HISTORIA -Padre Jordi Rivero
Alonso de Ojeda y los primeros conquistadores de Cuba pretendían imponerse a los indios. Estos los repulsaron y los españoles tuvieron que huir atravesando montes y ciénagas para salvar sus vidas. Así llegaron al poblado indio de Cueiba en la zona de Jobabo. Los indios al verlos en tan mal estado tuvieron compasión de ellos y les auxiliaron.
En agradecimiento Alonso Ojeda construyó una pequeña ermita con ramas de árboles, posiblemente la primera en suelo cubano. Allí colocó una Imagen de Nuestra Señora que era su preciada pertenencia. Cumplió así el voto que había hecho de entregar la Imagen si salía salvo de aquella situación. Enseñó a los indios a decir el "Ave María" y aquella expresión se propagó tan rápido entre los indios que mas tarde Cuba se llegó a conocer como la isla del "Ave María". No hay razón para pensar que fuese aquella la imagen de la Virgen de la Caridad que se aparecerá después. Pero la Virgen ya se hacía presente en Cuba preparando el camino.
Una gran enseñanza: La Virgen quiso que la evangelización no partiera de la prepotencia sino desde la humildad y el agradecimiento.
Sin comprender muy bien la religión, los indios de aquel lugar veneraron la Imagen y mantuvieron la ermita con gran esmero cuando Ojeda se marchó. Así ocurría cuando llegó el Padre de las Casas al poblado de Cueibá.
En el siglo XVI aumentó en Cuba la cría del ganado. Era necesario para los españoles en camino hacia los nuevos territorios. En 1598 comenzó la explotación del cobre en las montañas de la región oriental de la isla. A 15 leguas de las minas el gobierno español estableció el hato de Varajagua o Barajagua que contaba con mucho ganado. Por eso era necesaria la sal que prevenía la corrupción de la carne.
Alonso de Ojeda y los primeros conquistadores de Cuba pretendían imponerse a los indios. Estos los repulsaron y los españoles tuvieron que huir atravesando montes y ciénagas para salvar sus vidas. Así llegaron al poblado indio de Cueiba en la zona de Jobabo. Los indios al verlos en tan mal estado tuvieron compasión de ellos y les auxiliaron.
En agradecimiento Alonso Ojeda construyó una pequeña ermita con ramas de árboles, posiblemente la primera en suelo cubano. Allí colocó una Imagen de Nuestra Señora que era su preciada pertenencia. Cumplió así el voto que había hecho de entregar la Imagen si salía salvo de aquella situación. Enseñó a los indios a decir el "Ave María" y aquella expresión se propagó tan rápido entre los indios que mas tarde Cuba se llegó a conocer como la isla del "Ave María". No hay razón para pensar que fuese aquella la imagen de la Virgen de la Caridad que se aparecerá después. Pero la Virgen ya se hacía presente en Cuba preparando el camino.
Una gran enseñanza: La Virgen quiso que la evangelización no partiera de la prepotencia sino desde la humildad y el agradecimiento.
Sin comprender muy bien la religión, los indios de aquel lugar veneraron la Imagen y mantuvieron la ermita con gran esmero cuando Ojeda se marchó. Así ocurría cuando llegó el Padre de las Casas al poblado de Cueibá.
En el siglo XVI aumentó en Cuba la cría del ganado. Era necesario para los españoles en camino hacia los nuevos territorios. En 1598 comenzó la explotación del cobre en las montañas de la región oriental de la isla. A 15 leguas de las minas el gobierno español estableció el hato de Varajagua o Barajagua que contaba con mucho ganado. Por eso era necesaria la sal que prevenía la corrupción de la carne.
