien. La explicación del dogma ya os la he dado. Trabajad y pedid por este dogma. Tenéis que pedir al Santo Padre este dogma. El Señor Jesucristo hizo grandes cosas y Él dará mucho más aún a todos vosotros en este tiempo, en este siglo XX. En este día la Corredentora, Medianera y Abogada, como La Señora de todos los Pueblos, obtendrá su título oficial. Pon atención, éstos tres conceptos en un solo gesto. Estos tres." Ahora La Señora me muestra tres dedos y con la otra mano hace un movimiento rotatorio a su alrededor; entonces se forma como una niebla, como un velo luminoso a su alrededor. "Y ahora muestro éstos tres conceptos a tus teólogos, éstos tres conceptos en un sólo gesto. Repito dos veces esto, porque hay algunos que quieren un sólo concepto. El Santo Padre lo aprobará, pero lo tenéis que ayudar. Comprended bien esto."
Ahora es como si de repente estuvieramos La Señora y yo sobre la cúpula de una gran iglesia. Mientras entramos, oigo decir a La Señora: "Yo te traigo aquí. Cuenta lo que te hago ver y oír." Estamos ahora en una iglesia muy grande, en la basílica de San Pedro. Veo muchos cardenales y obispos reunidos. Entonces entra el Papa. (En el comentario de 1966, Ida dijo que todavía no sabía quién era este Papa.) Lo van llevando en una especie de silla, pero más tarde él va caminando. La gente aplaude, el coro empieza. Ahora el Papa dice algo en un idioma que no entiendo, mientras que levanta dos dedos. Luego La Señora está de nuevo sobre el mundo. Ella sonríe y dice: "De este modo, hija, te he hecho ver cuál es la voluntad del Señor Jesucristo. Este día será la coronación de su Madre, La Señora de todos los Pueblos, que un día era María."
La Señora permanece de pie sin decir nada, con la mirada profundamente fija en la lejanía. Esto dura un poco y luego dice: "Y La Señora permaneció junto a sus apóstoles hasta que vino el Espíritu Santo." Mientras dice esto, su rostro tiene de nuevo esa transformación peculiar, como si hablara desde un tiempo muy remoto. Veo religiosos y otras personas de pie a su alrededor, mientras Ella dice: "De la misma manera, La Señora puede venir donde sus apóstoles y pueblos de todo el mundo, para traerles de nuevo el Espíritu Santo, pues el verdadero Espíritu Santo ha de ser invocado siempre antes de grandes decisiones." Después, tras un instante de espera, La Señora dice suavemente y de forma impresionante: "Y María permaneció junto a sus apóstoles." Entonces veo a La Señora sentada en una sala, rodeada de personas de tiempos antiguos, con túnicas.
Luego La Señora mira a su alrededor, como a lo lejos, y dice claro y despacio: "Mi profecía “Desde ahora me llamarán bienaventurada todos los pueblos”, se cumplirá aún más, cuando el dogma sea proclamado. El Santo Padre sabe cuál es su tiempo. Él preparará y cumplirá esto, antes de ser llevado con los Nuestros. Ese día, todos los pueblos me llamarán bienaventurada. Yo he venido en esta fecha para que ellos... –y La Señora indica a su alrededor– den testimonio de que de verdad y realmente La Señora de todos los Pueblos ha dicho esto. Yo he dicho: Iglesia de Roma, vendré sólo pocas veces más. Con esto, La Señora de todos los Pueblos quería decir: sólo algunas veces antes de la proclamación del dogma. Pon mucha atención; ahora viene el signo: La Señora de todos los Pueblos puede reunirse cado año, bajo este título, con sus hijos, con sus apóstoles, con todos los pueblos. Yo he venido al mundo de diferentes maneras."
Ahora La Señora mira el mundo y menea la cabeza con tristeza. "Ahora yo pregunto: ¿Ha servido de algo? El Señor Jesucristo aún quiere dar al mundo otra inmensa gracia, y ésta es la palabra, la voz de su Madre, La Señora de todos los Pueblos. Por medio de este instrumento en un pequeño país que está al borde del precipicio, La Señora de todos los Pueblos dará cada año sus amonestaciones y su consuelo. Más tarde esto terminará. Hija, ellos te creerán. Yo estoy aquí. Estaré a tu lado y te ayudaré. La imagen tiene que ir entre la gente. Pídeselo a tu obispo. Él aprobará que la imagen sea expuesta. (Aunque en un principio no había sido concedido el permiso para llevar la imagen en público, más tarde fue dado para que la imagen estuviera en lugares públicos. El 19 de diciembre de 1954 el cuadro de La Señora de todos los Pueblos fue solemnemente colocado en la iglesia de Santo Tomás, en la calle Rijnstraat.) Aprobará que se construya la iglesia que te he mostrado. Todos lucharán por ello. Dile esto a tu director espiritual. Yo lo ayudaré, así como a los otros. Es mi oración, díselo a tu obispo. Él estará de acuerdo. No, hija, no tengas miedo."
Ahora La Señora mira a su alrededor y tras un instante prosigue: "Desde ahora me llamarán bienaventurada todos los pueblos. La Señora de todos los Pueblos desea la unidad en el Verdadero Espíritu Santo. El mundo está envuelto por un falso espíritu, por satanás. Cuando el dogma, el último dogma de la historia mariana, sea proclamado, entonces La Señora de todos los Pueblos dará la Paz, la verdadera Paz al mundo. Sin embargo, los pueblos junto con la Iglesia tienen que rezar mi oración. Ellos tienen que saber que La Señora ha venido como la Corredentora, Medianera y Abogada. Así sea. Yo volveré, como he prometido hoy, pero en público." Yo me asusto muchísimo al oír esto, pero Ella dice: "No, hija, no temas. Así sea."
La Señora espera largo rato y luego sigue diciendo: "Ahora hablo a los pueblos de todo el mundo. Arrodillaos, apóstoles y pueblos, ante vuestro Señor y Creador y sed agradecidos. La ciencia de este mundo ha enseñado a los hombres a olvidar la gratitud. Ya no conocen a su Creador. Pueblos, ya estáis advertidos. Arrodillaos en adoración ante vuestro Creador." La Señora dice esto con impresionante reverencia y devoción. Ella cae de rodillas y se postra tan profundamente, que casi toca el suelo. "Pedid su misericordia y Él será misericordioso. ¿Acaso no os da suficiente prueba de ello en este tiempo? El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo esté con vosotros todos los días de vuestra vida. Que el Padre y el Hijo os traiga a La Señora de todos los Pueblos. No importa quienes seáis o lo que seáis, yo puedo ser para vosotros la Madre, La Señora de todos los Pueblos."
La Señora mira profundamente a lo lejos, como si estuviera buscando alguien. Realmente es como si Ella quisiera atraer hacia sí a todas las gentes, a los que pertenecen a nuestra Iglesia, a los que no pertenecen a ella e incluso a los que no pertenecen a ninguna iglesia. "Pueblos, haced que los necesitados –y me refiero también a los necesitados espiritualmente– sean llevados a La Señora. Trabajad entre los otros con mi oración." La Señora se detiene un momento y luego dice: "La Señora volverá cada año." Y entonces se aleja lentamente.
31 de mayo de 1955
(Fiesta de María Reina del Cielo y de la Tierra)En la encíclica “Ad Coeli Reginam” del 11 de octubre de 1954, el Papa Pío XII dio a María el título oficial de “Reina del Cielo y de la Tierra”. La celebración litúrgica de este título fue fijada el 31 de mayo, día en que antes se celebraba en muchas provincias eclesiásticas la fiesta de María Medianera de todas la Gracias. La fiesta de María Reina fue trasladada al 22 de agosto, por el decreto del 21 de marzo de 1969. A la vez se trasladó la fiesta de la Visitación de María, del 2 de julio al 31 de mayo.
Por la mañana, durante la Misa, oigo de repente la voz de La Señora que dice: "Yo vendré hoy, vete a la capilla." Por la tarde hay alabanza y la iglesia está repleta. Al llegar al quinto misterio glorioso (La coronación de Nuestra Señora como Reina y Madre de cielos y tierra)oigo la voz de La Señora que dice otra vez: "Vete a la capilla", pero como la iglesia está tan llena yo no me atrevo a ir y me quedo sentada. Una luz resplandeciente sale del fondo de la capilla, atravesando la iglesia. Eso me asusta mucho. Entonces oigo la voz de La Señora bien clara, junto al oído. Le oigo que me dice: "¡Levántate!" Es como una orden, tanto que yo me asusto y me pongo de pie y doy unos pasos atrás. Siento como si flotara. Al llegar a la capilla, donde está el cuadro, veo ahí un mar de luz. Me arrodillo en el suelo de piedra. De pronto La Señora sale de esa luz, más bella que nunca, y dice: "Reza mi oración", pero estoy tan conmovida e impresionada, que no puedo hablar. Se lo digo interiormente a La Señora. Entonces Ella sonríe y me dice por segunda vez: "Reza mi oración." Entonces empieza a rezarla Ella misma: "Señor Jesucristo..." De repente me vuelve la voz y puedo repetir lo que dice. Ella deja que yo siga la oración.
