Oh, Santa Bárbara, vos sois;
la hija del Dios de la vida y la
mujer aquella, que el martirio
preferisteis porque, nunca os
pasó por el corazón, renunciar
a la eternidad de la vida, y mucho
menos, pasar vuestra vida al
lado de algún pagano e impío;
por ello, aceptasteis la muerte y
viajar procelosa, a la luz eterna.
Quizás por ello, y cuando las
tormentas cargadas de truenos
y rayos, asolan la faz de la tierra,
oraciones a vos, con fe, bastan
para que cesen ellas. Hoy con
justicia divina, lucís corona de
luz, que ganasteis en esta tierra;
oh, Santa Bárbara; de las ventanas.
© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado
la hija del Dios de la vida y la
mujer aquella, que el martirio
preferisteis porque, nunca os
pasó por el corazón, renunciar
a la eternidad de la vida, y mucho
menos, pasar vuestra vida al
lado de algún pagano e impío;
por ello, aceptasteis la muerte y
viajar procelosa, a la luz eterna.
Quizás por ello, y cuando las
tormentas cargadas de truenos
y rayos, asolan la faz de la tierra,
oraciones a vos, con fe, bastan
para que cesen ellas. Hoy con
justicia divina, lucís corona de
luz, que ganasteis en esta tierra;
oh, Santa Bárbara; de las ventanas.
© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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