El 21 de diciembre del año 2002 dì a luz a mi hijo Luís Felipe…¡Madre primeriza a los 43 años!
En un país cuyo índice de embarazos precoces ocupa uno de los primeros lugares en América Latina yo era una verdadera rareza.
Recuerdo a una enfermera que llegó a la sala donde yo estaba especialmente a conocerme: -“Vine a conocer a la mamá-abuela”
Otra me preguntó: -“¿Por qué esperó tanto para tener un hijo?”
Yo le respondí medio en serio y medio en broma:
-“Es que ahora fue que conocí a Orlando”
Nueve meses antes, ante nuestras sospechas de un embarazo fui a hacerme la prueba la cual dio positivo. Nuestra alegría fue opacada por la voz de un médico que me dijo que debía “realizarme un aborto terapéutico” porque mi embarazo era de alto riesgo.
Bueno…el contexto era bastante delicado: Primeriza de 42 años en ese momento (cumplí los 43 en noviembre del 2002) , con una cardiopatía congénita, un quiste inoperable en un riñón, el útero en “retroverso” y para colmo (o “para mas ñapa”) mi bebé se estaba formando en un extremo del útero y en el otro extremo yo tenía…un fibroma.
Mi hermana me dijo que fuera al Hospital Pérez Carreño donde trabajaba una nuera suya, que allí atendían embarazos de alto riesgo. Me dirigí allí esperanzada en que me darían los tips necesarios para llevar mi embarazo a feliz término. Luego de los exámenes de rutina el médico me dijo que tenía qué practicarme una “interrupción de embarazo”., que podía elegir la fecha. Le dije que no mataría a mi hijo. Él me dijo que la criatura vendría con síndrome de Down o con un solo riñón o con un mal de corazón. Me señaló una joven embarazada que estaba en el pasillo y me dijo: “Esa muchacha tiene un embarazo de seis meses, pero se lo vamos a interrumpir porque tiene cancer”
Le dije: “-Doctor, probablemente esta sea mi única oportunidad de ser madre. Quiero tener a mi hijo…como sea. Si nace con síndrome de Down lo amaré, lo llevaré a parques, a la playa…los niños con síndrome de Down también disfrutan el comer un helado…no me avergonzaré de él”.
Su respuesta fue: “O muere Ud. o muere la criatura o mueren los dos”.
Le dije: “Si muero yo…ahí queda su papá…y sus tías…porque sus abuelas están muy mayores para estar cuidando muchachos. Si muere él…bueno, quedo yo. Y si morimos ambos…me presentaré delante de San Pedro con mi niño en brazos. Me voy decepcionada de acá, pensé que atender embarazos de alto riesgo era que me iban a decir cómo hacer para lograr que mi embarazo se diera…no que me iban a pedir que matara a mi hijo”.
Me fui de allí indignada. Fuimos luego a la Maternidad Concepción Palacios, y con ligeras variantes la historia se repitió.
Tuve que controlar mi embarazo con una ginecóloga privada. No le dije a mi mamá el riesgo que corría para no preocuparla. Tuve un conato de aborto, tuve también un principio de aborto. Cuando eran las 2 ó 3 de la tarde sentía como que me iba por un hueco oscuro…se me iban todas las fuerzas…
Comencé a rezar a la Virgen de Guadalupe (Sabía que era la única Virgen que se había aparecido embarazada) y al Dr. José Gregorio Hernandez (Médico venezolano en proceso de beatificación y que es reconocido como muy milagroso).
Nunca pude encenderles una vela siquiera porque nuestra situación económica era bastante precaria y las consultas y medicamentos muy costosos.
Estaba en casa de mi mamá y dormía con ella. Una noche me sentí muy mal…así que me levanté con cuidado para no alarmarla y me acosté en la sala…en el sofá.
Me dormí de nuevo y me desperté al sentir como una mano que me sobaba en el abdomen justo en la parte donde estaba el bebé…abrí los ojos…no vi a nadie, pero la sensación se mantuvo como por diez o quince minutos. Mientras tanto yo rezaba mentalmente: “Bienvenido, Dr. José Gregorio Hernandez…ayúdame, quiero ser madre, cuida a mi bebé…que no lo pierda…”
La sensación desapareció de pronto. A partir de ese momento se terminaron todos mis malestares…ni nauseas, ni mareos, ni debilidades, ni dolores…nada.
Sabía que estaba embarazada por las pataditas y por el panzón (La hormona que hacía crecer al niño hacía crecer también al fibroma, así que mi panza era como si fuera a tener mellizos. )
Cuando se cumplió el tiempo la Dra. María me preparó para la cesarea (no podia ser parto natural debido a que debían extirparme el fibroma) y le dijo a mi esposo: -“Contra todo pronóstico este embarazo ha llegado a feliz término…yo creía que ella se iba a morir”.
Me hicieron cesarea…primero sacaron a la criatura y luego al fibroma (Mucho más grande que la cabeza del niño). Como calcularon mal el tiempo que duraría la operación y esta se extendió más de lo previsto, a mitad de la misma se me pasó el efecto de la anestesia y todo fue “en carne viva”.
Pasados los 40 días de la “dieta” fuimos con el bebé a la Iglesia de La Candelaria (Caracas) donde se encuentran los restos del Dr.José Gregorio Hernandez.
Como curioso detalle contaré que tengo un cuadro de la Virgen de Guadalupe que me regaló una amiga argentina. Está hecho en relieve y es todo verde, como si fuera jade. No es de colores vivos ni tiene detalle alguno que le pueda llamar la atención a un niño pequeño, sin embargo, como la cunita de Luís estaba frente a la pared donde tenía el cuadrito colgado, nos causaba asombro que hasta los 8 ó 9 meses más o menos él miraba al cuadro y reía con la misma expresión que ponía cuando nos jugábamos con él o le hacíamos cariño. Había momentos en que su mirada parecía seguir algo que salía del cuadro y a cierta distancia se detenía y regresaba de nuevo a él. Como si viera algo ir y venir del cuadro.
Mi hijo es sano, inteligente, vivaz…Un milagro de Dios…contra todo pronóstico médico.
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