Luego La Señora hace una pausa y mira adelante. Entonces empieza a hablar: "Estoy aquí como La Señora de todos los Pueblos, la Corredentora, Medianera y Abogada." La Señora espera un instante, mirando ante Ella, y luego dice, como si se dirigiera a una multitud invisible detrás de mí: "Había prometido venir hoy, el 31 de mayo. La Madre, La Señora de todos los Pueblos está ahora ante vosotros. Hoy quiere hablar a los pueblos. Escuchad bien mis palabras. Vengo a advertir a los pueblos que satanás todavía no ha sido expulsado. Pueblos, guardaos de los falsos profetas. La Señora de todos los Pueblos podrá venir cada año. Ella ha prometido que habría dado un signo. Ese signo ha sido dado ahora. Yo había dicho: Volveré, pero en público." Y mientras La Señora me señala, dice: "Pues bien, pueblos, este instrumento escucha la voz de La Señora, de modo que Ella puede daros su palabra."
La Señora espera un momento y dice: "Todavía satanás no ha sido expulsado. A La Señora de todos los Pueblos se le ha concedido venir ahora a expulsar a satanás. Ella viene a anunciar al Espíritu Santo. Ahora vendrá el Espíritu Santo sobre el mundo. Pero vosotros tenéis que decir mi oración, que yo he dado al mundo. Tenéis que pensar cada día y a cada momento en la oración que La Señora de todos los Pueblos ha dado a este mundo, en este tiempo. Sólo Dios sabe hasta qué punto satanás reina ahora. Dios os envía ahora su Madre, La Señora de todos los Pueblos, a vosotros, a todos los pueblos. Ella vencerá a satanás, como ha sido profetizado. Ella pondrá sus pies sobre la cabeza de satanás."
Entonces La Señora dice muy preocupada: "Pueblos, no os dejéis engañar por los falsos profetas, escuchadle sólo a Él, a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y es que el mismo Padre es el mismo Hijo. El mismo Padre e Hijo es el mismo Espíritu Santo." La Señora dice esto muy despacio.
A continuación La Señora hace una larga pausa y dice: "Vosotros pasaréis todavía muchas cosas en este siglo. Vosotros, pueblos de este tiempo, sabed que estáis bajo la protección de La Señora de todos los Pueblos. Invocadla como vuestra Abogada, pedidle que aleje todas las calamidades. Pedidle que elimine de este mundo la corrupción. De la corrupción vienen las calamidades, de la corrupción vienen las guerras. Tenéis que pedir por medio de mi oración que todo esto sea eliminado de este mundo. Vosotros no sabéis lo grande e importante que es esta oración ante Dios. Él escuchará a su Madre, ya que Ella quiere ser vuestra Abogada."
Otra vez La Señora espera largo rato. Después dice muy preocupada: "Van a suceder grandes cosas. Vosotros, los jóvenes, viviréis grandes cambios. Es La Señora de todos los Pueblos quien os dice esto. Ella os protegerá. Ella estará en esta época, en este tiempo, en este mundo, sobre todos los pueblos, como La Señora. Vendrá un tiempo de grandes inventos. Se harán descubrimientos tan alarmantes, que hasta vuestros mismos pastores se asombrarán y dirán: No sabemos ya nada. Poned atención a estas palabras que La Señora os dice hoy, 31 de mayo. El Padre sabe y permite todo lo que ha de suceder en el mundo.
Sabed que el Espíritu Santo está más cerca que nunca. El Espíritu Santo vendrá ahora, pero antes tenéis que pedirlo. Él estaba ya desde el principio, pero ahora ha llegado el tiempo. El mundo ya no sabe qué camino tomar. Así pues, pueblos, confiad en vuestra Madre, que a pesar de todo nunca ha abandonado a sus hijos. Ella puede venir bajo este nuevo título: Corredentora, Medianera y Abogada. Pedid a vuestro Santo Padre que proclame este dogma, como desea La Señora."
Ahora veo que La Señora junta las manos con unción. Deja de hablar y me hace seña con los ojos para que mire lo que sucede. En ese momento recobro el sentido del oído y oigo la campanilla que anuncia la bendición con el Santísimo. Con profunda devoción La Señora mira hacia el altar. Es como si la envolviera una luz resplandeciente y, junto con nosotros, también Ella recibe la bendición.
Después de la bendición, La Señora prosigue tranquilamente su mensaje: "Cuando el dogma sea proclamado, entonces La Señora de todos los Pueblos dará su bendición, entonces La Señora de todos los Pueblos dará la Paz. Ella os ayudará, cuando el dogma sea proclamado. Grandes cosas están por suceder. El mundo se está degenerando. Pueblos, pensad en el Milagro cotidiano que el Señor Jesucristo os regaló. Él os lo dio para que lo vivierais cada día. ¿Sabéis lo que perdéis? Pueblos, he dicho: Yo vengo para amonestar a los pueblos y consolar a mis hijos, a los apóstoles y todos los pueblos. Así que La Señora ya ha llegado. Tenéis que llevar a vuestros hijos al Señor Jesucristo. Les tenéis que enseñar a rezar de nuevo, como La Señora de todos los Pueblos os ha enseñado a rezar su oración. La Señora os pide a vosotros, padres de familia, que enseñéis a vuestros hijos esta oración. Volved a llevar a vuestros hijos al Sacrificio, volved a llevar a vuestros pueblos al Sacrificio. Y cuando digo “los pueblos”, me refiero a mis ovejas blancas y sobre todo a mis ovejas negras, que estan a mi alrededor. Pueblos blancos, acordáos de los pueblos de color. Han de ser llevados al Señor Jesucristo, han de ser conducidos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Si empezáis a pedirle al Santo Padre el dogma, entonces La Señora cumplirá su promesa y vendrá la verdadera Paz. La verdadera Paz, pueblos: ese es el Reino de Dios. El Reino de Dios está más cerca que nunca, comprended bien estas palabras. Realmente es la Madre, La Señora de todos los Pueblos, en persona, quien os dice esto. Mis amonestaciones son: No escuchéis a los falsos profetas, escuchad sólo a vuestros pastores, a vuestros directores, a la voz de vuestra conciencia..., al Ser Supremo, y digo esto para aquellos que no forman parte de la verdadera Iglesia."
Ahora La Señora levanta el dedo y dice con vehemencia: "¡Vosotros, hombres de la Iglesia de Roma, sed conscientes de vuestra grande, grande fortuna! Comprended lo que significa pertenecer a la Iglesia de Roma. ¿Os comportáis de acuerdo con esto? Vuestra Madre, La Señora de todos los Pueblos, puede reunirse con vosotros bajo este título una vez al año. Más tarde eso pasará. Entended bien mis palabras cuando digo: Tenéis que encargaros de que cada año todos los pueblos se reunan alrededor de este trono, en torno a esta imagen."
Y mientras La Señora sigue aún envuelta en esa hermosa luz, veo de pronto la capilla con el cuadro de La Señora. A su alrededor llegan grupos enteros de gente, pueblos muy extraños. La Señora dice: "Este es el gran don que María, Miriam o La Señora de todos los Pueblos, puede dar al mundo. Ella volverá, he dicho. Ella hablará a sus apóstoles. Sin embargo, pueblos, antes La Señora se dirige a vosotros. Ayudad a vuestros apóstoles, no les pongáis tantas dificultades. Traed de nuevo a vuestros hijos como ofrendas ante el Señor. Apóstoles del Señor Jesucristo, vuestra Señora os comprende, vuestra Señora os ayudará en todas las dificultades, vuestra Señora os apoyará. Pedid pues en su nombre al Padre, al Hijo y el Espíritu Santo, que ahora vendrá más que nunca. El Reino de Dios está más cerca que nunca, he dicho. ¿Pueblos, sabéis qué significa eso? ¿Sabéis, pueblos, que sois responsables? Vosotros, autoridades del mundo, no engañéis a vuestros hijos, no engañéis a los más humildes de mis hijos. Vosotros sois responsables ante vuestro Señor Jesucristo."
Y nuevamente La Señora dice con vehemencia: "¡Vosotros sois responsables! Acabo de decir que se harán descubrimientos alarmantes. Dios lo permite, pero vosotros, pueblos, podéis impedir que eso vaya a parar en una desgracia. A vosotros, pueblos, yo os ruego, La Señora os ruega, escuchad bien esto. Nunca la Madre de Dios os había rogado..."
Ahora La Señora hace de nuevo una pausa y dice: "Para que no lleguéis a cosas alarmantes, pueblos, hoy La Señora os ruega: suplicad al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo que Él proteja a su pueblo, que Él conduzca a los pueblos a la unidad. El pueblo tiene que llegar a la unidad, tiene que ser uno sólo y sobre él La Señora de todos los Pueblos. Una sola Comunidad, pueblos; hago hincapié en estas palabras: ¡una sola Comunidad! Pensad pues en el futuro."
