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viernes, 16 de abril de 2010
SORPRENDENTES HALLAZGOS EN LA IMAGEN DE LA VIRGEN DE COROMOTO
EN UN OJO, SE VE UNA FIGURA HUMANA
CARACAS, septiembre 2009 (ZENIT.org)
En una rueda de prensa celebrada este jueves, en la sede de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), con motivo de la restauración de la Virgen de Coromoto, patrona de Venezuela, se presentaron los nuevos hallazgos relativos a la diminuta imagen, relacionada con la primera evangelización de esta tierra.
Según la tradición --informa la CEV en una nota enviada a ZENIT--, entre finales de 1651 y principios de 1652, una Bella Señora se apareció al cacique de la tribu Coromoto y a su esposa indicándoles: "Vayan a casa de los blancos, para que les echen el agua en la cabeza y así poder ir al cielo".
Después de atender la petición de tan hermosa Señora, los indios salieron de la selva y recibieron las sabias enseñanzas del Evangelio, recibiendo un buen número de ellos el sacramento del Bautismo.
Sin embargo, el cacique, al sentir que había perdido la libertad, decide huir nuevamente a la selva; en la madrugada del 08 de septiembre de 1652, la Bella Señora se aparece de nuevo al cacique junto a su esposa, su cuñada Isabel y el hijo de esta. Al verla le pide que le deje en paz, diciéndole que ya no la obedecerá. Se levanta para tomar el arco y matar a la Señora, pero ésta se aproxima a él para abrazarlo, cayéndosele así sus armas. Decide tomar por un brazo a la Señora para sacarla de su choza; en este momento ocurre el milagro: La Bella Señora desaparece, dejando en la mano de Cacique su diminuta imagen.
A partir de ese momento, comienza una gran historia de favores y milagros, devoción y renovación de la Fe en esta tierra, de la mano de la Virgen de Coromoto. Hasta que en el año 1942 es exaltada con el título de Patrona de Venezuela.
La diminuta imagen mide 2,5 cm de alto por 2 cm de ancho. A través de los 357 años que han trascurrido desde su aparición, ha sido expuesta a diferentes factores que habían producido su deterioro.
Por este motivo los miembros de la Fundación María Camino a Jesús, con sede en Maracaibo, a partir de 2002 iniciaron una campaña para restaurar los daños que ocultaban gran parte de la imagen de la Virgen con el niño Jesús. Dicha Fundación se hizo cargo, junto a monseñor José Manuel Brito, rector del Santuario Nacional de la Virgen de Coromoto, de impulsar el proyecto y contactar al grupo de expertos que participaron en el mismo, y también de conseguir los medios económicos para sufragar el proceso.
A principios de 2009, el obispo de Guanare José Sotero Valero Ruz, presentó el proyecto a la Conferencia Episcopal Venezolana, la cual después de recibir varios diagnósticos sobre el estado de la Reliquia, otorgó el permiso para proceder a la restauración.
Del 9 al 15 de marzo del año 2009, en un laboratorio instalado para este proceso, en la casa La Bella Señora, dentro de las inmediaciones del Santuario Nacional de la Virgen de Coromoto, el equipo de trabajo compuesto por los restauradores Pablo Enrique González y Nancy Jiménez, acompañados por José Luis Matheus, director de la Fundación Zuliana y monseñor José Manuel Brito como custodios del proceso, se comenzaron los trabajos de conservación de la imagen; lográndose realizar con éxito y arrojando una serie de hallazgos que hasta el momento resultaban desconocidos.
A lo largo del proceso, se fueron descubriendo elementos desconocidos. El primer hecho que llamó la atención fue, que una vez analizadas las aguas empleadas en el tratamiento, el pH resultó ser neutro, hecho inexplicable.
Fue detectada la presencia de varios símbolos, los cuales según indagaciones del antropólogo Nemesio Montiel, son de origen indígena.
Por observación microscópica, se logró identificar en los ojos de la Virgen, de menos de 1 milímetro (aproximadamente 2 micras), la presencia del iris, hecho particularmente desconcertante pues se pensaba que los ojos de la imagen eran simples puntos.
Al profundizar en el estudio del ojo izquierdo de la Virgen, se pudo definir un ojo con las características de un ojo humano; se diferencia con claridad el orbe ocular, el conducto lacrimal, el iris y un pequeño punto de luz en el mismo.
Maximizando el punto de luz, se pudo observar que el mismo parece formar la imagen de una figura humana con características muy específicas.
La corona de la Virgen y el Niño son típicamente indígenas.
La restauración de la Sagrada Imagen de la Patrona de nuestra Patria, constituye un verdadero hito histórico, pues es la primera vez que la venerada imagen es sometida a un proceso como éste, que sin duda alguna contribuirá al afianzamiento y renovación de la Fe de todos los venezolanos", afirma la CEV en la nota.
Esta restauración mas allá de ser la expresión del resultado del esfuerzo de un equipo multidisciplinario, es un llamado a volver nuestras vidas a Dios, y vivir la invitación que la Virgen hizo a nuestros antepasados, cuando les invitó a reconciliarse y unirse como verdaderos hermanos en Dios, a pesar de que las culturas española e indígena, tenían visiones e intereses totalmente opuestos. Es un llamado a la fraternidad y a la aceptación del otro; es un signo de esperanza, de alegría y de fe. Es la comprobación de que a pesar de las dificultades, si nos unimos como verdaderos hermanos, es posible alcanzar resultados que deriven en bienestar para todos". Y concluye exhortando a unirse en la oración: "Virgen Santa de Coromoto, Patrona de Venezuela, renovad la Fe, en toda la extensión de nuestra patria. Amén".