Alrededor del año 1612 o a los inicios de 1613, fueron a buscar sal en la bahía de Nipe dos hermanos indios y un negrito de nueve o diez años. Se llamaban respectivamente Juan de Hoyos, Rodrigo de Hoyos y Juan Moreno, conocidos por la tradición como "los tres Juanes". Mientras iban por la sal ocurrió la aparición de la estatua de la Virgen. He aquí el relato de Juan Moreno, dado en 1687, cuando tenía ochenta y cinco años:
"...habiendo ranchado en cayo Francés que está en medio de la bahía de Nipe para con buen tiempo ir a la salina, estando una mañana la mar calma salieron de dicho cayo Francés antes de salir el sol, los dichos Juan y Rodrigo de Hoyos y este declarante, embarcados en una canoa para la dicha salina, y apartados de dicho cayo Francés vieron una cosa blanca sobre la espuma del agua, que no distinguieron lo que podía ser, y acercándose más les pareció pájaro y ramas secas. Dijeron dichos indios "parece una niña", y en estos discursos, llegados, reconocieron y vieron la imagen de Nuestra Señora la Virgen Santísima con un Niño Jesús en los brazos sobre una tablita pequeña, y en dicha tablita unas letras grandes las cuales leyó dicho Rodrigo de Hoyos, y decían: "Yo soy la Virgen de la Caridad", y siendo sus vestiduras de ropaje, se admiraron que no estaban mojadas. Y en esto, llenos de alegría, cogieron sólo tres tercios de sal y se vinieron para el Hato de Barajagua..."
El administrador del término Real de Minas de Cobre, Don Francisco Sánchez de Moya, ordenó levantar una ermita para colocar la imagen y estableció a Rodrigo de Hoyos como capellán.
Una noche Rodrigo fue a visitar a la Virgen y notó que no estaba allí. Se organizó una búsqueda sin éxito. A la mañana siguiente, y para la sorpresa de todos, la Virgen estaba de nuevo en su altar, sin que se pudiera explicar, ya que la puerta de la ermita había permanecido cerrada toda la noche.
El hecho se repitió dos o tres veces más hasta que los de Barajagua pensaron que la Virgen quería cambiar de lugar. Así se trasladó en procesión, con gran pena para ellos, al Templo Parroquial del Cobre. La Virgen fue recibida con repique de campanas y gran alegría en su nueva casa, donde la situaron sobre el altar mayor. Así llegó a conocerse como la Virgen de la Caridad del Cobre.
En el Cobre se repitió la desaparición de la Virgen. Pensaron entonces que ella quería estar sobre las montañas de la Sierra Maestra. Esto se confirmó cuando una niña llamada Apolonia subió hasta el cerro de las minas de cobre donde trabajaba su madre. La niña iba persiguiendo mariposas y recogiendo flores cuando, sobre la cima de una de las montañas vio a la Virgen de la Caridad.
La noticia de la pequeña Apolonia causó gran revuelo. Unos creían, otros no, pero la niña se mantuvo firme en su testimonio. Allí llevaron a la Virgen.
Desde la aparición de la estatua, la devoción a la Virgen de la Caridad se propagó con asombrosa rapidez por toda la isla a pesar de las difíciles comunicaciones.
Fue en el Cobre, en 1801, que los mineros, alentados por el Padre Alejandro Ascanio, obtienen la libertad por Real Cédula del 7 de abril.
Con los años se adquirió un recinto mayor para construir un nuevo santuario que pudiese acoger al creciente número de peregrinos, haciéndose la inauguración, con el traslado de la Virgen el día 8 de Septiembre de 1927.
Durante la guerra de independencia, las tropas se encomendaban a la Virgen de la Caridad. No es que se pueda ver a la Virgen como una aliada en la guerra. Mas bien ella, como madre, sufre y se preocupa de todos, busca la paz entre sus hijos, finalmente cuando los corazones no le permiten otra cosa, busca atenuar los odios y fomentar la reconciliación y el perdón.
Después de la guerra de independencia, los veteranos pidieron al Papa que declarase a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. En documento firmado el día 10 de Mayo de 1916 por el Cardenal Obispo de Hostia, Su Santidad Benedicto XV accedió a la petición, declarando a la Virgen de la Caridad del Cobre Patrona Principal de la República de Cuba y fijando su festividad el 8 de Septiembre.
En 1977, el Papa Pablo VI eleva a la dignidad de Basílica al Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.
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