Y es como si La Señora sonriera diciendo: "No, La Señora no dice que penséis en vuestro futuro material. Comprended por qué se me ha permitido venir en este gran día. El Señor Jesucristo ha escogido este grandioso día para La Señora de todos los Pueblos. A Ella ha sido dado poder llevar a sus pueblos a la unidad. A Ella ha sido dado conducir a sus pueblos a una sola y grande Comunidad. Todos los pueblos en una sola Comunidad. Para eso el mundo cuenta con este tiempo, que repetidas veces he anunciado. Repetidas veces he hablado privadamente de este tiempo. Pues bien, pueblos, este tiempo ya ha llegado. Todavía satanás no ha sido expulsado, pero vosotros tenéis que ocuparos de hacerlo, vosotros, pueblos de la Iglesia de Roma."
La Señora levanta de nuevo el dedo, como advirtiendo, y dice con seriedad: "Acordáos de vuestros Sacramentos, todavía existen. Pueblos, con vuestro ejemplo llevad a los otros a Él, al Milagro cotidiano, a la Ofrenda cotidiana. Y de esta manera se cumplirán las palabras “Desde ahora me llamarán bienaventurada todos los pueblos”. Hoy este mensaje de La Señora de todos los Pueblos va dirigido al mundo entero. He dicho que yo daré consuelo. Pueblos, vuestra Madre conoce la vida, vuestra Madre conoce la tristeza, vuestra Madre conoce la cruz. Todo lo que padecéis en esta vida es un camino en el que vuestra Madre, La Señora de todos los Pueblos, os ha precedido. Ella os ha precedido en ese camino."
De nuevo La Señora espera un momento y dice lentamente: "Pero Ella subió al Padre, Ella regresó a su Hijo. Pueblos, también vosotros, recorriendo vuestro camino de la cruz, estáis subiendo al Padre; también vosotros, recorriendo vuestro camino de la cruz, estáis subiendo al Hijo. El Espíritu Santo os ayudará; invocadlo en este tiempo. No me canso de repetir al mundo: ¡Recurrid al Espíritu Santo en este tiempo!" Esto último, La Señora lo dice despacio y marcando las palabras. Vosotros seréis ayudados. Volved a la Iglesia. Volved a la Comunidad. Cuidad de mis otras ovejas, las que están pastando. ¿Sabéis vosotros qué significa estar pastando?" También esto último La Señora lo dice con fuerza. "Ocupáos ante todo de la unidad entre los pueblos. Esto es lo que La Señora de todos los Pueblos ha venido a decir hoy. Ella no os olvidará. Vosotros aún no podéis comprender mis palabras. Los signos –he dicho– están contenidos en mis palabras. Vuestra Madre os dice ahora algo consolador. Cuando llegue el tiempo del Señor Jesucristo, veréis que los falsos profetas, la guerra, las discordias y los desacuerdos desaparecerán. Ahora llega el tiempo. Esto os lo dice La Señora de todos los Pueblos."
Entonces La Señora se va lentamente.
31 de mayo de 1956
(Fiesta de María Reina y día del Corpus Christi)En el año anterior, el 10 de julio de 1955, el Párroco había sacado en silencio el cuadro de La Señora de la capilla y lo había guardado en la casa parroquial. Más tarde se comunicó, por medio de una carta oficial del obispado, que el obispo de Haarlem había revocado el permiso concedido de colocar el cuadro de La Señora en la capilla de la iglesia de Santo Tomás, por motivo de la investigación acerca de la autenticidad de las apariciones de La Señora de todos los Pueblos.
Al final de la santa Misa en la iglesia de Santo Tomás, por la mañana, oigo de repente la voz de La Señora diciendo clara y apremiantemente: "Yo vendré hoy. Pídele a tu obispo que traiga la imagen de nuevo a la iglesia antes de la hora tercia." Yo respondo: "No voy a hacerlo. De todas formas, ellos no me creen." Enojada, La Señora me dice: "¡Haz lo que te digo!" (Ida tuvo que prometer a su director espiritual que ese día no volvería a la iglesia de Santo Tomás. Por insistencia de Ida, éste permitió que alguien llevara el mensaje por escrito al obispo. El obispo respondió a esto que ella tenía que atenerse a las órdenes de su director espiritual.)
Yo siempre rezo el rosario con mi familia por las tardes. Al rezar el último misterio glorioso (La Coronación e Nuestra Señora como Reina y Madre de cielos y tierra), precisamente a las tres de la tarde, oigo de pronto la voz de La Señora, que me dice: "Ve a la calle Wandelweg." Yo me asusto y digo: "No lo haré. Tengo que obedecer al Padre Frehe, le di mi palabra de honor. (A pesar de la súplica de Ida a su director espiritual, para poder cumplir con la petición de La Señora, éste no se lo permitió y ella tuvo que quedarse en casa.) Haga Usted otra cosa, pues Usted nos tiene que ayudar." Por la noche, como a las ocho y media, oigo de nuevo la voz de La Señora que dice: "Vendré hoy de todas maneras." Yo le pregunto: "¿Pero dónde?" "Aquí. Avísales y dile esto a tu Párroco." Yo digo: "No lo haré, porque no puedo hacer nada sin el Padre Frehe." Y no lo hice.
Después de la alabanza, vinieron algunos conocidos un momento, a decirme como había ido todo y a contarme lo bonito que había sido. (Ese día se rezaba el rosario en la iglesia a las dos y media de la tarde. Después de cada misterio, se rezaba la oración de La Señora. Había casi quinientas personas presentes. Rezaron todo el día hasta que empezó la Alabanza por la noche.) A las diez en punto, la habitación se inunda de luz. Muy lentamente, de esa luz va emergiendo La Señora. Cuando La Señora ya está ahí, dice: "Por éstos que están aquí, he venido hoy", y señala el grupo de gente que está sentada alrededor. "En verdad te digo que, el Señor Jesucristo según su promesa, os ha enviado aquí a La Señora de todos los Pueblos. Díselo a tu obispo, díselo a tu director espiritual."
Ahora La Señora me mira sonriendo, mientras dice: "Has hecho bien. La obediencia tenía prioridad." La Señora espera un momento y luego dice: "Yo te he dicho: ve a la calle Wandelweg." La Señora me vuelve a sonreir y dice: "Has obedecido. Así sea. Así lo ha querido el Señor." Luego La Señora hace de nuevo una pausa y, mientras mira a lo lejos, dice: "Por la ciudad –entended bien lo que La Señora quiere decir con esto– por el bien de la ciudad, La Señora ha querido esta obediencia."
Entonces La Señora hace una larga pausa. Después dice, mirando a su alrededor: "Ahora La Señora te va a mostrar, como testimonio para los aquí presentes, dónde y cómo se construírá la iglesia de La Señora de todos los Pueblos." Otra vez La Señora se queda callada por largo rato. De repente, es como si estuviéramos en un prado. La Señora me muestra claramente donde ha de construírse la iglesia. Ella señala a la izquierda y dice: "Fíjate bien. No allá, sino acá", e indica a la derecha. "Ahora yo te lo muestro. Después tú lo dirás a los demás." Ahora veo claramente el lugar: un campo con árboles y una glorieta, al sur de la calle Wandelweg. La Señora repite: "¡Fíjate bien!" Ella espera y luego prosigue: "Les costará trabajo. Es un terreno grande, que más tarde estará rodeado por media ciudad." Veo entonces, en efecto, un terreno grande, rodeado de casas y edificios nuevos. Una parte del dique que ahora se encuentra allí, ha sido removida.
De pronto veo una iglesia en el lugar indicado por La Señora. Es una iglesia mejestuosa sobre una gran plaza, una iglesia muy especial, para nosotros desconocida, pero en la que se reconocen detalles de todas las otras iglesias existentes. La parte posterior es de estilo oriental, la parte de la fachada es de un estilo más occidental. La iglesia es de piedra natural, de color amarillento crema. Muy llamativas son las cúpulas, de color verde claro: una gran cúpula central y a cada lado una más pequeña. La Señora me las indica y dice: "Tú ves tres cúpulas en la iglesia; una grande y dos más pequeñas a cada lado." El verde de las cúpulas forma un hermoso contraste con el color amarillo-crema de los muros laterales. En esos muros hay grandes ventanales, pero sólo donde estan las cúpulas. Sobre la cúpula grande hay una cruz. La entrada de la iglesia es extraordinariamente majestuosa, grandiosa y elegante. Hay peldaños que conducen al gran pórtico abierto. Ese pórtico tiene en la parte frontal cuatro enormes columnas, adornadas tanto en la parte superior como en la inferior. Las columnas no son lisas, sino estriadas de arriba a abajo. El techo sobre la entrada, sostenido por estas columnas, presenta una cornisa sobresaliente, que tiene una especie de escultura o relieve.
