Para entender sus orígenes tenemos que volcar nuestra mirada al siglo XVI, cuando surgió el esplendor de las Cofradías Penitenciales en España tanto en Castilla como en Andalucía dando origen al culto externo con temas pasionarios especialmente durante la Semana Santa, en donde surgen las procesiones en las que se puede apreciar la pasión de Cristo. En la ciudad de Santiago de Guatemala se establecen las primeras cofradías penitenciales desde la segunda mitad del siglo XVI, misma que evolucionan a lo largo de la vida de este asentamiento, afectando en su organización a diferentes sectores sociales y culturales, integrando penitentes, estandartes, velas, andas y música. Hacia 1773 cuando la ciudad es destruida por los terremotos de Santa Marta y es trasladada al Valle de La Ermita también son trasladadas las cofradías, asociaciones y hermandades importantes. Con el transcurrir del tiempo, en la Nueva Guatemala de la Asunción, dichas organizaciones alcanzaron su propia identidad. La Antigua Guatemala surge en 1799, gracias a su desarrollo económico y de esta manera reaparecen las conmemoraciones de la Semana Santa, sin dejar a un lado sus raíces.
En el año de 2008, el Ministerio de Cultura y Deportes declaró a la Semana Santa patrimonio cultural intangible de la Nación en reconocimiento a la trascendencia histórica y sociocultural que tiene donde se conjugan arte, expresado en las alfombras, el adorno de las andas, la elaboración de altares, monumentos y huertos; historia en la presencia de las imágenes religiosas que vienen a ser personajes de gran importancia porque alrededor de cada una se conjugan estilo artístico, leyenda, historia y un anecdotario sin fin que une a todas las generaciones de guatemaltecos.
Con el arte y la historia se conjuga la gastronomía; la indumentaria de personas e imágenes y la naturaleza misma que se viste de color morado, el característico de la época en flores como los nazarenos, bouganvillias, estaticias o siempre vivas, jacarandas y otras y que nos brindan olores exquisitos como el pino, el serrín y el corozo que se conjugan con frutas, algunas comestibles como jocotes de pascua, ayotes y chilacayotes y otras que no pero que sirven para ornamentos en altares, alfombras, puertas y ventanas como el coralillo. En cuanto a los aportes de la naturaleza ofrece especial atención el incienso, que en su expresión original es producido de la sabia de ciertos árboles y que en la actualidad se ha enriquecido con su industrialización ofreciéndonos de tipo más artificioso.
El Ministro de Cultura Jerónimo Lancerio Chingo en la presentación a los medios de comunicación de un evento divulgativo sobre la Cuaresma y Semana Santa a realizarse en la ciudad de Antigua Guatemala con la participación de expertos tales como Lic. Miguel Álvarez, cronista de la ciudad de Guatemala; restaurador y decorador profesional, Jesús Castillo; Monseñor José Ramiro Pellecer y Celso Lara Figueroa expresó su satisfacción por haber estado en la gestión y realización de la declaratoria de la Semana Santa como Patrimonio Cultural Intangible de la Nación.
Por otra parte, el pueblo de Guatemala se olvida de sus problemas en esta época. Las clases socioeconómicas parecieran no existir. Se estrechan lazos de concordia, solidaridad y armonía en los vecindarios, lo cual es manifiesto en la realización de las monumentales alfombras que necesitan de la participación comunitaria para su diseño y realización trascendiendo el aspecto ideológico ya que se cuenta en la elaboración de las mismas como en la participación de otras expresiones como las procesiones de personas alejadas o no participantes de la religión católica pero sí inmersas en los patrones de la identidad nacional. La Cuaresma y Semana Santa es, además, un medio de subsistencia para muchos guatemaltecos que encuentran el sustento en el comercio informal y la elaboración de materia prima para las expresiones tradicionales tales como la confección de túnicas de cucuruchos, los bordados de las túnicas de las imágenes, los ramos, etc.
El fundamento de la tradición de Cuaresma y Semana Santa es cristocéntrico. Se trata de la conmemoración de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo cuyos pasajes principales encontramos en los cuatro evangelios. Así, la liturgia programa recordar el Cuarto Domingo de Cuaresma las Tentaciones de Jesús, razón por la cual se denomina popularmente al día “Domingo de Tentación”. El Quinto Domingo es conocido como “Domingo de Lázaro” porque se recuerda la resurrección de Lázaro.
La Semana Santa inicia con el “Domingo de Ramos” donde se recuerda la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén en el que sus admiradores, al tratarlo como rey, iban con palmas, ponían en el suelo sus túnicas y lo sentaron en un burrito, signo de realeza. Los ramos recuerdan esas palmas. Existe una polémica en cuanto a denominación entre especialistas de los días anteriores al Domingo de Ramos.
En esos días mayores se conmemoran los aspectos más importantes de la vida de Jesús. El Jueves, la institución de la Eucaristía en la última Cena. El Viernes, la Crucifixión y muerte. El Domingo, la Resurrección. El Sábado es un día de silencio y luto donde los cristianos recuerdan cómo sería el mundo sin la presencia de su Señor y Salvador. En el Evangelio de Mateo, capítulo 14, versículos del 22 al 26 y en el Evangelio de Marcos, versículos del 14 al 50 leemos lo referente al Jueves Santo. En el Evangelio de Lucas, capítulo 23, versículos del 1 al 56, el fundamento de las costumbres y tradiciones del Viernes Santo.
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