BAJADA DE LA CHINITA
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Nuestra Señora del Huerto
Virgen del Huerto
A fines del siglo XV una devota mujer de Chavarri, en la provincia de Génova, mandó pintar sobre el muro de un huerto una bella imagen de la Madre y el Niño, en señal de gratitud por haber sido salvada del flagelo de la peste
En 1493 una grave epidemia de cólera azotó a la ciudad de Génova, alcanzando la vecina localidad de Chiavari donde María Turquina Quercio, piadosa mujer del suburbio de Rupinaro, prometió a la Virgen una señal de público reconocimiento si la mantenía inmune a la peste. Señal de agradecimiento
Superado el flagelo, María Turquina encargó al artista Benedicto Borzone pintar sobre un muro del huerto ubicado entre el Palacio de Gobierno y el puerto, una imagen de la Santa Madre y el Niño junto a San Sebastián y San Roque, santos protectores de los enfermos. La imagen debía ser venerada por los transeúntes que, en su diario trajín, no tenían tiempo de entrar al templo para orar.
Poniendo todo su empeño Borzone logró expresar de manera admirable la bondad de la Santísima Virgen y la fuerza de su protección, obteniendo el bello y colorido retrato que conocemos.
Con el paso de los años el huerto fue transformado en depósito y chiquero pero la bella pintura siguió allí, manteniendo su aspecto y tonalidad y llamando poderosamente la atención de quienes pasaban por el lugar.
En 1528 la peste volvió a castigar la Liguria, abatiéndose con especial fuerza en Chavari, hecho que acrecentó la devoción por la imagen. Por esa razón, las autoridades de la ciudad decidieron construirle un altar que permitiese a los fieles inclinarse y orar ante ella.
Apariciones y milagros La noche del 18 de diciembre de 1609, Gerónima Turrio, una lavandera del barrio de Rupinaro, rezaba frente a la Virgen cuando, repentinamente, la pintura comenzó a irradiar una luz intensa. El prodigio se conoció en los alrededores y al cabo de un tiempo, cientos de peregrinos comenzaron a acudir al lugar para implorar gracias.
La fama de Nuestra Señora del Huerto se vio reforzada el 2 de julio de 1610 cuando, en horas de la mañana, se le apareció a Sebastián Descalzo, un humilde poblador de las inmediaciones, quien en esos momentos caminaba desde su casa al suburbio de Carasco, recitando sus oraciones.
Transitaba Sebastián la plaza de la ciudad cuando vio frente a sí a la Virgen bendita luciendo un hermoso manto celeste. Poco después, comenzaron los milagros. Una rajadura que atravezó el muro de un extremo a otro de la pintura, se reparó sola, sin la intervención de ningún albañil. Otro día, frente a su imagen, dos enemigos acérrimos fray Miguel Raggio y Battino Marini, se reconciliaron dándose el abrazo de la paz y al cabo de un tiempo se producían curaciones, se solucionaban diferendos y se concedían peticiones, todo por medio de la Virgen del Huerto.
Santa Patrona de Chiavari El 7 de marzo de 1634 el Consejo de Gobierno de la ciudad declaró a la Virgen del Huerto patrona de la población y del distrito de Chiávari y el 8 de septiembre el sector de la pared donde se hallaba pintada la imagen fue trasladado al Altar Mayor del santuario, inaugurado el año anterior.
En 1769 Nuestra Señora del Huerto fue solemnemente coronada con oro del Capitolio Vaticano y su iglesia entregada a la congregación de los Carmelitas Descalzos quienes la tuvieron en su poder hasta 1797, cuando al proclamar Napoleón la República Ligur, se alejaron. En 1892, instituida la nueva diócesis de Chiavari, S.S. León XIII elevó el santuario a Catedral designando dos años después a su primer obispo, Monseñor Fortunato Vinelli. El 3 de julio de 1907 San Pío X la elevó a Basílica
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Hijas de María Santísima del Huerto
En 1829 San Antonio María Gianelli, obispo de Bobbio, se inspiró frente a la sagrada imagen para fundar la congregación de las Hijas de María Santísima del Huerto, venerable instituto que, desde Italia y España hasta Palestina y la India, pasando por América del Sur y las tierras del Congo, difundió por el mundo su sagrada devoción.
Oración a Nuestra Señora del Huerto
¡Oh, María del Huerto! Madre piadosísima, dignaos aceptar benigna la pobre ofrenda de nuestros obsequios y oraciones que, como hijos amantes, venimos a ofreceros.
Dignaos inclinar vuestros oídos a nuestras humildes súplicas para que no sea vana la confianza que en Vos ponemos, seguros de obtener de vuestro divino Hijo el perdón de nuestros pecados y el favor particular que solicitamos por vuestra poderosa mediación.
Alcanzadnos a todos la gracia de la perseverancia final, viviendo y muriendo como verdaderos hijos vuestros, para poder bendecir y alabar a Dios eternamente y ensalzar para siempre vuestras misericordias en el Huerto dichoso de la Jerusalén celestial. Amén.
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