Entonces La Señora dice solemnemente: "Y ahora entremos en la casa del Señor." De repente me veo con La Señora dentro de la iglesia. Es una iglesia enorme y cálida. Todas la ventanas son vidrieras de colores vivos y cálidos; predomina una especie de rojo oriental y el azul, colores que no se ven en nuestras iglesias. Mientras camino con La Señora por la iglesia, me llama la atención que el piso tiene una cierta inclinación hacia abajo, como en forma de anfiteatro. También llama la atención que todo en la iglesia esté dispuesto en semicírculo. Todo es redondo dentro de la iglesia y por encima de la iglesia. En la parte delantera de la iglesia veo una especie de plataforma elevada, como un estrado de impresionantes dimensiones. Tiene escalones redondos por la parte de delante. También los asientos son de forma redondeada. Delante de la plataforma veo comulgatorios. Sobre la plataforma hay tres altares, colocados en semicírculo.
La Señora indica el altar del medio y dice: "En el centro la Cruz, el Milagro cotidiano; el altar del Sacrificio de la Cruz." La Señora indica un tabernáculo bajo, sobre el cual hay una pequeña cruz. Luego señala el altar que está del lado de la epístola. Con las manos juntas, Ella dice con respeto y muy solemnemente: "El altar del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo." A continuación La Señora me indica el altar de lado del púlpito y dice: "De este lado, el altar de La Señora de todos los Pueblos. Fíjate bien: están a un mismo nivel. Parece un semicírculo. Un gran semicírculo, y a cada lado uno pequeño." Aunque veo tres altares, parece como si estuvieran unidos formando un solo altar, un semicírculo, pero a la vez son tres.
Entonces La Señora dice: "La mesa del Sacrificio en el centro. Detrás, una representación de la Última Cena." A continuación La Señora me muestra claramente las representaciones que van detrás de los tres altares. Detrás del altar central, veo en todo lo ancho de la pared redonda una representación de la Última Cena. La figura de Cristo tiene una postura hermosa y elegante. Ante Él se ve un cáliz. En sus manos tiene una hostia; es como si Él estuviera partiendo la hostia. Alrededor están los Apóstoles, medio reclinados a la mesa. Luego La Señora va conmigo al lado de la epístola y dice: "Ahí ves el Padre, sentado sobre el globo terrestre." En la pared del fondo del lado de la epístola veo una representación del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La figura que representa al Padre está sentada sobre el globo terrestre. En su mano derecha tiene una cruz. Sobre esto hay una Paloma, que despide rayos en todas direcciones. La Señora dice: "Él, con la Cruz en la mano, es cubierto por el Espíritu Santo, representado por la Paloma que despide rayos en todas direcciones."
Ahora La Señora me señala el lado de la epístola y dice: "El altar de La Señora representa la forma en que yo vengo." Veo entonces una representación de La Señora de pie sobre la esfera terrestre; detrás de Ella está la Cruz y, alrededor del mundo, las ovejas. Las tres representaciones están esculpidas en un tipo de madera oscura; también la representación de La Señora de todos los Pueblos. Esto me sorprende mucho y parece que La Señora se da cuenta de ello. La Señora sonríe y dice: "La imagen que ahora existe, no la ves." Ella se refiere al cuadro. Entonces con un gesto me hace seña de que la siga. Caminamos hacia la parte de atrás, por el lado de la epístola. En el fondo de la iglesia, un poco a un lado, en una capilla pequeña, veo el cuadro de La Señora adornado. La Señora sonríe y dice: "Allá, un poco más al lado, está la imagen, en una capilla aparte. Esto lo ha querido así el Señor Jesucristo."
Cuando estamos otra vez fuera de la capilla, La Señora dice: "Y ahora quiero repetirte que La Señora te ha puesto a prueba."
Entonces Ella se hace con el dedo pulgar una cruz sobre los labios y dice: "Esto no lo repitas." Y dice: "Dile al sacristán del Santo Padre que comunique que el celibato es aún la gran fuerza de la Iglesia. Hay algunos que desean ver esto de otra forma. Sólo excepcionalmente, di esto. Él me comprenderá. El dogma de Corredentora, Medianera y Abogada deberá ser proclamado antes de 1960." Entonces La Señora dice (ahora Ida repite de nuevo lo que dice La Señora): "A ella no la llevarán al lugar donde se ha de construir la iglesia. Pide para que la imagen puede ser llevada en público." Veo ahora como en un relámpago la capilla de la iglesia de Santo Tomás. "Más tarde, la imagen será trasladada a la casa del Señor Jesucristo." De nuevo veo la iglesia de La Señora que será construida en el futuro. La Señora espera otra vez un momento y luego dice: "Ahora he hablado para todos los pueblos. Di esto. Cuando la imagen sea devuelta, La Señora dará su bendición."
La Señora espera un momento, y entonces continúa: "Aún tengo que dar una respuesta. La Señora de todos los Pueblos habló y habla, por la Voluntad del Señor Jesucristo, ahí donde Él está presente." La Señora hace nuevamente una pausa y dice: "¿Acaso el mismo Señor Jesucristo, antes de hacer su gran milagro," –y ahora La Señora habla en voz baja y marcando las palabras– "la transformación del agua en vino, no esperó a que su Madre hablara? Él hubiera hecho su milagro, pero esperó a que su Madre hablara. ¿Comprendes? Ésta es mi respuesta a los que no han podido entender que La Señora viniera el 31 de mayo de 1955 a la iglesia de Santo Tomás." (Ese día La Señora había venido durante la exposición del Santísimo. Muchas personas se escandalizaron de esto.)
Ahora La Señora hace otra vez una pausa. Ella mira con tristeza a las personas que vinieron a visitarnos esta noche después de la Alabanza, y dice: "La Señora dice esto también para esos pobres extraviados. (La Señora se refiere aquí a algunos de los presentes, que utilizaban los mensajes para sus propias ideas.) Este pensamiento les ayudará a comprender el lugar que La Señora tiene en relación con su Señor. Transmite todo correctamente." La Señora mira ante Ella con tristeza y dice: "Yo he querido traer un mensaje serio y a la vez una buena nueva. Pide que la imagen pueda ser llevada en público."
Entonces La Señora se va lentamente, muy lentamente.
31 de mayo de 1957
Mi director espiritual me había prohibido que fuera ese día por la mañana a la iglesia de Santo Tomás y también por la noche a la Alabanza. Ese día tampoco podía llamarlo. Ese día fui a Misa por la mañana a la iglesia de Ntra. Sra. Reina de la Paz. Precisamente antes de la Comunión oí bien clara la voz de La Señora: "Haz hoy lo que yo te diga." Yo me asusté y me dije a mí misma: "Pero yo he prometido obedecer al Padre Frehe." Sin embargo, dije luego humildemente: "Pero Señor, hágase tu Voluntad."
Ese día había pensado irme en el tren. Me fui de todas formas a la estación. Subí al tren, me senté y, como de costumbre, empecé a rezar el rosario. De pronto oí como una orden, con toda claridad, la voz de La Señora, que me dijo: "Vuélvete, ya has cumplido tu deber." Sin darme cuenta me había bajado ya del tren y me encontraba en el andén. En ese instante el tren partió. Yo pensé: ¿Qué he hecho? Ahora sí que no he obedecido. ¿Ahora qué hago? De repente, oí bien fuerte la voz de La Señora en el andén: "¡A las tres de la tarde en la capilla!" Sonó como una orden. Volví a casa. Y ya que el Padre Frehe no me había prohibido que fuera por la tarde a la iglesia, me fui esa tarde a la iglesia de Santo Tomás. Al llegar, ni siquiera me atrevía a entrar, pero fue como si de pronto alguien me empujara o como si yo, por alguna fuerza o por el viento, fuera metida en la iglesia.
Cuando entré en la iglesia, había unas personas rezando el rosario en la capilla. Sentada en la parte de atrás de la iglesia, me puse a rezar con ellas. Luego dijeron el Credo. Al llegar a las palabras “que fue concebido por el Espíritu Santo”, vi que, de repente, del altar de la Stma. Virgen venía la luz. Muy despacio, la luz se fue del altar de la Virgen al altar mayor y luego al altar de San José, donde se detuvo un momento, y a continuación se fue por el lado de la iglesia hacia la capilla. Era como si dentro de esa luz flotara también una figura. Yo me puse de pie y me dirigí a la capilla, como si La Señora me hubiera hecho una seña.
Cuando entré a la capilla vi salir a La Señora lentamente de la luz. Ella me dijo: "Reza la oración". Entonces Ella también empezó a decirla, con mucha unción y devoción, y la rezó junto conmigo. Pero al final le oí decir “vuestra Abogada”, en vez de “nuestra Abogada”. Al decir esto, inclinó su cabeza hacia adelante y me miró profundamente. Esto me confundió, pues parece que me olvidé decir “que un día era María” y repetí sus palabras “vuestra Abogada”. Entonces La Señora dijo: "Hoy he venido aquí para dar el último mensaje en público. No temas, hija. Es La Señora de todos los Pueblos quien te dice todo esto." Hizo una pausa y dijo: "Has hecho bien."
La Señora se hizo de nuevo una cruz con el pulgar sobre los labios (señal para que Ida no repitiera lo que Ella decía) y dijo: "Vete a donde el Santo Padre y cuéntale todo. Pídele que bendiga la oración. Pídele por el dogma." Interiormente dije: "¡Ah, Señora, cómo puede Usted decir eso! Usted sabe que yo jamás podré llegar allá". La Señora dijo en voz baja: "Por medio del sacristán."
A continuación La Señora miró con tristeza a su alrededor y dijo (Ahora Ida repite nuevamente lo que dice La Señora): "Yo he querido traer un mensaje serio y a la vez una buena nueva. Yo he mostrado a los pueblos que la obediencia y la libre voluntad, sí, la libre voluntad, son lo primero. Y ahora quiero responder a todos los que te han pedido un signo." Al decir esto La Señora meneó la cabeza con compasión. "Ahora La Señora les dice a todos éstos: Mis signos están contenidos en mis palabras. Vosotros, hombres de poca fe, sois como niños que pretenden fuegos artificiales, mientras que la verdadera Luz, el verdadero Fuego, no lo ven." La Señora sonrió compasiva. "Vosotros buscáis y buscáis un “para esto” y un “para lo otro”. También a esto La Señora de todos los Pueblos os da la respuesta." Y con voz que resonó de modo impresionante por toda la iglesia, La Señora dijo: "¡Es “el Paráclito” el que está haciendo todo esto!"
Yo no entendí la palabra “Paráclito”(se refiere al Espíritu Santo en griego: el Abogado, el Consolador, el Consejero, el Intercesor) y se lo dí a entender a La Señora, encogiéndome de hombros y moviendo la cabeza. Ella sonrió e indicó a su alrededor. Vi entonces a toda clase de eclesiásticos de pie, en torno a Ella. Mientras los señalaba, dijo: "Vosotros sabéis a que se refiere La Señora." Entonces Ella prosiguió: "Él es la Sal. Él es el Agua. Él es la Luz. Él es la Fuerza que inundó a La Señora. Él procede del Padre y del Hijo. Él ha inundado a La Señora de todos los Pueblos con su Poder. Por eso Ella puede y tiene el poder de concederos la Gracia." Alrededor de La Señora se formó una niebla, como en otras ocasiones, cuando Ella hablaba del Espíritu Santo. "Así pues difunde mi oración, la oración del Señor. Píde que la imagen pueda volver por el momento a la capilla. Hija, no tengas miedo. Soy yo quien lo pide. Pide por el dogma. Y vosotros, pueblos todos, dejad que La Señora os lleve de la mano al Señor, a vuestros Sacramentos."
Ella acentuó mucho la palabra “sacramentos” y movió la cabeza como diciendo: ¿Pero qué está pasando? Miraba de una forma particular y su expresión manifestaba claramente no estar para nada de acuerdo con lo que sucede. Entonces dijo: "Vosotros los tratáis de una manera tan extraña. Yo sé, La Señora de todos los Pueblos sabe lo que significa este tiempo para los cristianos, y por eso se le ha permitido venir ya doce años a advertiros, a ayudaros, a llevaros de nuevo al Señor Jesucristo. Habéis experimentado este año qué grande puede ser la fuerza de satanás. La Señora de todos los Pueblos, que es la Esposa del Señor, que es la Reina del Rey, que ahora ha recibido este título de su Señor, con su intercesión ha podido todavía salvar al mundo. ¡Todavía!" Al decir esto, La Señora levantó el dedo, como advirtiendo. "Pueblos, escuchad todo lo que yo he dicho. De verdad, vale la pena abandonar este mundo." La Señora dijo esto como con doble sentido. "¡Todos vosotros tenéis que venir al Cielo!" Esto último, La Señora lo dijo con mucha fuerza y claridad.
Fue como si Ella retirara un velo y me sentí en un estado extraordinario, en un estado celestial, sobrenatural. Vi algo tan maravilloso, que no puedo describirlo. Fue como si el Cielo se abriera, era tan bello. "El Señor os ha redimido a todos. Vosotros, los extraviados, regresad. La Señora os espera." Al decir esto La Señora hizo con sus manos un gesto de invitación, como queriendo acoger a la gente. "Ella os ayudará. Ella os hará volver."
La Señora se hizo otra vez una crucecita con el pulgar sobre los labios y dijo: "Ve adonde el Santo Padre y dile que yo he dicho: ha llegado el tiempo en que el dogma puede ser proclamado. Yo regresaré en privado, para la Iglesia y los sacerdotes, en el tiempo que el Señor determine. Di que el celibato está corriendo peligro desde dentro, pero el Santo Padre sabrá conservarlo a pesar de todo." Moví la cabeza, como diciendo que no me atrevía a decirlo, y La Señora dijo disgustándose un poco: "¡Te ordeno que lo digas!" Hice un gesto afirmativo y La Señora dijo: "Si hacen lo que yo he dicho, entonces yo ayudaré a los pueblos, a cada uno en particular, también a los más primitivos, y podré traerles la Paz." La Señora dijo esto con vehemencia.
Entonces La Señora dijo, mirando adelante con una expresión celestial (ahora Ida vuelve a repetir lo que La Señora dice): "El Señor Jesucristo, antes de morir de muerte natural, antes de subir al Padre, antes de aparecer en el mundo, antes de venir otra vez entre los hombres," –parecía que La Señora decía esto para aclarar, pues yo había movido la cabeza en señal de no haber entendido– "...os entregó el gran Misterio, el gran Milagro de cada día, de cada hora, de cada minuto. Él se dio a Sí mismo. ¡No, pueblos, no es una idea!", dijo, sacudiendo con fuerza la cabeza. "No, pueblos, escuchad lo que Él dijo, no es una idea, sino Él mismo, bajo la apariencia de un pedazo de pan, bajo la apariencia de vino. Así el Señor quiere venir entre vosotros, todos los días. ¡Por lo tanto aceptadlo, hacedlo! Él os da el anticipo, el anticipo de la Vida eterna."
Luego Ella retiró de nuevo el velo ante mis ojos y otra vez me sentí en aquel estado celestial. "Esto es, pueblos, lo que La Señora, la Corredentora, Medianera y Abogada, ha querido deciros hoy por última vez, en público." Entonces vi a La Señora alejarse lentamente.
(Tras este mensaje, Ida escribió una carta al padre Frehe, su director espiritual.)
19 de febrero de 1958
(Miércoles de Ceniza)
Ir a la carta de Ida al Padre Frehe, su director espiritual, donde le cuenta lo ocurrido en la semana anterior a este mensaje. Por orden de su director espiritual, Ida anotó este mensaje y en un sobre cerrado se lo entregó para que lo guardara. Ella misma se quedó con una copia. Inmediatamente después de la muerte del Papa Pío XII, Ida comunicó a su director espiritual el contenido del mensaje y le hizo leer la copia que ella conservaba. La carta cerrada fue enviada inmediatamente al Sacristán del Papa.
Esta noche me desperté otra vez de sobresalto, pues fui llamada a las tres en punto de la madrugada. Vi otra vez la luz y oí la voz de La Señora que decía: "Aquí estoy de nuevo. La Paz del Señor Jesucristo sea contigo. Has hecho bien. Has decidido con tu libre voluntad y has llevado el mensaje a tu director espiritual. Esta obediencia producirá buenos frutos, que verás tú muy pronto. Tu director espiritual conoce su deber. Estate tranquila. Te voy a comunicar algo, que no podrás decirle a nadie, ni siquiera al sacristán o a tu director espiritual. Cuando se haya realizado, podrás decirles que La Señora te lo había dicho hoy. Se trata de lo siguiente, escucha: Este Santo Padre, el Papa Pío XII, será llevado con los Nuestros a principios de octubre de este año. La Señora de todos los Pueblos, la Corredentora, Medianera y Abogada, lo llevará al gozo eterno." Yo me asusté oyendo este comunicado y ni siquiera me atrevía a creerlo. La Señora dijo: "No te asustes, hija. Su sucesor proclamará el dogma." Le di gracias a La Señora y Ella dijo solemnemente: "Amén."
31 de mayo de 1958
Estábamos sentadas hablando y, de pronto, vi llegar una luz en la otra habitación. No veía a La Señora. Fue como si se corriera un velo ante mis ojos y me sentí en un estado celestial, sobrenatural. Me parecía que allí estaba Alguien inmensamente poderoso, grande y puro. Mientras me arrodillaba, percibí con el oído una delicada música sagrada y la habitación se inundó de luz. La luz brillaba tan intensamente, que tuve que juntar las manos llevándomelas al pecho e inclinarme profundamente. No podía ni me atrevía a mirar, pero entonces miré; no me es posible describir lo que vi. Era algo celestial, si se me permite decirlo así, humildemente.
Entonces aquello se me cubrió con un velo, y vi a La Señora de pie, pero muy de lejos. ¡Se la veía tan afectuosa y tan amable! Ella me habló muy dulcemente. Yo no podía repetir nada de lo que decía, pues me quedé sin voz. Ella dijo todo seguido, mientras me miraba. Yo pensé: ojalá pueda acordarme de todo. Creo que La Señora me entendió, porque sonrió y repitió la primera parte. Entonces hice un gesto afirmativo. La Señora dijo: "Por el Señor a La Señora, por La Señora de todos los Pueblos al Señor de todos los Pueblos. La relación permanecerá. Advierte al clero sobre las doctrinas erróneas, sobre todo respecto a la Eucaristía. Transmite esto al sacristán. Dile que La Señora le pide que te conduzca al Sumo Pontífice. Te repito que reces mucho pidiendo buenos sacerdotes y por la conversión de los pueblos. Pero..." La Señora se detuvo de repente e hizo un movimiento con la cabeza, como diciendo: escucha y repite lo que digo. Entonces recobré de pronto mi voz. La Señora dijo: "Yo vine en toda calma. En toda calma retornaré a Aquel que me ha enviado."
Mientras decía esto, se fue elevando lentamente, cada vez más y más lejos. Yo sentí: ya se aleja de mí. Me puse muy triste y empecé a llorar. La Señora dijo: "No estéis tristes. No os dejaré huérfanos. Él, el Consolador y Ayudante, vendrá". Entonces, La Señora se fue lentamente y le oí decir: "Escucha, sigue la Luz." La luz se fue de la habitación. Yo la busqué en la otra habitación, pero la luz se me adelantó al vestíbulo de nuestra casa y yo la seguí hasta la calle. La luz me precedía hasta llegar a la calle Wandelweg, donde se detuvo. Yo la buscaba por el suelo y entonces oí la voz que decía: "¿Qué buscas?"
Entonces vi entre las nubes a La Señora con la Cruz, la esfera terrestre y las ovejas. Ella estaba contra un cielo azul radiante. Mientras Ella se elevaba lentamente, le oí decir: "Este es el lugar en que yo retorno a Él. Construid aquí una sola Comunidad para todos los pueblos."
Entonces vino una nube grande y luminosa que la cubrió y ya no pude verla. Pero mientras Ella ascendía como envuelta en una niebla, en lugar de Ella vino –no puedo explicarlo de otra forma– una enorme Sagrada Hostia, radiante de luz, muy grande. De esa Sagrada Hostia salían tres haces de luz: en el centro, un haz de hermosos colores; a la derecha y a la izquierda, dos haces de una hermosa luz brillante, cuyos rayos terminaban, a la derecha en una cruz y a la izquierda en una paloma, iluminadas espiritualmente, diría yo. Después todo desapareció lentamente.(Referente a este mensaje, Ida escribió una carta al Padre Frehe, su director espiritual.)
31 de mayo de 1959
Era domingo, hacia las tres de la tarde. Estábamos todos juntos en la sala. De repente vi desde nuestra ventana que algo sucedía en el cielo. Del susto, dije a mis familiares: "¡Mirad allá!" y señalé el cielo. Fuimos todos a la ventana. Entonces vi de repente la luz, una enorme luz sobre la calle Wandelweg. No podía ni mirar y me cubrí los ojos con las manos. Los otros no veían lo que pasaba y preguntaron qué era. Yo me arrodillé y crucé las manos, pero me sentí obligada a mirar. Mientras miraba, me pareció que el cielo se rasgaba. Lo que vi era que realmente el cielo se rasgaba.
En ese momento vi a La Señora de pie y en toda su gloria. Me es imposible describir una visión tan maravillosa, tan celestial, tan gloriosa. Nunca hasta entonces la había visto así. No vi ni ovejas, ni globo terrestre, ni cruz, sólo La Señora, pero rodeada de un inmenso resplandor de luz y de gloria. Me fijé en su cabeza y vi que tenía una corona. Yo jamás había visto algo así. No ví oro o diamantes, pero, con todo, sabía que era una corona, refulgente de luz por todos lados, más hermosa que la más bella corona de diamantes. La misma Señora era también toda esplendor. Repito: algo celestial y glorioso, no puedo explicarlo de otra manera.
Por debajo de esa escena gloriosa ví un pedazo de cielo azul y transparente, y más abajo todavía, la parte superior del globo terrestre. Era completamente negro. Me dio una sensación muy triste y desagradable. Entonces vi que La Señora amonestaba con el dedo y sacudía la cabeza (como un gesto de desaprobación y de advertencia), dirigiéndose al mundo. Le oí decir: "Haced penitencia."
Luego ví algo muy extraño. Ví que de ese mundo oscuro y negro emergían cabezas de seres humanos. Vi que salían poco a poco de la tierra esas cabezas, luego sus cuerpos, y finalmente los ví de cuerpo entero de pie sobre ese hemisferio. Mientras miraba pensé: ¿cómo es posible que existan tantas razas y gentes diferentes? Mientras contemplaba asombrada a todas esas personas, vi que La Señora extendía las manos y las bendecía a todas, y ya no se veía tan triste. Le oí decir: "Ofrecedle actos de reparación."
De repente La Señora desapareció y en su lugar ví una Hostia. Era una Hostia inmensa; por eso ví que era una Hostia común, como las que vemos en la iglesia, de oblea o pan. Luego apareció un gran cáliz delante de la Hostia y ví que el cáliz era de oro puro. El cáliz se inclinó hacia mí y ví que de él salían raudales de sangre. La sangre se derramó cayendo sobre la superficie del globo terrestre. Era una escena muy trágica, yo me sentí muy mal, la sangre caía y caía. Esto duró largo rato. Pero en un instante todo eso cambió y se convirtió en una Sagrada Hostia, radiante y resplandeciente. Tanta era la luz que emanaba, que tuve que taparme los ojos con las manos. No podía mirarla, creí que me iba a quedar ciega, pero me sentí forzada a mirarla de nuevo.
La Sagrada Hostia parecía ser un fuego blanco, con una pequeña abertura o profundidad en el centro; no puedo explicarlo de otra forma. A continuación, pareció que la Hostia se abría de repente y que de ella salía una Figura, una Persona, como en el aire, tan imponente, tan majestuosa... perdonadme, yo no puedo describir la grandeza y la potencia que esa Figura irradiaba. Era demasiado majestuosa, yo no me atrevía a mirar. Al mirar esa Figura tan impresionante e imponente, de pronto percibí muy fuertemente en mi interior: es el Señor. Me sentí terriblemente insignificante, ante su indescriptible majestad. Una especie de paño envolvía su cuerpo, descendiendo transversalmente desde un hombro al resto del cuerpo. Su rostro resplandecía enormemente. Sus pies estaban puestos uno sobre el otro, como en los crucifijos. Sobre sus pies vi las llagas, de las que brotaban haces de luz. Tenía las manos un poco levantadas, una más que otra. En las manos vi también una especie de llagas, de las que también brotaban raudales de luz maravillosos.
Yo veía una Persona, pero el pensamiento me decía: y sin embargo, son dos. Pero al mirar veía solamente una. No obstante, mi pensamiento repetía: sin embargo, son dos. Un instante después, en medio de Ambas, salió una luz inefable, y dentro de ella, en medio de Ambos –no puedo describirlo de otra forma– ví aparecer una Paloma, que rápidamente, como un rayo, se precipitó sobre el globo terrestre. Una luz indescriptible la precedía y un haz de luz la seguía. Aquella luz era tan resplandeciente, que tuve que taparme otra vez los ojos, pues no podía mirarla. Me dolían los ojos, pero una vez más, me ví obligada a mirar. ¡Qué gloria y qué potencia salía de todo eso: de esa Figura suspendida en los aires, majestuosa, poderosa y sublime, y de aquella Luz que ahora iluminaba completamente el mundo! Entonces oí decir: "El que Me coma y Me beba tendrá la Vida Eterna y recibirá el Verdadero Espíritu."
Después de haber contemplado esto durante un buen rato, La Señora volvió con toda su gloria, como al principio. Pero ahora pude ver claramente la diferencia de su gloria, si se me permite decirlo así, y la gran potencia y majestad de la Figura fluctuante en el aire. Era como si La Señora se encontrara a la sombra del Señor; fue la sensación que me dio.
La Señora se veía contenta. Me miró con dulzura desde lejos y oí que me decía: "¡Adiós!" Y muy despacio añadió: "Hasta que nos veamos en el Cielo." Esto me puso tan triste que no pude repetir las últimas palabras. Empecé a llorar, porque sentí que esa fue su despedida, para siempre. Muy lentamente ví desaparecer a La Señora y después la luz.
(El 24 de junio de 1959, en un sueño se le explica a Ida que esta visión representa la oración.)
El milagro de Amsterdam ocurrió el 15 de marzo de 1345, seiscientos años antes de la primera aparición de La Señora de todos los Pueblos (25 marzo 1945).
Un enfermo se encontraba moribundo en su casa, ubicada en la calle Kalverstraat. Había recibido los santos Sacramentos, pero luego vomitó la Hostia. La señora que lo atendía limpió y echó todo al fuego. Al día siguiente por la mañana, al encender otra vez el fuego, la señora vio que la Hostia flotaba sobre las llamas. La cogió y la envolvió en un pañuelo, la puso en un cofre y mandó llamar a un sacerdote.
El obispo de Utrecht declaró la autenticidad del milagro, tras una investigación, en 1346. La conmemoración del Milagro se convirtió en fiesta religiosa y municipal. La solemne procesión se celebraba todos los años. La casa en que murió el enfermo se convirtió en una capilla.
En 1578 la procesión fue prohibida por las autoridades municipales protestantes, cayendo la capilla en desuso.
al Padre Frehe, su director espiritual, en relación al mensaje del 31 de mayo de 1957.
2 de junio de 1957
A mi director:
Por favor, ¿podría contarle que no puedo dormir y que constantemente pienso en ese hermoso mensaje del 31 de mayo? Tengo tanto miedo de que usted piense que soy una sentimental, pero quiero y tengo que hablar de ello. No me cansaría de contarle a todos una y otra vez, lo bello que era todo. Esto no lo olvidaré jamás en mi vida, por más vieja que me vuelva, lo cual espero no sea así. Yo me aferraba tanto a la vida y hasta me enfurecía cuando alguien decía que quería morirse. Eso me parecía anormal. Pero ahora... ya no lo miro con desagrado y en verdad quisiera decir y gritarles a todos: No tengan miedo de morir, pues sólo les espera algo tan hermoso, tan puro, tan delicioso, que no hay palabras para describirlo. No digan: qué fácil es decirlo, pues ahora pienso en el Apóstol Pablo cuando dijo: “No hay ojos que lo hayan visto, ni oídos que lo hayan escuchado.”
Por favor, créame, era algo “celestial”, en una palabra, lo que La Señora de todos los Pueblos me enseñó cuando dijo: "De verdad, vale la pena abandonar este mundo. Todos vosotros tenéis que venir al cielo." Entonces fue como si Ella retirara un velo, mientras Ella misma se encontraba en una profundidad infinita. Ella me dejó ver esa gloria sólo un instante, y luego el velo lo cubrió todo de nuevo. Pero ese momento fue suficiente para decirle a usted y a todos los hombres: hagamos lo posible por llegar allá, con la ayuda de Dios. No me canso de pensar en ello, pero tengo mucho miedo –puesto que todo sigue su curso normal– de no poder comunicarlo correctamente. Uno tiene que volver con los pies sobre la tierra. Usted sabe, la vida familiar, el convivir con los demás, el interesarse por sus cosas. Ir y darle toda la atención, y salir, pasear, etc., que tanta concentración me exige. Además en casa, la radio, la televisión. Siempre he estado loca por el cine y ahora que veo obras de teatro, me gusta. Pero tengo que decirle que todo eso ya no significa nada para mí. ¿Pero después? Uno tiene que seguir con su vida y pretender que todo siga normal. Por eso esta noche quiero escribirle todo esto.
Empezó todo muy bonito. Siempre veo primero venir la luz. Pero también esta vez la luz era muy diferente. Y era como si dentro de la luz yo viera una figura que flotaba en ella. Debo decirle que me llevé un gran susto en el momento en que llegó esa luz. Yo me encontraba en ese dilema de conciencia, entre obedecerle a usted o a la voz de La Señora, que me había ordenado que ese día hiciera su voluntad. La luz pasó muy despacio por el altar y cuando llegó al altar de San José, pareció detenerse un instante. Eso me pareció muy bonito. También era curioso esta vez, que La Señora se trasladaba de un lugar a otro.
Ella estaba también más hacia adelante que la primera vez en la capilla. A veces se me acercaba tanto que sentía la tentación de tocarla, pero no me atrevía. Eso fue cuando Ella habló de los “para”. Fue como si Ella quisiera que yo me diera cuenta de que Ella era una persona de verdad, así como usted y yo; pero, claro, Ella es toda pureza y belleza. Espero que usted me comprenda. Su cuerpo es también transparente, podría yo decir. Era tan hermosa... y su voz sonaba tan clara y a veces tan triste, pero a la vez compasiva y piadosa, como una persona.
Cuando el padre K. llegó allí a interrumpir, pues él quería que todos se fueran, La Señora se puso entonces en posición recta, y me sonrió como diciéndome: déjalos allá a ellos, que se peleen un rato, nosotras continuamos. Ella, al decir esto, puso una cara –si se me permite el atrevimiento de decirlo así– pícara. Y La Señora empezó entonces a hablar más alto y más claro, tanto que yo sin darme cuenta la imitaba. Esto me lo dijeron después unos señores que se encontraban allí. Estimado Padre, estoy embelesada con todo esto; por favor, discúlpeme y no me crea exagerada.
¡Fue todo tan único! Cuando Ella dijo: "reza la oración", Ella misma empezó a rezarla, dulcemente y con mucha devoción. ¡Oh Padre, si la gente y sobre todo los sacerdotes hubieran podido ver eso! Fue tan bonito, tan profundo y tan hermoso como Ella rezaba. Pero, qué curioso, Ella dijo: "Que La Señora de todos los Pueblos, que un día era María, sea vuestra Abogada. Amén." Yo la oí decir esa palabra “vuestra” en lugar de “nuestra”, y esto al parecer me confundió. Yo misma estoy segura de haberla repetido, pero algunos de los presentes dicen que no me oyeron. No entendieron lo que yo dije, eso dijeron. Cuando dijo “Vuestra Abogada”, Ella se inclinó hacia mí y me miró profundamente. Qué raro, ¿no?
Y también tengo que decirle esto. Cuando La Señora dice “Señor Jesucristo”... ¡es tan bonito! Entonces Ella inclina su cabeza tan humildemente y tan profundamente, también cuando Ella habla de “el Señor”. Uno se conmueve al ver esto. Entonces uno siente que “el Señor” es algo grandioso, algo poderoso. Y qué humilde es La Señora cuando habla de Él. Entonces piensa uno, qué distraída es nuestra oración, etc. Yo voy a intentar rezar mejor, y siempre pido poderlo hacer. Sobre todo con atención, porque es una ofensa hacerlo así tan desordenadamente. ¡Qué paciencia ha de tener “el Señor” con nosotros!
Cuando La Señora mencionó la palabra “Paráclito”, yo pensé que hablaba de un vestido. Yo pensé, ¿qué es eso, un vestido que es “para”...? Y cuando Ella empezó a decir: "Él es la sal, Él es el agua" etc., entonces sí que ya no sabía de qué hablaba y pensé: ¡que cosa más rara! Yo sacudí mi cabeza para que La Señora me viera, y tuve que poner cara de que no entendía (también esto lo vieron lo presentes). Yo quería que Ella se diera cuenta de que no entendía nada, pero absolutamente nada, pero no pude interrumpirla. Pero de repente, La Señora sonrió y me puso una cara cómica e hizo un movimiento con sus manos, hacia lo lejos –a los presentes–, pero me pareció más bien hacia lo lejos, mientras Ella decía: "Vosotros sabéis a que se refiere La Señora."
Pero Padre, cuando Ella dijo: "Él es la sal" etc., fue tan hermoso verlo; lástima que yo no pueda expresar todo eso. Ojalá tuviera yo el don de escribir, pero tiene que conformarse con mi torpe explicación, y espero que usted no lo encuentre extraño. También lo que dijo de “libre voluntad” fue algo único. Cuando La Señora dijo: "Él ha inundado a La Señora de todos los Pueblos con su Poder" etc., fue como si la luz que la rodeaba e irradiaba de sus manos, se volviera de repente más intensa. Fue como si un faro (perdóneme mi forma irreverente de expresarlo, pero no puedo decirlo de otra manera) la hubiera atravesado. Cuando Ella dijo: "Así, pues, difunde mi oración" etc., Ella se volvió más “imperativa”; no puedo explicarlo de otra forma.
Cuando dice "no tengas miedo", eso me gusta tanto de Ella. Yo nunca le comento algo al respecto, pero Ella parece saber muy bien que yo estoy siempre como una liebre asustada y que últimamente (perdóneme, no es muy agradable por mi parte) le tenía pavor a usted. Pero ya no; después de este mensaje el miedo desapareció. Quienquiera que me ataque, lo soportaré. Sí, Padre, esto lo digo aún, yo espero que por favor esa fuerza no me sea retirada.
Además quiero decirle que cuando Ella se desplazaba, también las ovejas iban detrás de Ella. Yo veo las ovejas de verdad, como en una pradera. Tienen bastante lana. Es un rebaño de ovejas común y corriente; es bonito ver ese hormigueo alrededor de La Señora. La Cruz está siempre detrás de Ella.
Padre, para todos ustedes es algo increíble, y cuánto he rezado este último año para que La Señora les haga que la vean, aunque sea una sola vez, así como yo la puedo ver, pero lamentablemente no ha sido así. Yo no puedo hacer nada. Ella me ordenó que le dijera todo al obispo. También al Santo Padre, pero entonces pensé: "Señora, cómo puede Usted decir eso, Usted sabe bien que eso es imposible." Eso pasa como un flash por mi mente. Pues es muy curioso, pero durante la aparición yo puedo seguir pensando normalmente. Yo reacciono normalmente, como si estuviera hablando con alguien. Sabe Usted, de repente uno piensa, por ejemplo: ¿pero cómo va a ser esto? Y así es también en los mensajes. También oía perfectamente ese tumulto detrás de mí. Pero qué curioso, Padre, no me llega ni me confunde. Entonces es realmente como si fuera una sola cosa con La Señora y sólo con Ella.
De todos los mensajes, pienso que éste es el que más me ha llegado y del que siempre me acordaré. No piense que es algo raro, pero yo me siento –dicho vulgarmente- en el séptimo cielo. Le puedo decir que cuando retiraron ese velo me encontré en un estado completamente diferente. Un estado glorioso (¿puedo decirlo así?), “celestial”. Por favor, no crea que soy arrogante o algo así. Es la pura verdad. No me canso de hablar de ello y lo repito, quisiera decírselo a todos.
Lo último también fue tan bonito. Cuando Ella hablaba del pedacito de pan etc. Padre, eso tendrían que haberlo visto los sacerdotes. Qué lástima. Ahora sí que siento un enorme respeto por ellos. No es que antes no lo tuviera, pero usted me comprende. Cuánto debe usted alegrarse de ser sacerdote. Nunca se arrepienta de serlo. Vale la pena el sacrificio. Me gustaría saber, ¿cómo podría yo hacerme un poco más útil? Quisiera hacer algo.
Antes de que La Señora se fuera, fue tan bonito, Ella me miró tan amorosa. Mejor no puedo expresarlo, y entonces me dio una tremenda melancolía y pensé: ahora me deja otra vez sola. Pero yo no debería decir eso. Usted no sabe lo que últimamente he tenido que soportar. Ese abandono y esa tensión, eran casi insoportables.
Luego, el conflicto de conciencia ese mismo día. Temía que La Señora me encontrara cobarde y usted desobediente; no sabía qué hacer. Yo sólo dije: "Señora, haré lo que usted me pide, aunque sé que eso significa desobedecer." Hasta un momento antes de entrar en la iglesia estaba muerta de miedo; lo hago o no lo hago. G. dijo: "Vamos, sin vacilaciones, volvamos a casa. ¡Esa lata tuya de si entrar o no entrar en la iglesia!" Y entonces, no sé lo qué fue, pero vino como una especie de viento o fuerza por detrás de mí, y sin darme cuenta me encontré en los escalones de la iglesia. Y todavía yo dije: "Vayan ustedes primero, por favor." Así lo hicieron, y yo entré después.
Entonces recé con la gente y repetía: "Señora, ya he hecho lo que usted quería hoy; ayúdeme, por favor, y dele algo a estas personas que están aquí rezando tan fervorosamente. Yo no sé qué, haga que vean algo, o algo así, pero por favor, haga algo por ellos." Fue un gran consuelo ver y oír con cuánta devoción la gente rezaba; a mí me conmovió mucho.
Yo le pregunto, ¿podría yo, si me es posible, rezar el rosario los jueves junto con ellos, o dirigirlo? ¿Con la oración de Ella después de cada decena? Yo me sentí tan confortada moralmente al oír a esas personas rezar. Cómo ha de pensar La Señora que soy una cobarde, que dice sí y amén a todo lo que usted me ordena. Discúlpeme, por favor, y haga como si yo nunca hubiera dicho esto. Me arrepiento. Pero, después de esto yo pensaba a menudo, qué miedosa y qué perezosa soy. ¿No debería hacer mejor la voluntad de Ella? Una vez más, discúlpeme.
¿Qué más podría decir de Ella? Vea usted, yo quisiera informarlo lo mejor posible acerca de todo y tengo miedo que luego se me olvide algo. Tal vez por eso me extiendo un poco. Espero que usted no se moleste. En este momento ya nada del mundo me interesa, pero claro, esto tendrá que cambiar; uno no es más que una persona cualquiera.
Pero de todas formas, me alegro de poder escribirle todo esto a usted. Yo jamás olvidaré todo esto. Cómo hubiera querido decirle todo esto personalmente a nuestro obispo, pues el papel es tan frío. Algo tan bello no se puede transmitir por carta. Temo que no lo haya transmitido bien, pero espero que La Señora de todos los Pueblos esté ahora satisfecha conmigo.
Yo seguiré luchando por su causa y seguiré rezando, y espero que mejor y más fervorosamente que nunca, para que su obra pueda culminar felizmente y pronto. No puede ser de otra manera, Ella lo dijo. Pero, como usted sabe, lamentablemente dependemos de la gente. Si pudiera yo convencerles; La Señora podría hecerles ver todo; entonces le estarían todos tan agradecidos. Pero, por desgracia, eso no está en nuestras manos, sino en las Suyas.
Ah, sí, esto tengo que decírselo: cuando La Señora hablaba del “Milagro de cada día” fue tan hermoso, pero cuando dijo: "No, pueblos, no es una idea", Ella lo dijo (¿puedo decirlo así?) enérgicamente. Era como si Ella protestara contra algo en un futuro, porque Ella miraba como más allá de una gran muchedumbre. Eso fue tan bonito.
Pero ahora sí que me detengo, porque usted se va a cansar de mí. He dicho todo esto conforme a la verdad y estoy dispuesta a jurarlo, y sigo luchando y rezando por su título, que el Señor, como Ella misma dice, con tanto gusto quiere darle en este mundo. Así pues, que La Señora de todos los Pueblos sea nuestra Abogada.
Yo le respondí que no me atrevía. La Señora dijo: "Y tú, hija, reza, reza mucho por la conversión de los pueblos, por los buenos sacerdotes y para que vengan buenos sacerdotes. Ofrece tu vida por ello. Lo digo una vez más: ésta es la respuesta para el sacristán."
Yo contesté: "No me atrevo."
Firmado,
Estimado Padre Frehe:
Cuando me arrodillé, oí una música muy elevada y fina; la habitación estaba completamente inundada de luz. Resplandecía tanto, que tuve que juntar las manos sobre mi pecho e inclinarme muy profundamente. Al principio, no me atrevía ni podía mirar. Pero de repente miré y tuve una sensación tan celestial, tan sobrenatural. Todo esto fue más fuerte que el año pasado. Todavía me conmuevo muchísimo al pensar en ello. Y perdóneme: es tan difícil ocuparse de las simples cosas de cada día. Pero de todas formas lo hago, porque los demás no deben darse cuenta de nada.
Una vez más, no me canso de hablar ni de pensar en esos veinte minutos del 31 de mayo de 1958. Una cosa sí sé, que el abandonar esta tierra no será en modo alguno un castigo para nosotros. Qué vano es todo ese vaivén y ese murmullo a nuestro alrededor. ¿De qué se preocupa uno? Y allá lo espera a uno algo grandioso. Qué bueno y qué paciente es el Señor Jesucristo con nosotros. Qué Amor tan infinito ha de tener. Yo sé que cuando uno ama a alguien, uno es capaz de perdonarle todo espontáneamente, inmediatamente, y que uno puede soportar mucho. ¡Qué inmensamente grande tendrá que ser su Amor por nosotros!
Entonces ella me pidió una explicación. Yo dije de nuevo: "Señor Jesucristo (primera imagen de la Figura), Hijo del Padre (el pensamiento constante: Son dos), manda ahora tu Espíritu sobre la tierra. Haz que el Espíritu Santo habite en el corazón de todos los pueblos (de en medio de Ellos salió una paloma y una luz indescriptible, que se precipitó como el rayo sobre la tierra y sobre los pueblos). Que La Señora de todos los Pueblos, que un día era María..." etc. (entonces vi de nuevo a La Señora en toda su gloria, celestialmente coronada, etc. y no ya como La Señora, como María, que yo veía en la iglesia, en casa, etc.)
Este sueño lo quise contar esta mañana a mis familiares, pero no era capaz de repetirlo. Les dije: "He tenido un sueño muy curioso, pero la explicación que tenía que dar no puedo de ninguna manera repetirla."
Ojalá esta noche, 25 de junio, se me dé otra vez la explicación, aunque no sea en relación con esa entrevista. Parecía que estuviera despierta, pero en realidad no lo estaba, pues esta noche he dormido muy bien por primera vez.
Había además otra cosa curiosa en ese sueño. La Señora que se me acercó en el sueño, primero era una mujer normal. Me pidió que le explicara el mensaje del 31 de mayo de 1959. Yo refunfuñé, pues nunca he sabido dar explicación a los mensajes. Entonces esa señora me miró y fue como si de repente me viniera una inspiración y empecé a explicarlo. Pero en ese momento vi que esa mujer era La Señora en apariencia humana.
FIN DE LOS MENSAJES DE NUESTRA MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS. SI PUEDES, ANIMA ATUS CONTACTOS PARA QUE LO LEAN. PÁSALES ESTA DIRECCIÓN DE INTERNET:
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